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Terapia hormonal sustitutiva

Según la base de datos de la Society of Thoracic Surgeons (STS),

las mujeres constituyen el 29% de los pacientes sometidos a CRC.

El sexo femenino puede ser un factor de riesgo independiente de

mortalidad quirúrgica, síndrome de bajo gasto cardíaco y de infarto

de miocardio en la cirugía CR

C 16,92

.

Aunque la terapia hormonal sustitutiva (THS) ha sido un

foco de investigación en mujeres posmenopáusicas por posible

protección frente a la ECV, los estudios prospectivos aleatorizados

no han demostrado que la THS sea beneficiosa en la prevención

primaria ni en la secundaria de la arteriopatía coronari

a 93-95

. De

hecho, seguir una THS puede aumentar el riesgo de las mujeres de

padecer fenómenos cardiovasculares adversos.

Estudios retrospectivos unicéntricos de mujeres sometidas a

CRC han observado una menor mortalidad en las sometidas a THS

en el momento del ingres

o 96-98

. Un estudio multicéntrico observó

una tendencia hacia una menor mortalidad en las mujeres que

recibían THS, pero no un efecto estadísticamente significativo de

la THS sobre la mortalidad o morbilida

d 99

. Los investigadores lle-

garon a la conclusión de que las mujeres que siguen una THS no

deben suspenderlo antes o después de la cirugía. Sin embargo, el

informe reciente de un grupo de trabajo sobre pautas relacionadas

con el sexo para la CRC publicadas por la STS concluyen que, dado

el riesgo potencial de fenómenos tromboembólicos planteados por

la THS, es incierta la ventaja de continuar la THS a las pacientes

sometidas a CR

C 16

.

Sistema hematológico

Es bien conocida la repercusión de la DCP sobre el sistema hema-

tológico humano. La hemorragia es la principal complicación de la

cirugía cardíaca que requiere DCP. De hecho, del 15-20% del

empleo de productos sanguíneos en Estados Unidos se asocia con

la cirugía cardíac

a 100-102 .

El coste global es también impresionante;

se informa de que en todo el mundo se llevan a cabo anualmente

1-1,25 millones de operaciones cardíacas en adultos, con un precio

de 50.000 millones de dólares estadounidenses por añ

o 102 .

Más allá

de la carga económica de la transfusión de productos hemáticos en

la cirugía cardíaca está el dato de que hay también importantes

ramificaciones clínicas: la transfusión se ha asociado con unas

mayores tasas de mortalidad hospitalari

a 103 ,

infección y sepsis

perioperatoria

s 104 ,

disfunción pulmonar, ventilación mecánica pro-

longad

a 105

y disfunción rena

l 106 ,

así como una reducción persistente

en la calidad de vida después de la cirugí

a 107 .

Anticoagulación en la derivación cardiopulmonar

H

eparina

.

 Desde su descubrimiento por Jay McLean,

doctor en medicina, en 1915, la heparina ha resistido la prueba del

tiempo y sigue siendo el principal anticoagulante utilizado en la

cirugía cardíaca que requiere la DCP. El mecanismo de base del

efecto anticoagulante de la heparina gira alrededor de la capacidad

de la molécula de la heparina para unirse simultáneamente a la

antitrombina III (AT III) y a la trombina. El proceso de unión está

mediado por una secuencia singular de un pentasacárido que se

une a la AT III. La proximidad de la AT III y de la trombina,

mediada por la molécula de heparina, permite que la AT III inhiba

el efecto procoagulante de la trombina al unirse al residuo de serina

del sitio activo de la molécula de trombina. El efecto inhibidor de

la AT III aumenta 1.000 veces en presencia de heparina. El com-

plejo heparina-AT III puede afectar a varios factores de coagula-

ción, pero el factor Xa y la trombina son muy sensibles a la

inhibición por la heparina, y la trombina es 10 veces más sensible

a los efectos inhibidores de la heparina que el factor X

a 108 .

Sólo un tercio aproximadamente de las moléculas de hepa-

rina en una dosis de heparina contienen el segmento pentasacárido

crítico requerido para la unión de alta afinidad a la AT II

I 109

. Así, se

requieren unas dosis relativamente elevadas para producir el efecto

anticoagulante necesario para la DCP. De hecho, la dosificación de

la heparina para la DCP es un tanto empírica. Después de haber

determinado el tiempo de coagulación activado (TCA) basal (valores

normales de 80 a 120 segundos), se administra una dosis de

300-400U/kg en forma de bolo intravenoso. La dosificación poste-

rior de heparina para la circulación extracorpórea tiene como obje-

tivo mantener unos valores del TCA mayores de 480 segundos.

La dosis de heparina utilizada en los pacientes sometidos a

CRC se basa en un trabajo de referencia temprano publicado por

Bull y coautores en 197

5 109a .

Un pequeño estudio que buscaba

pruebas de la actividad de la trombina durante la DCP en primates

y pacientes pediátricos obtuvo unos resultados que apoyaban un

límite inferior seguro del TCA de al menos 400 segundo

s 110 .

En

1979, Doty y cols

. 111

propusieron un régimen de dosificación sim-

plificado guiado por los valores del TCA sin curvas dosis-respuesta.

Los datos y recomendaciones producidos por estos estudios son las

principales referencias en los protocolos actuales de dosificación

de heparina.

A pesar del papel histórico y continuado de la heparina en

la anticoagulación en los pacientes mantenidos con DCP, no es un

anticoagulante perfecto. A pesar de la administración de heparina

se produce coagulación por las vías intrínseca y extrínseca, y las

plaquetas pueden ser aún activadas por contacto con el circuito de

derivación y por la heparina directament

e 112,113 .

En la sección

«Trombocitopenia inducida por heparina» se comentan breve-

mente los anticoagulantes alternativos.

El empleo del TCA para monitorizar la eficacia de la hepa-

rina no es una ciencia exacta. Hay una gran variabilidad en la

respuesta de los pacientes a la anticoagulación a una dosis dada de

heparina. Por ello, los valores del TCA se correlacionan mal con las

concentraciones reales de heparin

a 114 .

A continuación presentamos

una breve revisión de la monitorización de la anticoagulación en

la DCP.

M

onitorización

de

la

anticoagulación

.

 Desde la pu­

blicación del estudio inicial de Bull y cols., el TCA ha sido el pilar

principal de la monitorización de la anticoagulación en la cirugía

cardíaca que precisa de la DCP. Se añade sangre total a un tubo de

ensayo que contiene un activador de fase por contacto, celite o

caolín y un pequeño cilindro de hierro. Se calienta la muestra a

37 °C, y se rota el tubo. Se detecta la formación de coágulo al retraer

el cilindro de hierro, que desestructura un campo magnétic

o 115 .

Diversas variables clínicas pueden afectar al TCA

( tabla 50-5 )

.

Además, los valores del TCA pueden variar según la casa fabricante

de la máquina y entre las poblaciones adultas y pediátricas. Algunos

autores razonan que por la presencia de estos factores interfirientes,

el TCA solo no es un monitor adecuado de la eficacia de la heparina

y que también se debe utilizar una monitorización simultánea o

auxiliar de la concentración de heparina durante la DC

P 114

. La pro-

longación del TCA por factores clínicos no relacionados con la

heparina, como hipotermia, hemodilución o anomalías plaquetarias

cuantitativas o cualitativas, requiere que el anestesista reduzca las

dosis de heparina para mantener el TCA a un nivel fijado de modo

1664

Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV

Tabla 50-5

 Factores clínicos que afectan al tiempo de coagulación activado

Hemodilución

Prolonga el TCA en presencia de heparina

Hipotermia

Prolonga el TCA

Trombocitopenia

Prolonga el TCA

Inhibidores plaquetarios

Prolongan el TCA

Lisis plaquetaria

Acorta el TCA

Aprotinina

Prolonga el TCA con el activador celite

Estrés quirúrgico

Acorta el TCA

TCA, tiempo de coagulación activado.