Revista Española de Cardiología - Suplemento - vol 20 ; fasc B ; 2020

4 M. Anguita et al. / Rev Esp Cardiol Supl. 2020; 20(B) :1-46 del BNP individual. Según esto, la utilidad de los PN es clave en el diagnóstico de IC por AP. En pacientes sin tratamiento médico y con ECG normal que consultan por disnea, si los PN son normales, se debería excluir IC y no se debería remitirlos a cardiología. Algoritmos de sospecha clínica de IC en AP según las sociedades científicas La ESC 5 , en su última actualización de 2016, incorpora un algoritmo para el diagnóstico de la IC de instauración no aguda. Ante la sospecha de IC, dirige al clínico a una evaluación de síntomas y signos y la reali- zación de un ECG. A continuación, plantea 2 situaciones en función de la disponibilidad (accesibilidad) de la determinación de PN. En ambos casos el último paso es la realización de una ecocardiografía. Por otro lado, la Sociedad Española de Cardiología (SEC), en cola- boración con médicos de AP, publicó en 2017 un informe en el que propone un algoritmo para el diagnóstico de IC similar al comentado por la ESC 4 . Además, también se hace hincapié en este documento en que los pacientes con infarto agudo de miocardio (IAM) previo y sos- pecha de IC deben ser derivados inmediatamente (< 2 semanas) para su evaluación por un cardiólogo y exploración por ecocardiografía, idóneamente una consulta de alta resolución. También que se debe garantizar un plazo inferior a las 4 semanas para la evaluación por un cardiólogo de los pacientes referidos desde AP con sospecha de IC y que es recomendable la determinación previa de PN en AP. Puntos que considerar y recomendaciones El infradiagnóstico de la IC es importante, por lo que se hace nece- saria la búsqueda activa en pacientes con factores de riesgo y factores precipitantes de disfunción cardiaca en el contexto de la AP. El diagnóstico de sospecha se establece ante la identificación de síntomas y signos no siempre fáciles de interpretar; la anamnesis adecuada, la exploración y el ECG, junto con una analítica básica, per- miten realizar dicho diagnóstico. Dada la utilidad del BNP y la NT-proBNP, es necesario garantizar a los centros de AP su disponibilidad, especialmente para el diagnóstico pero también en las descompensaciones. Los PN también presentan una elevada sensibilidad (de hasta un 94-96%) 7,12-14 . Por ello, y a pesar de su relevancia, los PN no bastan para hacer el diagnóstico, y deben formar parte de un contexto clínico adecuado. Además, hay que tener en cuenta que el beneficio de utilizar los PN en pacientes mayores de 75 años es incierto 16 , así que debe tenerse precaución en su interpretación. La colaboración entre el servicio de cardiología y los equipos de AP debe ser fluida y facilitar la participación de todos los agentes impli- cados, para así disminuir las cifras de infradiagnóstico ya descritas. Además, con el mismo fin, se debe fortalecer la colaboración entre niveles asistenciales para que este sea un proceso bidireccional. Para terminar, podría contribuir muy positivamente en este con- texto el establecimiento de procesos asistenciales integrados con flu- jos y plazos de atención definidos. Su aplicación en la práctica diaria permitiría completar el diagnóstico y la clasificación de la IC. Resumen Se muestra, a continuación, un resumen de los puntos más desta- cados de lo expuesto anteriormente 4,22-24 : 1. Establecimiento de la sospecha clínica de IC basada en síntomas y signos de la enfermedad (incluye también la historia clínica previa del paciente y la valoración de factores de riesgo de cardiopatía) y en el ECG. 2. De los pacientes con sospecha clínica, hay que solicitar y valorar los PN (cuyo resultado debería estar disponible en menos de 1 semana). 3. Si los PN son positivos (NT-proBNP ≥ 125 pg/ml; BNP ≥ 35 pg/ml), valorando posibles falsos positivos, solicitar/realizar una prueba de imagen (ecocardiograma en un plazo inferior a 1-2 semanas) y remitir a cardiología para completar su estudio. 4. Si los síntomas/signos/ECG o los PN son negativos, hay que valorar otros diagnósticos. 5. Individualizar en cada caso otras exploraciones, como radiografía de tórax, que se solicitará en caso de que se precise para diagnosti- car alguna enfermedad concreta (no como prueba sistemática en el proceso), o analítica en búsqueda de causas reversibles o poten- cialmente tratables de disnea y enfermedades asociadas que pue- den modificar el pronóstico o el tratamiento. 6. Tras el diagnóstico sindrómico, es necesario un diagnóstico etio- lógico, de las comorbilidades y los factores precipitantes. 7. Es preciso clasificar la IC según su grado funcional y su FE porque esto será relevante a la hora de instaurar el tratamiento y el segui- miento. 2. FORMACIÓN DEL PACIENTE CON IC Introducción La enfermedad crónica lleva implícita la adaptación de la persona y su entorno a un nuevo estilo de vida, de ahí la necesidad de un aprendizaje para un cuidado autónomo y la prevención de sus com- plicaciones. La educación terapéutica (ET) comprende un conjunto de activida- des formativas realizadas por los profesionales de la salud que son esenciales para la gestión de las enfermedades crónicas y cuyo obje- tivo es ayudar al paciente o grupos de pacientes y familiares a realizar su tratamiento y prevenir las complicaciones evitables, con el fin de mejorar la adherencia al plan terapéutico y el autocuidado, y así man- tener o mejorar la calidad de vida. Los profesionales de enfermería son los responsables de trasladar todas estas habilidades al paciente, así como de realizar un segui- miento activo de las personas con IC, acción que, junto con la forma- ción para la salud, es lo que presenta un mayor grado de evidencia científica en el terreno de la prevención de las reagudizaciones de la enfermedad 5,25-27 . La intervención ideal en IC incluiría el seguimiento conjunto de los pacientes tanto en AP como en atención especializada, con programas de formación continua centrados en fomentar el autocuidado de estos pacientes y mejorar la capacidad de reconocer y responder a los sig- nos de descompensación 5,28 . Evidencia Formación en general (responsable, contenidos, actuaciones) Se ha descrito la eficacia de distintos programas educacionales, la mayoría impartidos por enfermería (a menudo definida como espe- cializada o con entrenamiento específico), aunque también imparti- dos por equipos multidisciplinares, tanto en el ámbito ambulatorio como en el hospitalario, con contenidos y actuaciones variados en número y características 20,25,29-31 . Una revisión sistemática de la literatura de buena calidad (sigue las recomendaciones de la Cochrane Collaboration ) comparó la forma- ción dada por enfermeras con el cuidado habitual de adultos con IC en un ámbito ambulatorio 25 . Analizó 7 ensayos clínicos aleatorizados de calidad moderada-buena (evaluada mediante el Appraisal Skills Pro- gramme tool para este tipo de diseño), que incluyeron a más de 3.500 pacientes con medias de edad entre los 59 y los 75 años, muchos de ellos con IC-FEr. Destaca que el seguimiento de estos estudios varió desde las 6/12 semanas hasta los 4 años. Además, en uno de los estu- dios incluidos, la formación del paciente de IC se realizaba en la con- sulta ambulatoria, 5 incluían llamadas telefónicas, 3 hacían visitas a

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