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mos criterios de muerte encefálica se pueden aplicar a neonatos a

término, lactantes mayores de 7 días, niños y adulto

s 71

si se pro-

longa un período de observación para los niños más pequeños. Sin

embargo, se han publicado varios trabajos en contra de esta idea.

Por ejemplo, algunos investigadores recomendaron que en lactan-

tes y niños, la Paco

2

que debe alcanzarse en la prueba de apnea

debe ser superior a 12 kPa, porque, a veces, el umbral de dióxido

de carbono necesario para la determinación de apnea es mayor en

niños que en adulto

s 69,72 .

Ashwal y Serna-Fonsec

a 73

hicieron hincapié en que se puede

diagnosticar muerte encefálica en el neonato a término, incluso de

menos de 7 días, si el período de observación para confirmar el

diagnóstico se prolonga hasta las 48 horas; y en caso de EEG isoe-

léctrico o de ausencia de flujo sanguíneo cerebral, el período de

observación se puede acortar a 24 h. También sugirieron que se

puede aplicar la misma franja de tiempo en el caso de los pretér-

minos. Sin embargo, el grupo de trabajo especial excluyó de sus

directrices a los lactantes de menos de 7 día

s 70 .

Existen varios puntos

de interés en el diagnóstico de muerte encefálica neonata

l 74

.

1. Si el daño ocurre en el útero, puede ser difícil establecer la

duración y gravedad del mismo.

2. Aún no se ha determinado cuál es la presión arterial sisté-

mica normal del neonato.

3. El EEG y la ecografía Doppler transcraneal pueden no ser

fiables al 100%.

4. La exploración clínica puede no ser fiable por la inmadurez.

Se ha publicado el caso de un lactante prematuro que sufrió

una hemorragia intraventricular en su segundo día de vida y mos-

traba ausencia de reflejos troncoencefálicos, apnea y flaccidez, pero

nunca se le diagnosticó muerte encefálic

a 75

, así como el caso de 15

o 20 neonatos con EEG isoeléctrico que conservaban una función

encefálica parcia

l 76 .

Desde la publicación de estas guías, se han

comunicado varias violaciones o variaciones en la práctica de las

misma

s 77,78

. Mejia y cols

. 77

investigaron la variabilidad de la práctica

a la hora de determinar la muerte encefálica y la obtención de

órganos en unidades de cuidados intensivos pediátricos. Aunque se

ha considerado que la prueba de apnea es el criterio más impor-

tante para hacer un diagnóstico de muerte encefálica, incluso en el

caso de niños, aquélla no se realizó en 23 (25%) de 93 pacientes con

muerte encefálica, y los métodos para realizarla no concordaban

con las directrices para la determinación de muerte encefálica en

20 pacientes pediátricos (22%). En cuatro de 30 pacientes menores

de 1 año no se realizó la prueba de confirmación. Los autores con-

cluyeron que la variabilidad en la práctica para la determinación de

muerte encefálica puede reflejar diferencias de documentación, des­

conocimiento de las directrices o desacuerdo con las mismas.

Teoría del cerebro como

integrador central

La idea que equipara la muerte encefálica con la muerte del indi-

viduo se basa fundamentalmente en la teoría del «cerebro como el

integrador central del cuerpo». En la muerte encefálica el cuerpo

ya no constituye un organismo integrado sino un conjunto de

órganos que se disocian rápidamente perdiendo la capacidad de

trabajar de forma coordinada como un tod

o 79 .

Antes se creía que

los pacientes en muerte encefálica sufrían inevitablemente una

parada cardíaca en un corto período de tiempo (habitualmente de

1 a 2 semanas), a pesar de la intensidad del soporte vital.

No obstante, se ha reconocido que no todos los pacientes

en muerte encefálica desarrollan un colapso cardiocirculatorio

en un corto período de tiempo y algunos de ellos muestran un

nivel adecuado de integración biológica durante semanas y meses

(hasta más de 14 años en un caso) si reciben un soporte vital

adecuado. Además, estos pacientes pueden asimilar nutrientes,

eliminar deshechos, luchar contra infecciones, cicatrizar heridas

y sacar adelante una gestación, sin control del cerebro. Zapperetti

y cols. afirman que la teoría «del integrador central» se basa más

en lo que pensamos que debería sucederle al paciente, de acuerdo

con la definición, que en lo que observamos clínicamente

80 .

Variabilidad de políticas

y prácticas en la determinación

de muerte encefálica

A pesar de que el concepto de muerte encefálica como definición

de muerte del individuo está ampliamente aceptado, existe una

variabilidad significativa en las políticas y prácticas para determi-

nar la muerte encefálica entre países e incluso en el seno de un

mismo país; es decir, entre estados y hospitales. Wijdick

s 4

comunicó

que en los 80 países examinados, solo 55 de ellos (69%) presentaban

patrones de regulación legal con relación al transplante de órganos

y 70 (88%) poseían guías prácticas para el diagnóstico de muerte

encefálica en adultos. Todas las guías coinciden en la necesidad de

descartar los factores que pueden producir confusión, el coma

irreversible, la ausencia de respuestas motoras y de reflejos tron-

coencefálicos, pero existen grandes diferencias en el método de la

prueba de apnea, en el tiempo de observación, en el número y

experiencia requerida del médico examinador, y en la exigencia de

las pruebas complementarias de confirmación (v.

tabla 88-1

).

Además, como las prácticas para la determinación de muerte ence-

fálica en EE.UU. y Canadá vienen determinadas por cada hospital,

se han encontrado importantes diferencias en las políticas y las

directrices sobre la muerte encefálica. Wijdicks y otros investigado-

res subrayaron la necesidad de estandarizar la práctica de la deter-

minación neurológica de la muert

e 4,81,82

. Estas diferencias en la

práctica se observaron también en la población pediátric

a 77,78

y en

los criterios de muerte troncoencefálica en el Reino Unid

o 23 ,

a pesar

de la existencia de guías claras para la realización de la prueba.

Pruebas de confirmación

de muerte encefálica

Las pruebas que confirman la pérdida de actividad bioeléctrica

encefálica o la interrupción circulatoria cerebral son opcionales

para los adultos, pero muy recomendables para los niños, sobre

todo cuando son menores de 1 año

( tabla 88-4 ) 1,3,4,70 .

En varios

países europeos, centroamericanos, sudamericanos y asiáticos, la

ley establece la necesidad de realizar estas pruebas de confirmación

(v.

tabla 88-1 ) 1,3,4

. En Estados Unidos, la elección de las mismas se

deja al criterio del médico. Young y cols

. 83

propusieron unos crite-

rios para unas pruebas de confirmación complementarias ideales:

1. No deben existir «falsos positivos»; es decir, cuando el test

confirma la «muerte encefálica» no debe haber nadie que se

recupere o que tenga el potencial de recuperarse.

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Cuidados críticos

VII