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extracranealmente y de forma bilateral en dos exploraciones con un

intervalo de tiempo entre ellas de, por lo menos, 30 minutos:

1. En cualquiera de las arterias cerebrales pueden registrarse las

«espigas sistólicas» o el «flujo oscilante» por insonación trans-

craneal bilateral de la arteria carótida interna (ACI) y la arteria

cerebral media (ACM); respectivamente, cualquier rama y otra

arteria pueden medirse (circulación anterior o posterior).

2. El diagnóstico establecido por el examen intracraneal debe

ser confirmado por un registro extracraneal bilateral de la

arteria carótida común, ACI, y de las arterias vertebrales.

3. La falta de señal durante la insonación transcraneal de las

arterias cerebrales basales no es fiable porque puede deberse

a problemas en la transmisión.

4. Ausencia de drenajes ventriculares o de aperturas extensas del

cráneo, como en las craneotomías descompresivas, que puedan

interferir con el desarrollo de la presión intracraneal.

De acuerdo con el informe del Therapeutics and Technology

Assesment Sucomittee of the American Neurology, la sensibilidad

del DTC en el diagnóstico de muerte encefálica oscila entre un 91%

y un 100

% 106 .

En un metaanálisis de 10 estudios relacionados con

DTC, dos estudios de alta calidad mostraron una sensibilidad del

95% y una especificidad del 99% para la detección de muerte ence-

fálica, y los 10 estudios refirieron una sensibilidad del 89% y una

especificidad del 99

% 107 .

Tras el análisis con DTC y la angiografía

de 40 pacientes con muerte encefálica clínica, Poularas y cols

. 108

encontraron una concordancia del 100% entre ambas técnicas en

la confirmación de la muerte encefálica. Sin embargo, dada la falta

de guías precisas, Young y cols

. 83

recomiendan firmemente que no

se utilice en exclusiva el DTC como test de la perfusión cerebral en

caso de sospecha de muerte encefálica.

Tomografía por emisión de positrones (PET)

En los estudios de imagen mediante PET se administran de forma

intravenosa trazadores radiactivos marcados con núclidos emiso-

res de positrones (p. ej., oxígeno 15 [

15

O], carbono 11 [

11

C], nitró-

geno 13 [

13

N]). Estos radionúclidos se incorporan a compuestos

orgánicos similares, desde el punto de vista químico, a los que están

presentes en el cuerpo, y se pueden medir varios parámetros fisio-

lógicos. Algunos informes sobre el uso de la PET para el diagnós-

tico de muerte encefálica reseñan su utilidad como prueba de

confirmación. En pacientes con muerte encefálica se ha observado

la ausencia de metabolismo de la glucosa cuando se utilizaba fluo-

rodesoxiglucosa con flúor 18 (

18

F-FDG

) 109 .

Por otra parte, Medlock

y cols

. 110

informaron del caso de un lactante de 2 meses con muerte

encefálica clínica y sin actividad eléctrica cerebral en el que demos-

traron la persistencia del metabolismo de la glucosa por la PET.

Estos autores pensaron que la conservación del metabolismo de la

glucosa se debía en parte a las células gliales, que son más resisten-

tes que las neuronas. La utilización de la PET en la investigación

de pacientes comatosos o con muerte encefálica está aún en una

fase inicial de desarrollo, y está limitada por su alto coste y por la

necesidad de disponer de instalaciones especiales. Laureys y cols

. 111

indicaron que la neuroimagen funcional está revelando nuevos

secretos acerca de la actividad cerebral en pacientes con daño cere-

bral grave, y que las mediciones del metabolismo y la actividad

cerebral tras un estímulo sensorial con PET, RMN funcional y

métodos electrofisiológicos puede aportar información sobre la

presencia, el grado y la localización de alguna función cerebral.

El anestesiólogo ante la

donación de órganos

El concepto de muerte encefálica se ha desarrollado, al menos en

parte, a consecuencia de los avances que se han conseguido en el

trasplante de órganos, y el objetivo principal del diagnóstico de

muerte encefálica es la posibilidad de obtener múltiples órganos

vitales destinados al trasplante. La «regla del donante muerto

» 112

constituye el axioma ético y legal para la extracción de órganos viables

y exige la declaración previa de muerte del paciente. Debido a la gran

escasez de fondos de órganos destinados al trasplante, se han pro-

puesto varias medidas para mejorar la tasa de donaciones proceden-

tes de pacientes en muerte encefálica, como son «la solicitud

requerida» y «la presunción de consentimiento

» 113,114 .

Además, se han

introducido los protocolos «del donante a corazón parado», en los

que se deniega la terapia demantenimiento a un paciente cuyamuerte

es inminente después de una parada cardíaca, con la retirada de los

órganos trasplantables. Estos protocolos son cada vez más populares,

sobre todo tras su aprobación por el Instituto de Medicin

a 115,116

.

Los anestesiólogos deben tener un amplio conocimiento

sobre la muerte encefálica y la donación de órganos porque están

implicados, no solo en el manejo anestésico de la extracción de

órganos de los pacientes en muerte encefálica, sino también en su

diagnóstico. En los pacientes con muerte encefálica, la función del

tronco del encéfalo, con o sin funciones corticales, está ausente, y

en teoría el paciente está inconsciente. Sin embargo, como la

médula espinal está intacta y permanecen los reflejos somáticos y

viscerale

s 1,53 ,

se requiere un cuidado especial para el control anes-

tésico. Son necesarios relajantes musculares para suprimir la acti-

vidadmotoramediada por los reflejos medulares. Se suelen emplear

vasodilatadores para suprimir la hipertensión y la taquicardia

secundaria a los estímulos dolorosos. Sin embargo, existe la opinión

de que, para la donación de órganos, la sedación y la analgesia

deben asociarse a la relajación muscular, sobre todo en los casos

de muerte troncoencefálic

a 35 ,

aunque los agentes analgésicos y

anestésicos son, en teoría, innecesarios. Cuando el anestesiólogo se

enfrenta al control anestésico para la donación de órganos, debe

considerar la situación de estos pacientes y observar si en realidad

presentan o no muerte encefálica. Van Norma

n 113

destacó que el

anestesiólogo debe tener conocimientos específicos sobre las defi-

niciones médicas y legales de la muerte, así como de los conceptos

éticos subyacentes, y que cuando los anestesiólogos se ocupen del

manejo anestésico para la donación de órganos, deben tener en

cuenta las condiciones de los pacientes en muerte encefálica y,

además, observar si están realmente en muerte encefálica.

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Muerte encefálica

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Sección VII

Cuidados críticos

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