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centro quimiorrespiratorio del bulbo raquídeo. La respuesta venti-

latoria al incremento de la Paco

2

aumenta de manera lineal hasta

80 mmHg, y después la pendiente se hace menos pronunciada y

alcanza un máximo de alrededor de 150 mmHg en perro

s 57

. La

lesión del centro respiratorio bulbar puede afectar al nivel de Paco

2

con el que se desarrolla respiración espontánea. El nivel de Paco

2

al

que se reanuda la respiración espontánea se modifica con la Pao

2

.

Wijdick

s 4

relató que aunque la mayoría de las guías de muerte en­

cefálica a nivel mundial incluían las pruebas de apnea (71 de 80 paí­

ses), solo 41 de los 71 definían un valor diana definitivo de la

Paco

2

(v.

tabla 88-1 )

, y concluía que en el caso de que se aceptara

la premisa de documentar la apnea utilizando la hipercapnia para

estimular al máximo los centros respiratorios, se podía llegar a la

conclusión de que en la mitad de los países la prueba de apnea no

se estaba realizando. Todavía no se conoce qué nivel exacto de

Paco

2

se debe alcanzar, pero los criterios de la American Academy

of Neurology definen varios prerrequisitos y el procedimiento de

la prueba, y establecen un nivel de Paco

2

superior o igual a 60

mmHg (v.

tabla 88-2 ) 11,54

, y los criterios del Reino Unido adoptan

un valor de Paco

2

de 6,65 KPa (50 mmHg

) 20

.

Prerrequisitos para el diagnóstico

de muerte encefálica

Varios trastornos simulan la muerte encefálica y pueden llevar a

que se haga un diagnóstico erróneo. Antes de aplicar los criterios

de muerte encefálica, debe confirmarse la ausencia de estas altera-

ciones y tener en cuenta los siguientes factores.

Coma profundo

El paciente debe estar en coma profundo y la causa del mismo

deber estar identificada. Ha de confirmarse el daño orgánico del

encéfalo antes de diagnosticar muerte encefálica. Se deben descar-

tar intoxicaciones farmacológicas, alteraciones electrolíticas, ácido-

base y endocrinas graves, hipotermia y otras enfermedades tratables

frecuentes.

Temperatura corporal

Cuando cesan las funciones troncoencefálicas y del hipotálamo, y

después de producirse la desconexión completa entre la médula

espinal y las estructuras encefálicas supraespinales, el paciente se

vuelve poiquilotermo, y su temperatura corporal tiende a la hipoter-

mia, incluso a pesar de proceder a un calentamiento intensivo. Como

la hipotermia suprime la función del SNC y puede provocar un

diagnóstico erróneo demuerte encefálica, antes de aplicar los criterios

de muerte encefálica, la temperatura corporal debe estar dentro de

los límites normales (es decir, es necesario corregir la hipotermia).

Ausencia de shock cardiovascular

Cuando aumenta la presión intracraneal se produce hipertensión

sistémica como consecuencia del fenómeno de Cushing. A esto le

sigue un descenso brusco de la presión arterial por la súbita inte-

rrupción de la eferencia vasomotora troncoencefálica y del hipo-

tálamo hacia la médula espinal. La hipotensión se suele resolver de

forma espontánea después de varios días, porque se reestablece la

actividad espontánea de las neuronas vasomotoras de la médula

espinal. Como la hipotensión suprime el flujo sanguíneo cerebral,

y quizá también la actividad electroencefalográfica, puede llevar a

que se haga un diagnóstico erróneo, siendo preciso administrar

vasopresores. Estos fármacos suelen restaurar la actividad elec-

troencefalográfica para la determinación de muerte encefálica.

Diagnóstico clínico de muerte

encefálica

Las directrices y el diagnóstico clínico que determinan la muerte

encefálica son diferentes entre paíse

s 3,4

, y entre los hospitales de

Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, el principio parece

simila

r 1,3,4,11

y hay que cumplir los siguientes tres pasos para hacer

el diagnóstico clínico de esta situación:

1. Establecer la causa de la enfermedad.

2. Excluir determinados síndromes potencialmente reversibles

que pueden producir signos similares al de la muerte

encefálica.

3. Demostrar la presencia de los signos clínicos de muerte

encefálica: coma, arreflexia troncoencefálica y apnea.

Las pruebas para confirmar la muerte encefálica no son

siempre obligatorias, pero sí son deseables, sobre todo cuando el

cuadro clínico es confuso. Suelen ser necesarias dos exploraciones

separadas al menos por 6 horas para establecer el diagnóstico de

muerte encefálica. La mayoría de las normativas obligan a que el

diagnóstico clínico se confirme por dos o tres médicos indepen-

dientes del equipo de transplante, y al menos uno de ellos debe ser

especialista en neurología, neurocirugía o anestesiología.

Consideraciones especiales

Muerte cerebral: estado vegetativo

persistente

La muerte cerebral, denominada estado vegetativo persistente, se

refiere al cese de las funciones corticales cerebrales. Las funciones

troncoencefálicas que gobiernan los centros respiratorios, el sistema

nervioso neurovegetativo y los sistemas endocrino e inmunitario, y

que son fundamentales para la vida, están conservadas. Aunque el

EEG cortical es isoeléctrico, suele presentar artefactos por la actividad

electromiográfica externa de la frente, un signo que indica que hay

preservación de la función del nervio facial en el tronco del encéfalo.

El estado vegetativo persistente representa una pérdida irreversible

de la consciencia, pero no de la vida ni del mecanismo de ésta. Los

pacientes en este estado pueden sobrevivir durante meses o años. El

término

muerte cerebral

se emplea a veces de manera errónea para

indicar la muerte encefálica, que incluye al tronco del encéfalo.

La muerte cerebral no se ha aceptado tradicionalmente como

equivalente a muert

e 58 .

Sin embargo, algunos autores defienden que

se debe aceptar la muerte cerebral como la muerte del individuo,

porque los elementos fundamentales de la vida que definen al ser

humano son el conocimiento y la «esencia de la persona», que se

originan en el cerebr

o 59 .

Los problemas de este concepto son que la

permanencia de la disfunción cerebral no se pueden predecir con

facilidad en la mayoría de las circunstancias clínicas, y amenaza a

las personas de vejez extrema o con retraso mental profundo, que

pueden tener un grave deterioro de las funciones superiore

s 59,60

. De

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Cuidados críticos

VII