Table of Contents Table of Contents
Previous Page  1915 / 2894 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 1915 / 2894 Next Page
Page Background

Aunque la mayoría de los pacientes puede someterse a la colo-

cación de una TIPS con sedación, algunos especialistas prefieren uti-

lizar anestesia general en pacientes seleccionados debido a la naturaleza

prolongada del procedimiento, al efecto depresor respiratorio potencial

de los sedantes en pacientes cirróticos con una disfunción pulmonar

subyacente secundaria a la ascitis y/o la hipoxemia derivadas del sín-

drome hepatopulmonar y al riesgo de aspiración. Independientemente

de la anestesia elegida, antes del procedimiento es necesario realizar

una reanimación apropiada con líquidos y hemoderivados en aquellos

pacientes que hayan padecido una hemorragia por varices. Además,

los pacientes cirróticos que van a someterse a la colocación de una

TIPS presentan con frecuencia una coagulopatía grave que obliga a

realizar un tratamiento procoagulante antes del procedimiento.

Durante la colocación de una TIPS pueden producirse varias

complicaciones que exijan la intervención del anestesiólogo. Durante

la venopunción puede provocarse un neumotórax o lesiones vascu-

lares en el cuello. Dichas complicaciones pueden reducirse mediante

el control ecográfico durante la punciónde la vena yugular. Durante el

paso intracardíaco del catéter pueden inducirse arritmias cardíacas

de origen mecánico. Por último, el anestesiólogo debería estar pre-

parado para tratar una hemorragia aguda potencialmente mortal

provocada por la punción de la arteria hepática junto con un desga-

rro capsular hepático o producida por una punción sobre la vena

porta extrahepática. La situación hemodinámica puede deteriorarse

con el desarrollo de un edema pulmonar e insuficiencia cardíaca

congestiva en pacientes con una reserva cardíaca al límit

e 227 .

Resección hepática

Las consideraciones preoperatorias antes de una resección hepática

implican la valoración del riesgo, sobre todo mediante el uso de la

clasificación de CTP o MELD. Con frecuencia se realiza una endos-

copia superior, una tomografía computarizada (TC) y una resonancia

magnética (RM), o ambas, con el fin de descartar varices esofágicas

significativas. Una trombocitopenia grave o la presencia de varices

grandes representan un riesgo perioperatorio alto y deberían descar-

tar la cirugía hasta que no fuesen tratada

s 228

. La anemia y las coagu-

lopatías graves deberían corregirse antes de la cirugía. Las decisiones

acerca de la elección y la dosificación de los anestésicos deberían tener

en cuenta cualquier tipo de disfunción hepática parenquimatosa basal,

así como una disfunción hepática postoperatoria potencial secundaria

a la resección de una porción principal del parénquima hepático.

Aunque es bien conocido el riesgo de hemorragias intraopera-

torias significativas y la necesidad de una monitorización adecuada y

de un acceso vascular suficiente como para permitir una transfusión

rápida, la fluidoterapia global durante una resección hepática mayor

es motivo de debate. En algunos centros, la administración de sangre

y de líquidos se realiza con generosidad durante las fases iniciales de

la resección para aumentar el volumen intravascular como efecto

tampón contra una pérdida de sangre súbita. Otros centros están a

favor demantener una presión venosa central baja durante la resección

con el findeminimizar pérdidas sanguíneas desde los circuitos venosos

hepáticos, las venas hepáticas principales o la vena cava. Estos lugares

contribuyen de forma notable a la mayor parte de la hemorragia que

se produce durante una resección hepática. También puede lograrse

una reducción notable de la presión venosa intrahepática colocando

al paciente con unos pocos grados de posición en Trendelenburg,

estrategia que, en teoría, podría mantener o incluso aumentar la pre-

carga cardíaca y el gasto cardíaco, aparte de disminuir el riesgo de

embolia gaseosa desde las venas hepáticas desgarradas. En los pacien-

tes sin disfunción renal previa, este último abordaje no parece tener

un impacto significativo sobre la función renal postoperatori

a 229

.

Aunque las consideraciones sobre el tratamiento postopera-

torio básico son similares a las de otros procedimientos abdomina-

les mayores, varios aspectos del tratamiento son fundamentales. La

fluidoterapia intravenosa debería complementarse con fosfato

sódico o potásico, ya que a menudo es preciso para prevenir una

hipofosfatemia grave y facilitar la regeneración hepática. La dismi-

nución del aclaramiento de fármacos con metabolismo hepático es

importante ante la decisión de seleccionar y ajustar las dosis de los

métodos de analgesia postoperatoria.

Crioterapia hepática

La crioterapia hepática consiste en la aplicación de material a tempe-

raturas por debajo de 0°C mediante sondas de varias luces colocadas

intraoperatoriamente bajo control ecográfico. Este procedimiento se

emplea en tumores hepáticos malignos no resecables. Las considera-

ciones preanestésicas para la crioterapia hepática son similares a las

de la resección hepática. Deberían instaurarse medidas para conser-

var el calor durante el procedimiento mediante una monitorización

continua de la temperatura central. Por lo general, la hemorragia

intraoperatoria no es lo suficientemente significativa como para pro-

vocar inestabilidad hemodinámica. Los problemas postoperatorios

pulmonares, renales y de la coagulación pueden manifestarse como

secuelas del «síndrome de crioshock», incluso después de un proce-

dimiento con una estabilidad intraoperatoria inconfundibl

e 230

.

Agradecimientos

Los autores reconocen con gratitud la ayuda de Kelly Lewis, doctor

en Farmacia, en la preparación de las

tablas 56-4 y 56-5 .

Anestesia y el sistema hepatobiliar

1915

56

Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito

Figura 56-7

 Técnica de derivación transyugular intrahepática portosistémica (TIPS). Se introduce una endoprótesis (o varias) a través de la vena yugular

interna sobre una guía metálica hasta el interior de la vena hepática

(A);

las varices esofágicas (VE) dilatadas son evidentes. Posteriormente, la guía metálica

y la endoprótesis se desplazan por el interior de la vena porta

(B),

tras lo cual la sangre puede fluir a través de la vena porta hacia la vena hepática y derivar

y descomprimir las venas esofágicas dilatadas

(C).

(Reproducida con autorización de

www.med.umich.edu/1libr/topics/liver09.htm

.

)