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Capítulo

258 Enfermedades por inmunodeficiencias primarias

1625

© Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito.

linfocitos Bmás frecuentes, con una incidencia aproximada de 1 de cada 400 a 2.000

sujetos en la población general.

Biopatología

El defecto génico responsable del déficit de IgA se desconoce. El déficit de IgA

comparte con la IDCV la herencia de un haplotipo extendido del complejo principal

de histocompatibilidad restringido. Aunque todavía se desconoce la patogenia del

déficit de IgA, podría compartir el mismo origen que la IDCV dado que estos dos

trastornos pueden tener aspectos inmunitarios comunes. De hecho, los pacientes

con deficiencia de IgA tienen mutaciones del TACI, similares a los defectos des-

critos en los pacientes con IDCV. El déficit de IgA puede aparecer asociado a la

administración de fármacos como la difenilhidantoína, la sulfasalazina, la hidroxi-

cloroquina y la penicilamina D. El déficit de IgA también se ha descrito asociado a

una eliminación parcial del brazo largo del cromosoma 18 (síndrome 18q) o a un

cromosoma 18 anular.

Manifestaciones clínicas

Muchos sujetos con un déficit selectivo de IgA no tienen síntomas. La variabilidad

en la expresión clínica puede relacionarse con dos factores. Primero, los pacientes

con déficit de IgA que tienen pocos síntomas parecen tener un aumento com-

pensatorio de la IgM monomérica secretoria en la saliva, las secreciones de la vía

respiratoria superior y las secreciones digestivas. Segundo, la asociación entre los

déficits de las subclases de IgG2/IgG4 o IgG4 al déficit de IgA puede predisponer

a los pacientes con un déficit de IgA a infecciones sinopulmonares más graves y

recidivantes.

Los síntomas del déficit de IgA son las infecciones sinopulmonares y la afectación

del aparato digestivo por giardiasis, hiperplasia nodular linfática, colitis ulcerosa,

enfermedad de Crohn o una enfermedad parecida al esprue. También se ha asociado

una mayor frecuencia de enfermedades autoinmunitarias al déficit de IgA, como la

artritis, una enfermedad parecida al lupus, las endocrinopatías, la hepatitis crónica

activa y los trastornos sanguíneos. Los pacientes con déficit de IgA tienen riesgo

de producción de anticuerpos anti-IgA al recibir hemoderivados. Hay que tener

cuidado al administrar IGIV para el tratamiento del déficit de subclases de IgG en

pacientes con déficit de IgA porque la mayoría de estos preparados contiene pequeñas

cantidades de IgA. Sin embargo, este riesgo no parece ser significativo en los pacientes

con un déficit parcial de IgA.

Diagnóstico

A pesar de las concentraciones muy bajas de IgA sérica, los linfocitos B de la sangre

periférica de los pacientes con déficit de IgA coexpresan IgA, IgMe IgD, un fenotipo

inmaduro. Sin embargo, los tejidos linfáticos tienen un déficit de células plasmáticas

productoras de IgA. Los estudios de la función del linfocito T han sido normales en

la mayoría de los pacientes con un déficit selectivo de IgA.

Tratamiento

No existe ningún tratamiento específico para el déficit de IgA. Los antibióticos

profilácticos pueden ser útiles en pacientes con infecciones recidivantes de la vía

sinopulmonar. Los pacientes con enfermedad pulmonar crónica deben recibir

el tratamiento tradicional con el fin de evitar la aparición de bronquiectasias

(cap. 90). Las IGIV no están indicadas en los pacientes con déficit aislado de

IgA. Otros tratamientos de apoyo se dirigen a las enfermedades asociadas.

A los pacientes sólo se les deben transfundir hematíes lavados para evitar la

sensibilización a la IgA presente en los productos sanguíneos.

7WR

Pronóstico

El pronóstico es bueno en la mayoría de los casos. Las infecciones respiratorias y

las enfermedades autoinmunitarias son más frecuentes en los pacientes con déficit

de IgA. Algunos pacientes con déficit de IgA que debutan en la infancia pueden

recuperarse espontáneamente; otros pacientes pueden presentar una IDCV.

Déficit de subclases

de inmunoglobulina G y déficit

selectivo de anticuerpos

Definición

Existe una controversia considerable sobre la trascendencia biológica de las subclases

de IgG y el significado clínico de una concentración de una subclase aislada de IgG

situada fuera de los límites normales. Como sujetos sanos sin infecciones recidivantes

pueden tener unas concentraciones séricas anormalmente bajas de subclases de

IgG, los inmunólogos se cuestionan si el déficit de subclases de IgG representa una

verdadera inmunodeficiencia. El déficit de una subclase de IgG se define como una

concentración sérica de esa subclase de IgG por debajo de 2 desviaciones estándar

de la media normal para la edad. La edad a la que las subclases de IgG alcanzan los

valores del adulto varía. En los adultos los déficit de IgG3 sonmás frecuentes, mientras

que en los niños el déficit de IgG2 es el más frecuente. El déficit de subclases de IgG

puede verse junto a otras inmunodeficiencias primarias, como la ataxia-telangiectasia

y el déficit de IgA. El déficit de subclases de IgG aparece en alrededor del 18% de los

pacientes con déficit de IgA. Puede aparecer un déficit de una subclase de IgG como

un defecto inmunitario aislado, o pueden coexistir dos o más déficits de subclases de

IgG (p. ej., déficit de IgG2 e IgG4).

Los pacientes con un déficit selectivo de anticuerpos tienen respuestas anor-

males a las vacunas con polisacáridos como el antígeno capsular de

H. influenzae

del tipo b (Hib) o los antígenos polisacáridos neumocócicos, pero tienen concen-

traciones normales de isotipos de inmunoglobulinas y de las subclases de IgG.

Sin embargo, estos pacientes responden con normalidad a la inmunización con

el conjugado de Hib en el sentido de que la respuesta de anticuerpos frente al

conjugado se encuadra sobre todo en la subclase IgG1 en lugar de en la subcla­

se IgG2.

Manifestaciones clínicas

Los problemas clínicos más frecuentes asociados al déficit de una subclase de IgG

y a la deficiencia selectiva de anticuerpos son las infecciones recidivantes de la vía

respiratoria superior e inferior. Los microorganismos patógenos suelen limitarse

a bacterias encapsuladas y virus respiratorios. Como la IgG2 es importante en la

respuesta a los antígenos polisacáridos, los pacientes con déficit de IgG2 suelen

tener más infecciones por

H. influenzae

o

S. pneumoniae.

Los pacientes pueden ser

incapaces de producir anticuerpos específicos tras la vacunación con antígenos

polisacáridos purificados (p. ej., Pneumovax). Algunos pacientes con déficit de la

subclase IgG2 pueden ser asintomáticos. En parte, esto puede deberse a un cambio

en la respuesta de anticuerpos a otra subclase de IgG o isotipo de inmunoglobulina

para compensar el déficit de IgG2. El déficit de IgG3, más habitual en el adulto,

se ha asociado a infecciones recidivantes de la vía respiratoria superior e inferior

y puede aparecer combinado con el déficit de IgG1. Varios estudios han señalado

que la IgG3 es especialmente importante en la respuesta primaria a virus respi-

ratorios. La IgG3 también es el anticuerpo predominante en la respuesta frente

a

Moraxella catarrhalis,

un microorganismo aislado con frecuencia en pacientes

con sinusitis crónica. El déficit de IgG4 aparece en la población general con una

frecuencia aproximada del 10 al 15%. Se desconoce la trascendencia clínica del

déficit de IgG4.

Diagnóstico

Las concentraciones séricas de las inmunoglobulinas deben medirse con téc-

nicas cuantitativas (nefelometría). Los títulos en los niños deben compararse

con las cifras normales del laboratorio para la edad. La inmunoelectroforesis es

semicuantitativa y no debe usarse para evaluar a los pacientes con sospecha de

déficit de anticuerpos. La inmunoelectroforesis sólo debe usarse para estudiar

las paraproteínas séricas, como las que se encuentran en la macroglobulinemia

de Waldenström o el mieloma múltiple. La cuantificación de la subclase de IgG

puede ser útil, aunque sigue siendo controvertida la utilidad de tales medidas.

Una anamnesis y exploración física cuidadosas y la medida de los anticuerpos

funcionales o específicos son importantes para indicar la relevancia clínica de un

déficit de subclases de IgG.

Los pacientes pueden tener concentraciones séricas normales de inmunoglo-

bulinas totales y de subclases de IgG, aunque pueden no producir anticuerpos

específicos frente a bacterias y virus patógenos frecuentes. Por tanto, la evaluación

de anticuerpos específicos tras la administración de la vacuna es una parte impor-

tante de la evaluación de laboratorio de los pacientes con sospecha de déficit de

linfocitos B. Suelen obtenerse los títulos basalmente y pasadas 4 semanas de la

administración de la vacuna, para evaluar la respuesta de anticuerpos específicos. Las

isohemaglutininas son anticuerpos IgM espontáneos frente a sustancias del grupo

sanguíneo ABO. Las respuestas a los antígenos proteínicos suelen ser de la subcla­

se IgG1, mientras que la respuesta inmunitaria a los antígenos polisacáridos reside en

la subclase IgG2. Las respuestas de anticuerpos frente a las vacunas conjugadas para

la Hib y los polisacáridos neumocócicos son sobre todo del tipo IgG1 en lugar de

IgG2. Por tanto, estas vacunas de conjugados pueden no ser útiles en la evaluación

funcional de un déficit de subclases de IgG2 o un déficit selectivo de anticuerpos

polisacáridos. Puesto que las infecciones recidivantes de la vía respiratoria superior

son frecuentes en estos pacientes, podemos estudiar el suero en busca de anticuerpos

frente a agentes infecciosos respiratorios frecuentes como los virus de la gripe A

y B, el micoplasma, el virus sincitial respiratorio, el adenovirus y el virus de la

parainfluenza.