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Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV

desapareciendo con la edad. En 2007, el coste estimado directo e

indirecto de la ECV en Estados Unidos fue de 431.800 millones de

dólare

s 1

. Los datos de 2004, los más recientes a los que se tiene

acceso,estimanqueenEstadosUnidossellevaronacabo6.363.000ci­

rugías y procedimientos cardiovasculares en centros clínico

s 3 .

Los datos de mortalidad muestran que la ECV es la causa principal

de muerte en el 36,3% de las 2.398.000 muertes producidas en 2004

(1 por cada 2,8 muertes) en Estados Unido

s 1

. De hecho, la ECV se

cobra más vidas cada año que el cáncer, las enfermedades respira-

torias crónicas, la diabetes mellitus y los accidentes combinado

s 4 .

A medida que vaya envejeciendo la población estadounidense,

estas proporciones no harán más que ir en aumento.

Sexo y cardiopatía

Los datos indican que el riesgo vital de ECV en los mayores de 40

años es de 2 de cada 3 en los varones y de 1 de cada 2 en las muje-

re

s 1

. Que la ECV mate a tantas mujeres como el cáncer de mama

(más de medio millón de mujeres cada año) ha llevado a campañas

tales como

The Heart Truth

del NHLBI y a la

Go Red for Women

de la American Heart Associatio

n 5-8 .

Sigue siendo objeto de debate activo que el sexo femenino sea

factor de riesgo de mortalidad a corto o largo plazo después de la

cirugía cardíaca. Muchos estudios comparativos de mortalidad hos-

pitalaria después de la cirugía de revascularización coronaria (CRC)

han puesto de manifiesto una mortalidad no ajustada significativa-

mente mayor en las mujere

s 9-11

. En un estudio de 15.440 pacientes,

el sexo femenino predijo independientemente una mayor mortali-

dad hospitalaria incluso al considerar todas las comorbilidade

s 11

.

Sin embargo, otros estudios no muestran desventaja alguna

en cuanto a supervivencia en las pacientes femeninas sometidas a

cirugía cardíaca. Un gran estudio de Koch y cols

. 12

utilizó las téc-

nicas de emparejamiento por propensión para mostrar que el sexo

femenino no se asociaba con un aumento en la mortalidad hospi-

talaria. De modo similar, en otros estudios que mostraron un

aumento no ajustado significativo en la mortalidad perioperatoria

en las mujeres frente a los varones, esta diferencia ya no fue signi-

ficativa cuando se ajustaron los datos por edad, factores de riesgo

cardiovascular y tamaño corpora

l 13,14

.

Varios estudios en relación con los efectos del sexo sobre los

resultados de la CRC han demostrado que las mujeres tienen una

mayor probabilidad que los varones de necesitar CRC urgent

e 9,10,14

.

La realización urgente o emergente de la CRC es generalmente el

resultado de isquemia miocárdica intratable o de infarto de mio-

cardio. Por consiguiente, los resultados de un estudio de Vaccarino

y cols

. 15

, que demostró una mayor mortalidad hospitalaria en las

mujeres que en los varones ingresados por infarto de miocardio,

son motivo de preocupación. La razón de esta diferencia en cuanto

a mortalidad no está clara; en algunos casos, las mujeres con arte-

riopatía coronaria significativa pueden no ser correctamente iden-

tificadas, no siendo remitidas para estudios más invasivos.

En los pacientes sometidos a cirugía cardíaca, los factores

técnicos desempeñan sin duda alguna un papel crítico para deter-

minar la mortalidad a corto y largo plaz

o 16 .

Algunos estudios han

observado una menor mortalidad hospitalaria en las mujeres some-

tidas a revascularización quirúrgica sin circulación extracorpórea

que en las mujeres tratadas con cirugía con circulación extracor-

póre

a 17-19

. Sin embargo, aún no disponemos de los resultados a largo

plazo de cirugía sin circulación extracorpórea comparada con la

cirugía con circulación extracorpórea en relación con el género.

En relación con la supervivencia a largo plazo, varios estu-

dios han observado que la supervivencia a los 5 años después de la

CRC es realmente mejor en las mujeres que en los hombre

s 13,14,20 ,

aunque otros estudios han demostrado que la supervivencia de las

mujeres a corto plazo es peor que la de los varones después de la

CR

C 9-11

. Parte de esta diferencia en la supervivencia a largo plazo

puede ser atribuida a diferencias preexistentes en cuanto a sexo en

la longevidad: en Estados Unidos, las mujeres viven un promedio

de 5,2 años más que los hombre

s 4

. Por consiguiente, puede que una

mujer sometida a CRC tenga un mayor riesgo de mortalidad

durante el período perioperatorio. Sin embargo, si la paciente sobre-

vive a este período, vive tanto o más que un varón. No obstante, una

vez dadas de alta del hospital, las mujeres tienen de modo mani-

fiesto una recuperación más difícil que los varones en términos de

su tasa de síntomas persistentes y de reingresos hospitalario

s 21

.

A medida que se vaya acumulando un mayor conocimiento

sobre los factores de riesgo específicos por sexos, se podrán aplicar

medios para mitigar estos factores y mejorar, de este modo, los

resultados.

Influencias genéticas sobre la cardiopatía

Aunque la mortalidad por arteriopatía coronaria ha disminuido en

los últimos 35 años, tal mortalidad ha sido claramente mayor en

los pacientes de raza negra que en los de raza blanca. Además, hay

disparidades raciales en los desenlaces después de la CRC; tanto la

mortalidad no ajustada como la mortalidad ajustada por caracte-

rísticas de los pacientes son mayores en los pacientes de raza negra

que en los de raza blanc

a 22 .

Hay también una disparidad racial en

el empleo de procedimientos cardiovasculares para tratar el dolor

torácico

23 .

De hecho, como desafortunada consecuencia de la

divulgación pública de informes de calidad de CRC en ciertos

estados, las instituciones y cirujanos individuales pueden utilizar

el «perfil racial» en la selección de los pacientes para la CR

C 24 .

Por

ejemplo, en el Estado de Nueva York, la evitación por parte de los

médicos de minorías raciales y étnicas, que pueden tener un mayor

riesgo de malos desenlaces, puede haber ampliado de modo tem-

poral la disparidad del uso de CRC entre los pacientes blancos en

comparación con los pacientes de raza negra y de origen latino-

american

o 24 .

Sin embargo, al menos un estudio sugiere que las

diferencias raciales en cuanto a la frecuencia de procedimientos

cardiovasculares refleja un «sobreutilización» entre los blancos más

que una «infrautilización» entre los pacientes de raza negr

a 25 .

Los pacientes con patologías asociadas complejas se hallan

expuestos a un «traumatismo controlado» en el quirófano de cirugía

cardíaca. Se ha utilizado el análisis de ligamiento pangenómico para

identificar los determinantes genéticos de las respuestas de los

pacientes a este tipo de traumatismo y, de este modo, a los desenlaces

cardiovasculares complejos tales como infarto de miocardio y acci-

dente cerebrovascular

( fig. 50-1 )

. Por ejemplo, se ha demostrado que

las variantes genéticas funcionales en las vías de las citocinas y en

la interacción leucocitos-endotelio se asocian de modo indepen-

diente con la gravedad de la mionecrosis después de la cirugía

cardíac

a 26 .

Además, las variantes genéticas comunes de la proteína C

reactiva y de la interleucina 6 se asocian de modo significativo con

el riesgo de accidente cerebrovascular después de la cirugía car-

díac

a 27 .

Los genes de la proteína C reactiva y de la P-selectina pueden

también modular la susceptibilidad al declinar cognitivo después de

la cirugía cardíac

a 28 .

Estos datos sugieren un papel central de la

inflamación en la lesión miocárdica y neurológica relacionada con

la cirugía cardíaca.

La disfunción renal postoperatoria, otra complicación

común de la cirugía cardíaca, no se predice fácilmente por los

factores preoperatorios. Para tratar este problema, un estudio

valoró 12 variantes genéticas candidatas y observó varios alelos que

tenían una fuerte asociación con la lesión rena

l 29

. Al añadir esta

información a los factores de riesgo clínicos utilizados típicamente

para predecir la disfunción renal postoperatoria, esta información