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mente normales, un resultado que puede explicar el mantenimiento

de la secreción de hormonas hipotalámicas. Por el contrario, Sugi-

moto y cols

. 39

observaron necrosis extensa del hipotálamo tras el

sexto día de muerte encefálica, y propusieron un aporte no ence-

fálico de estas hormonas, como desde el páncreas, el intestino, o la

glándula suprarrenal. El hipotálamo recibe su irrigación a través

de las ramas de las arterias hipofisarias superior y comunicante

posterior. El flujo de sangre al hipotálamo, al menos en la parte

basal, puede estar conservado en los casos relativamente leves de

hipertensión intracraneal.

Se ha desarrollado una terapia hormonal para la estabiliza-

ción hemodinámica de los donantes en muerte encefálica, acon-

sejándose su empleo. El Cardiac Work Group of the Crystal City

Conference conducido por la United Network for Organ Sharing

(UNOS) recomendó un algoritmo para el manejo de un donante

de corazón que incluía cuatro fármacos en la resucitación hormo-

nal (T

3

, vasopresina, metilprednisolona e insulina) para los donan-

tes con una fracción de eyección ventricular inferior al 45% o

hemodinámicamente inestable

s 47 ;

y los estudios multivariantes de

la Organ Procurement and Transplantation Network (OPTN/

UNOS) sobre la terapia hormonal de los donantes en muerte

encefálica (T

3

/T

4

, metilprednisolona y arginina vasopresina) reve-

laron unos incrementos significativos en los órganos transplanta-

dos y en la supervivencia a 1 año en el caso de los transplantes de

riñón y corazó

n 48 .

Sistema inmunitario

El sistema inmunitario está bajo el control del SNC. Incluso cuando

está intacto, su respuesta a la estimulación se modifica considera-

blemente tras la pérdida total e irreversible de las funciones del

SNC. En la sangre y los órganos de pacientes con muerte encefálica

se observan mayores niveles de citocinas (IL-1

b

, IL-6, TNF-

a

)

49,50

y moléculas de adhesión (E-selectina, ICAM-1,VCAM-1

) 51,52

y se

cree que estas citocinas son responsables de algunas de las altera-

ciones endocrinas y de los reactantes de fase aguda que presentan

dichos pacientes, así como del poco éxito de los transplantes.

Reflejos troncoencefálicos

Para diagnosticar muerte encefálica se utilizan varios reflejos tron-

coencefálicos, como el pupilar, el oculocefálico, el oculovestibular

y el tusígeno. La conservación de este último reflejo indica que el

centro respiratorio troncoencefálico está conservado. No se nece-

sita que todos los reflejos del tronco (excepto los de los centros

respiratorios) estén presentes para decir que el organismo está vivo,

pero son los que se evalúan para confirmar la conservación de las

funciones del tronco encefálico.

Criterios y pruebas para el

diagnóstico de muerte encefálica

El diagnóstico de muerte encefálica confirma la interrupción irre-

versible de todas las funciones de la totalidad del encéfalo, incluido

el tronco del encéfal

o 11 .

Irreversible significa que no es de esperar

de forma razonable que algún tratamiento modifique dicho estado.

Se puede pensar que el trastorno responsable es estructural, y que

no se debe a motivos funcionales y posiblemente reversibles, como

intoxicación por fármacos, hipotermia, o alteraciones metabólicas

o endocrinas. El paso del tiempo es también un componente esen-

cial a la hora de determinar que la lesión es irremediable. Aunque

desde el punto de vista conceptual es imposible analizar todas las

funciones encefálicas, en la práctica la interrupción de todas ellas

se determina por la pérdida de consciencia y de respuestas tron-

coencefálicas, por la apnea, y por las pruebas de confirmación,

como la ausencia de actividad electroencefalográfica.

Pérdida de consciencia y arreactividad

El paciente debe estar en coma y presentar una puntuación de 3 en

la escala de coma de Glasgow. No debe haber respuestas motoras

de los miembros y los músculos faciales a la presión supraorbitaria

dolorosa. Puede haber respuestas motoras espontáneas (es decir, el

signo de Lázaro) durante la prueba de apne

a 53

y se considera que

tienen un origen medular. Este signo suele observarse ante episo-

dios hipóxicos o hipotensivos. También se aprecian otros movi-

mientos espontáneos de origen medular.

Pupilas

La forma de las pupilas puede ser redondeada, oval o irregular. Su

tamaño puede variar de 4 a 9mm, pero en la mayoría de los casos

es de 4 a 6 m

m 11,54

. En casos de muerte encefálica, las vías simpá-

ticas cervicales pueden estar intactas, conectar con las fibras radia-

les del músculo dilatador de la pupila y provocar midriasis.

Respuestas troncoencefálicas

Las pruebas de las respuestas troncoencefálicas varían entre los

diferentes países. Los criterios de la American Academy of Neuro-

log

y 11

incluyen el reflejo a la luz, el oculocefálico, el vestibular

(calórico), el corneal, el mandibular, el faríngeo y el tusígeno.

Prueba de apnea

La prueba de apnea es obligatoria para el diagnóstico de muerte

encefálica y está considerada como la prueba más importante, pero

han existido controversias al respecto. Su seguridad es un aspecto

fundamental. Durante esta prueba se pueden producir cambios

considerables en los signos vitales, una hipotensión profunda,

arritmias cardíacas grave

s 54

y neumotóra

x 55 .

Además, la presión

intracraneal puede aumentar de forma significativa. La prueba de

apnea debe ser la última en realizarse, una vez que las demás

cumplen los criterios de muerte encefálica. Goudreau y cols

. 56

publicaron que durante esta prueba se desarrollaron complicacio-

nes, como descenso marcado de la presión arterial o arritmias

ventriculares en 27 (39%) de 70 pacientes que tenían factores des-

favorables antes de la prueba, pero solo en 11 (15%) de 74 pacientes

que no los tenían. Estos autores puntualizaron que los principales

factores desfavorables previos a la prueba eran una preoxigenación

inadecuada y las alteraciones electrolíticas y ácido-base. La Ame-

rican Academy of Neurology recomienda la preoxigenación con

oxígeno al 100% durante 10 minutos antes de realizar la prueba

de apnea si la Pao

2

es menor de 200 mmHg, y administrar O

2

, a

6 l/min, en la tráquea u O

2

al 100% a través de un catéter abocado

a nivel de la carina durante la prueba de apnea (v.

tabla 88-2 ) 11,54

.

Otro aspecto es determinar cuál es el nivel adecuado de

Paco

2

que debe alcanzarse. Después de que se extendiera el uso de

los equipos de gasometría, se confirmó que el valor de la Paco

2

era

más relevante que el tiempo de apnea. Un incremento de la Paco

2

disminuye el pH del líquido cefalorraquídeo, lo que estimula el

Muerte encefálica

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Sección VII

Cuidados críticos

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