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se muestran como ecos («blips») de alta intensidad en la representa-

ción espectral o no espectral. Un estudio inicial que empleó el DTC

mostró una mayor carga embólica en pacientes sin filtro en la vía

arterial y una tendencia hacia un peor resultado en las pruebas neu-

rocognitivas postoperatorias en estos paciente

s 73 .

Una de las limitaciones principales de la tecnología del DTC

ha sido su incapacidad para discernir los émbolos sólidos de los

gaseosos. Los monitores más modernos del DTC son capaces de

generar simultáneamente frecuencias Doppler de 2,0 y 2,5MHz.

Los estudios recientes no son concluyentes en relación con la sen-

sibilidad y especificidad de la tecnología.

Otra aplicación de la tecnología DTC es la determinación de

la velocidad del flujo cerebral y la documentación de cambios

desde la basal durante la cirugía cardíaca con las diversas técnicas:

DCP tradicional, revascularización coronaria sin circulación extra-

corpórea, CRC mínimamente invasiva, procedimientos valvulares

que implican una colocación no tradicional de la cánula o los

catéteres oclusivos

endoclamp

intraaórticos o parada circulatoria

hipotérmica profunda con perfusión cerebral selectiva anterógrada

o retrógrad

a 74

. En un estudio de pacientes sometidos a operaciones

en los grandes vasos que requerían parada circulatoria y perfusión

cerebral retrógrada, la colocación de la cánula guiada por DTC y

la perfusión cerebral retrógrada redujeron la confusión, delirio y

agitación en el postoperatori

o 75

.

Las limitaciones generales de la tecnología DTC incluyen las

siguientes: 1) la calidad de la información depende mucho del

usuario, 2) la exactitud requiere una colocación de la sonda estable

y precisa, 3) la información se ve afectada por características del

paciente tales como grosor de la piel, y 4) la adquisición de la señal

depende del diseño de la sonda y, por tanto, varía según los modelos

de sondas.

R

esumen

de

la monitorización

del

SNC.

 Las dificulta-

des relacionadas con el empleo de la neuromonitorización en la

cirugía cardíaca incluyen el hecho de que los monitores tienen una

naturaleza global y no pueden monitorizar áreas de lesión focal.

Además, son pocos los estudios prospectivos con poder suficiente

que permitan unas recomendaciones basadas en la evidencia sobre

la monitorización del SNC. A pesar de estas limitaciones, es indu-

dable que la neuromonitorización seguirá recibiendo un esfuerzo

de investigación significativo.

Sistema renal

En un individuo sano, aproximadamente el 20% del total del gasto

cardíaco (aproximadamente 1 l/min) es recibido por los riñones. El

porcentaje del consumo de oxígeno en comparación con la utiliza-

ción por la totalidad del organismo no suele exceder el 10% aproxi-

madamente. A pesar de un cociente de extracción de oxígeno tan

bajo, los riñones son extraordinariamente sensibles a la hipoperfu-

sión que se produce como consecuencia de la hipotensión.

Varios mecanismos de control mantienen un equilibrio

estricto de la oxigenación medular. En el caso de que se produjera

un fracaso de estos mecanismos de control, la región medular

externa se encontraría en riesgo de lesión hipóxica, lo que puede

llevar a necrosis tubular aguda. En el capítulo 35 se revisa la moni-

torización perioperatoria de la función renal.

Además de la pérdida de líquidos, la depresión miocárdica y

la vasodilatación periférica causada por la mayoría de los anestési-

cos puede comprometer también la perfusión de los órganos. En

los riñones, la presión de filtración arteriolar glomerular se man-

tiene por vasoconstricción de las arteriolas eferentes. La vasocons-

tricción arteriolar eferente y, en último término, el mantenimiento

de la presión de filtración glomerular dependen de la angiotensina II. El tratamiento a largo plazo con inhibidores de la enzima con­

vertidora de la angiotensina (IECA) o antagonistas del receptor de

angiotensina II (ARA-II) puede favorecer la hipoperfusión causada

por los anestésicos. Se debe considerar la reposición hídrica o el

empleo de un vasoconstrictor como medio para mantener una

adecuada perfusión de los órganos.

En los pacientes sometidos a cirugía cardíaca, los factores

relacionados con la DCP añaden una mayor complejidad. La res-

puesta inflamatoria sistémica y la pérdida de flujo pulsátil durante

la DCP y la hipoperfusión pueden contribuir al desarrollo de insu-

ficiencia renal después de la cirugía cardíac

a 77-79

. Los mejores datos

disponibles sobre el papel desempeñado por el equilibrio hidro-

electrolítico en el desarrollo de nefropatía proceden de estudios

realizados con radiocontraste. Los trastornos hemodinámicos

intrarrenales causados por el contraste parecen producir lesión

isquémica comparable a la que se asocia con la cirugía cardíaca y

aórtic

a 76

. La hidratación de los pacientes antes de la administración

del contraste parece tener un efecto protector sobre los riñone

s 80 .

Algunos estudios sugieren que los aumentos en la creatinina

son más pequeños después de la CRC realizada sin circulación

extracorpórea que después de la CRC con DCP, pero los datos en

relación con este hallazgo son mixto

s 81,82

. Con independencia de

ello, la experiencia demuestra que debe mantenerse una diuresis

mayor de 0,5 ml/kg/h durante el período perioperatorio, aunque

carecemos de estudios aleatorizados en este momento para confir-

mar esta aseveració

n 77

.

El deterioro renal después de la cirugía cardiovascular sigue

siendo una causa importante de mortalidad y morbilidad periope-

ratoria. Mangano y cols.

83

observaron que, después de la revascu-

larización coronaria, la mortalidad fue mucho más baja en los

pacientes con función renal normal (0,9%) que en los pacientes con

insuficiencia renal aguda (IRA) (63%). Lamentablemente, no

parece que haya ninguna estrategia, aparte de mantener la normo-

volemia, que sea efectiva en la prevención del deterioro renal

postoperatori

o 76

.

Sistema endocrino: glucosa, hormona tiroidea

y terapia hormonal sustitutiva

Control de la glucosa

La hiperglucemia en los pacientes quirúrgicos es consecuencia de

la respuesta inflamatoria o «estrés» al traumatismo de la cirugía.

Los componentes de esta respuesta incluyen una respuesta endo-

crina (es decir, aumento de la producción de hormonas «contra-

rreguladoras» tales como cortisol, hormona de crecimiento,

glucagón y catecolaminas)

( fig. 50-4 )

, una respuesta inmunitaria

que da lugar a una mayor producción de citocinas, una respuesta

neurovegetativa que da lugar a una mayor estimulación del simpá-

tico y una alteración de la señalización de insulina. Estos cambios

aumentan la producción de glucosa, disminuyen su eliminación

durante la DCP e inducen resistencia a insulina, con lo que se

produce hiperglucemi

a 84 .

Aunque la cirugía cardíaca sin DCP desencadena una res-

puesta de estrés, la DCP aumenta esta respuesta muchas vece

s 84

. El

grado de hiperglucemia depende de diversas variables asociadas

con el empleo de la DCP, como el líquido cebador de la bomba

seleccionado, grado de hipotermia inducida y las medicaciones

administradas.

Los pacientes de mayor edad, los pacientes diabéticos y los

pacientes con arteriopatía coronaria son particularmente proclives

a la hiperglucemia perioperatoria, cuyos efectos perjudiciales

incluyen una disminución de la vasodilatación en respuesta a la

isquemia, una menor respuesta al tratamiento vasodilatador, dis-

minución de la circulación coronaria colateral, aumento de las

concentraciones de radicales libres de oxígeno, disminución de la

síntesis constitutiva de óxido nítrico, disminución de la activación

de los canales de potasio regulada por la adenosina trifosfato y

disminución de las respuestas al preacondicionamiento isquémico

o anestésic

o 85

.

Anestesia para los procedimientos de cirugía cardíaca

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Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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