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el paciente se convierte en poiquilotermo. Cuando se aplicaron los

criterios del National Institute of Neurological Diseases and Stroke

(NINDS) para establecer la muerte encefálica, estos pacientes sólo

mostraban una «tendencia a presentar temperaturas inferiores a las

normales

» 17

. Por el contrario, cuando se estableció la muerte ence-

fálica según el criterio de interrupción de todas las funciones

troncoencefálicas, «se observó poiquilotermia en todos los pacien-

tes que llevaban más de 24 horas en muerte encefálica

» 37 .

Incluso

si se produjera una infección, no se desarrollaría fiebre en los casos

de muerte encefálica, porque los centros termorreguladores ya no

funcionan. Tras la muerte encefálica, la temperatura corporal

tiende a la hipotermia, incluso a pesar de la aplicación intensa de

calor externo.

Funciones endocrinas hipotálamo-hipofisarias

Ninguno de los criterios que se utilizan para establecer la muerte

encefálica intenta determinar si se mantienen preservadas las fun-

ciones del hipotálamo. Los estudios clínicos han indicado que las

funciones del hipotálamo y de la adenohipófisis se conservan hasta

cierto grado durante un tiempo después del inicio de la muerte

encefálica. Shrader y cols

. 38

publicaron la presencia de niveles nor-

males de hormonas de la adenohipófisis, con semividas inferiores

a 1 hora, como la tirotropina, la prolactina, la hormona del creci-

miento (GH) y la hormona luteinizante, así como pruebas positivas

para la hormona hipotalámica liberadora de hormona luteinizante

y para la hormona liberadora de tirotropina durante 2-24 horas

tras la determinación de muerte encefálica. Sugimoto y cols

. 39

confirmaron que la concentración de estas hormonas fue normal

durante más de una semana.

Por el contrario, el nivel de vasopresina (una hormona que

se produce en el hipotálamo y se almacena en la neurohipófisis)

disminuye de forma brusca tras la muerte encefálic

a 39

, aunque la

aparición de diabetes insípida es variable y, en un estudio, muchos

pacientes no la presentaron tras la muerte encefálica

40 .

En otro

trabajo se halló que 24 (77%) de 31 pacientes con muerte encefálica

tenían diabetes insípida clínic

a 41 .

Cuando se añade arginina vaso-

presina a los líquidos de infusión en los casos de muerte encefálica

con diabetes insípida, se puede mantener la actividad cardíaca

durante mese

s 42 .

También se notificó que los niveles plasmáticos de

las hormonas tiroideas triiodotironina (T3) y tiroxina (T4) descen-

dieron de manera brusca tras la muerte encefálic

a 43 .

El diafragma de la silla turca protege la hipófisis de la com-

presión que produce el edema cerebral. La irrigación sanguínea de

esta glándula proviene sobre todo de las arterias hipofisarias supe-

rior, media e inferior, y de la arteria capsular. El sistema venoso

portal es otra fuente de irrigación para el lóbulo anterior. En la

muerte encefálica, el flujo sanguíneo a través de la arteria hipofisa-

ria superior y de la vena porta puede bloquearse fácilmente. Sin

embargo, el que procede de la porción cavernosa de la arteria

carótida interna y sus ramas, como la arteria hipofisaria inferior y

la arteria capsular, puede quedar indemn

e 44 .

Los estudios morfoló-

gicos de muerte encefálica indican que el daño del lóbulo anterior

es incompleto, pero grave, mientras que el lóbulo posterior está

relativamente conservad

o 39

. Sin embargo, como la hormona anti-

diurética (ADH) se sintetiza en el hipotálamo y se transporta al

lóbulo posterior de la hipófisis a través del flujo axoplásmico por

el axón largo, la depleción de ADH puede ser mayor que la que se

podía esperar por el ligero daño morfológico observado en el

lóbulo posterior.

En los estudios sobre la muerte encefálica, las hormonas

hipotalámicas, como la hormona liberadora de GH, la hormona liberadora de corticotropina (CRH), la hormona liberadora de

tirotropina y la hormona liberadora de hormona luteinizante,

presentaban nivelesmínimos o un poco por debajo de lo norma

l 39,45 .

Schrader y cols.

38

publicaron una respuesta normal de la GH al

estímulo hipoglucémico. Arita y cols

. 46

también demostraron que

la insulina y la arginina incrementan los niveles de GH en pacien-

tes con muerte encefálica. La hipoglucemia estimula los gluco­

rreceptores del núcleo ventromedial para secretar la hormona

liberadora de GH y CRH, y estimula la liberación de GH o de

ACTH, lo que indica que hay una conservación parcial de la

función hipotalámica. Sin embargo, no puede identificarse el

origen de las hormonas hipotalámicas liberadas en caso de muerte

encefálica. Los resultados de los estudios morfológicos del hipotá-

lamo son controvertidos. Walker y cols

. 17

publicaron que había

neuronas con cambios líticos entremezcladas con células relativa-

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Cuidados críticos

VII

Figura 88-1

 Comportamiento de la

presión arterial y de la frecuencia

cardíaca antes y después de la

muerte encefálica. El paciente, un

varón de 18 años, había sufrido un

accidente de tráfico. La hipertensión

sostenida fue seguida de un

marcado y súbito descenso en la

presión arterial. Se administró

dopamina para incrementar la

presión arterial, que fue siendo

gradualmente más estable. Se

fueron reduciendo las dosis de

dopamina, hasta que finalmente

acabaron siendo innecesarias.