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convertido en alternativas aceptadas a la revascularización qui-

rúrgica de las lesiones aortoilíacas, renales, subclavias y femoro-

poplíteas. El tratamiento endovascular de la patología carótida es

una innovación en la evolución de la prevención del ictus y en

este momento consiste en la realización de una angioplastia per-

cutánea transluminal con colocación de una endoprótesis. La

utilización de endoprótesis carotídeas está aumentando de forma

rápida, pero todavía no se ha establecido la seguridad y eficacia

de este abordaj

e 488 .

Una preocupación importante es el riesgo de

que la endoprótesis de la carótida libere partículas embólicas que

puedan provocar deficiencias neurológica

s 489

. Actualmente se está

haciendo hincapié en los dispositivos de protección embólica que

tratan de prevenir las embolizaciones durante la manipulación

del catéter y la expansión del globo o la endoprótesi

s 489,490

. Estos

dispositivos se despliegan distalmente a la lesión de la carótida

interna y están diseñados para capturar restos ateromatosos libe-

rados durante el procedimiento.

Los defensores de las endoprótesis de carótida han recomen-

dado esta intervención como alternativa a la endarterectomía, sobre

todo en subgrupos concretos de pacientes considerados de alto

riesgo para la cirugía abiert

a 491,492

. Una declaración de consenso

reciente apoya la colocación de endoprótesis carotídeas en pacientes

de alto riesg

o 493

. Sin embargo, se ha cuestionado el concepto de

paciente de alto riesgo para la endarterectomí

a 290,291

porque no

existen datos que permitan definir con claridad a este grupo tan

amplio de pacientes. Los primeros ensayos aleatorizado

s 494

han

demostrado que las frecuencias combinadas de ictus y muerte con

endoprótesis de carótida sin protección embólica son del 10-12%,

lo que ha generado dudas sobre la seguridad. El ensayo Stenting

and Angioplasty with Protection in Patients at High Risk for

Endarterectomy describió que las endoprótesis carotídeas con pro-

tección embólica no eran peores que la endarterectomí

a 495 .

Este

ensayo llevó a la FDA a aprobar las endoprótesis carotídeas en

pacientes con estenosis sintomática de esta arteria. Dos ensayos

aleatorizados concluidos recientemente han descrito resultados

muchos menos favorables para la endoprótesis carotídea, lo que ha

alimentado el debate entre la endoprótesis y la endarterectomí

a 496,497

En este momento se están realizando más ensayos multicéntricos

aleatorizados a gran escala sobre la endoprótesis carotídea frente a

la endarterectomí

a 498 .

La mayoría de las técnicas de endoprótesis carotídea se

practican con anestesia local sin sedación o con sedación ligera en

salas endovasculares especializadas. En algunos centros se emplea

anestesia general, sobre todo en las fases iniciales del programa.

Se ha descrito cierto grado de bradicardia e hipotensión en el 68%

de los pacientes que se someten a una endoprótesis de la arteria

carótid

a 499 .

Un porcentaje elevado de estas intervenciones las rea-

lizan cardiólogos (57%) y radiólogos (30%

) 500 .

Tratamiento postoperatorio de

los pacientes de cirugía vascular

Los pacientes de cirugía vascular necesitan una atención especial

durante el postoperatorio porque la mayor parte de las complicacio-

nes cardíacas se producen en este período y pueden surgir otros

problemas que necesiten una atención inmediata. La práctica con-

vencional consiste en monitorizar a todos los pacientes de cirugía

vascular en una UCI después de la cirugía. Algunos centros han

desarrollado unidades de cuidados intermedios vasculares especia-

lizadas en las que los pacientes de menor riesgo pueden ser valorados

con asiduidad por parte de personal de enfermería especializado. Sin

embargo, no existen ensayos clínicos aleatorizados que apoyen esta

práctica y en la mayoría de los centros se ingresan a todos los pacien-

tes de cirugía vascular en la UCI durante el postoperatorio.

La isquemia miocárdica y la morbilidad cardíaca son más

frecuentes en el postoperatorio. Debe monitorizarse la aparición de

signos y síntomas de isquemia, pero hasta en un 90% de estos episo-

dios es asintomátic

o 501-505

. Los determinantes del aporte y el consumo

de oxígeno por parte del miocardio deben optimizarse en todos los

pacientes

( fig. 52-18 )

para prevenir la isquemia antes de su desarrollo.

Los betabloqueantes y las vastatinas deberían mantenerse durante

todo el postoperatorio. Las arritmias pueden ser secundarias a la

isquemia o a la simpatectomía asociadas a la anestesia regional.

Además de la isquemia miocárdica y la morbilidad cardíaca,

otros problemas son la coagulopatía secundaria a la heparina resi-

dual o a una coagulopatía por dilución tras una transfusión masiva.

Incluso en ausencia de coagulopatía, se puede producir una hemo-

rragia en las anastomosis vasculares recién realizadas cuando se

deja sin tratamiento una hipertensión postoperatoria importante.

La hipovolemia posterior a la cirugía aórtica puede ser consecuen-

cia de pérdidas de líquidos importantes hacia el tercer espacio o

por hemorragias. La hipovolemia puede dar lugar a hipotensión

con hipoperfusión de las arterias coronarias o de los injertos vas-

culares de la extremidad inferior. En el 3-10% de los pacientes se

produce una oclusión del injerto de la extremidad inferio

r 27,28,323

tras la cirugía de la extremidad inferior o aórtica, la cual debe

detectarse de forma inmediata y tratarse de forma quirúrgica. Los

pulsos de la extremidad inferior deben controlarse cada hora. En

algunos pacientes es necesario administrar heparina o dextranos

para prevenir la trombosis cuando la reparación quirúrgica sea

discutible o en presencia de una aterosclerosis difusa.

La hipotermia residual en el postoperatorio inmediato se

asocia a un aumento de la incidencia de isquemia del miocardio y

morbilidad cardíaca; por tanto, la temperatura corporal debería

monitorizarse y controlarse de forma cuidadosa en todos los

1800

Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV

Figura 52-18

 Determinantes del aporte y el consumo de oxígeno por parte del miocardio que conducen a isquemia miocárdica. Durante el período

perioperatorio, prácticamente todos los determinantes se ven modificados por factores como el desplazamiento de líquidos, la pérdida de sangre, el dolor, las

catecolaminas, las alteraciones de la coagulabilidad y la insuficiencia ventilatoria.

(Adaptada de Beattie C, Fleisher LA: Periopeative myocardial ischemia and

infarction.

Int Anesthesiol Clin

30:1-17, 1992.)