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neurotransmisión secundaria al glutamato, un neurotransmisor

excitador o por una alteración de la homeostasis energética cere-

bra

l 217

. Desde el punto de vista clínico, la encefalopatía hepática se

manifiesta en forma de alteraciones neuropsiquiátricas que van

desde cambios sutiles de la personalidad y disfunción cognitiva

hasta estados de depresión del nivel de conciencia más intensos,

delirio y coma. Los signos clínicos consisten en trastornos de las

pruebas psicométricas y apraxia, así como signos más graves como

asterixis, hiperreflexia y posturas de descerebración. Cuando la

encefalopatía hepática aparece en el contexto de una insuficiencia

hepática aguda, a menudo tiene un inicio rápido e invariablemente

se complica con edema cerebral. El edema cerebral se desarrolla

como resultado del efecto osmótico de la glutamina acumulada que

provoca la tumefacción de las células astrocitarias, o como resultado

de la vasodilatación cerebral secundaria a la pérdida de autorregu-

lación, o bien debido a ambos mecanismo

s 218

. Invariablemente, estos

pacientes requieren un trasplante hepático urgente (v

. cap. 57).

Numerosos factores pueden precipitar una encefalopatía hepá-

tica en pacientes con una hepatopatía crónica. Hay que monitorizar

valores de potasio, aparte de tratar la hipopotasemia para disminuir

el efecto de esta alteración electrolítica sobre la producción renal de

amoníaco. El pH arterial debería mantenerse cerca de valores norma-

les porque también se ha observado que la alcalosis sistémica incre-

menta la difusiónde amoníaco a través de la barrera hematoencefálica,

hecho que, en teoría, puede agravar el grado de encefalopatí

a 217 .

Debería mantenerse el volumen de sangre circulante efectivo y la

anemia debería corregirse para mantener la oxigenación hepática y

favorecer el metabolismo de las toxinas circulantes. Es preciso que las

benzodiazepinas se empleen de forma cautelosa, dado que pueden

activar el ligando GABA-benzodiazepina del receptor central y

empeorar la encefalopatía hepática. En este sentido, hay que señalar

que todos los fármacos psicoactivos tendrán efectos nocivos sobre la

encefalopatía hepática debido a una supresión más intensa de un

sistemanerviosocentralvulnerable.Laencefalopatíahepáticatambién

constituye una complicación reconocida de la técnica de la TIP

S 219

.

Cuando los pacientes permanecen obnubilados o comatosos

tras la anestesia y la cirugía, el tratamiento se dirige a menudo a

disminuir la producción de amoníaco. La lactulosa se administra,

tanto por sonda nasogástrica como mediante enema, con el fin de

crear un efecto osmótico, catártico y para disminuir el pH intesti-

nal, disminuyendo por tanto la supervivencia de bacterias produc-

toras de amoníac

o 169 .

El flumazenil, un antagonista específico de

los receptores centrales de las benzodiazepinas, puede mejorar el

nivel de conciencia en pacientes cirróticos seleccionados con una

encefalopatía hepática grav

e 220 .

Puede producirse una hemorragia perioperatoria secundaria

a diátesis hemorrágica, a las complicaciones de la hipertensión portal,

o a ambas, en los pacientes con una disfunción hepática significativa.

La función hepática de síntesis, medida por el INR, es útil para

valorar la gravedad de la coagulopatía y para calibrar el tratamiento,

que incluye la administración de vitamina K subcutánea, la transfu-

sión de plasma fresco congelado, el empleo de factor VII recombi-

nante u otros factores y plasmaféresi

s 210 (v. cap. 45)

. En pacientes con

insuficiencia hepática aguda, la plasmaféresis puede tener beneficios

potenciales porque promueve una corrección rápida de la coagulo-

patía mientras que minimiza la sobrecarga de volumen, aunque en

este momento no existen estudios prospectivos controlados a gran

escala en los que se haya validado esta práctic

a 221

.

También pueden producirse pérdidas de sangre como conse-

cuencia de hemorragias digestivas por la rotura de varices esofági-

cas o gástricas como complicación de la hipertensión portal. Desde

el punto de vista intraoperatorio, es aconsejable no colocar una

sonda de ecocardiografía transesofágica para no desencadenar una

hemorragia en pacientes con varices esofágicas. La terapia farmaco-

lógica para la hemorragia aguda por varices esofágicas consiste en

la combinación de vasopresina y nitroglicerina, somatostatina u

octreotida, un análogo sintético de la somatostatin

a 222,223 .

La hipertensión portal puede conducir también al desarrollo de

ascitis. La ascitis aparece con una hepatopatía avanzada secundaria a

la retención renal de sodio y agua, y a la localización de este exceso de

líquidoenlacavidadperitonealdebidoalahipertensiónportal.Además

de las medidas generales sobre restricción hídrica y de sodio y trata-

miento diurético, pueden estar indicadas paracentesis terapéuticas si el

paciente acude a operarse con una ascitis a tensió

n 224 .

El alivio de una

ascitis a tensión puede mejorar el intercambio gaseoso pulmonar y

disminuir el riesgo de aspiración del contenido gástrico. Sin embargo,

deberían tomarse precauciones para prevenir una insuficiencia circu-

latoria mediante la administración simultánea de soluciones coloides

intravenosas, ya que el reequilibrio de volumen intravascular se

produce 6-8 horas después de la extracción de un volumen importante

de líquido ascític

o 222

. Por último, los pacientes con hepatopatías en

estadios terminales tienen el riesgo de desarrollar un síndrome hepa-

torrenal o hepatopulmonar. El síndrome hepatorrenal es una situación

de insuficiencia renal funcional caracterizada por uremia, orina hipe-

rosmolar y una excreción urinaria de sodio menor de 10mEq/

l 225 .

Aunque no se ha esclarecido cuál es la patogenia de este síndrome,

parece existir una disminución de la presión de perfusión renal rela-

cionada con la vasodilatación sistémica junto con una pérdida de la

autorregulación renal por un aumento de la actividad simpátic

a 224

. El

diagnóstico de síndrome hepatorrenal en pacientes con hepatopatía en

fase terminal generalmente apunta a la necesidad de un trasplante

hepático ortotópico. En el caso de que no sea posible realizar el tras-

plante, el tratamiento es de soporte y consiste en la administración de

sobrecargas de volumen intravenoso y en la realización de paracentesis

de volúmenes altos para liberar la ascitis a tensión.

El síndrome hepatopulmonar, que se define por la tríada de

hepatopatía terminal, gradiente alveolo-arterial aumentado y dilata-

ción vascular intrapulmonar, se caracteriza por los signos clínicos de

acropaquias, cianosis, disnea, platipnea y ortodeoxia, además de otras

particularidades clínicas de la hipertensión portal. La ortodeoxia,

definida como una desaturación arterial de oxígeno más intensa en

bipedestación y que mejora con el decúbito, constituye un fenómeno

común del síndrome hepatopulmona

r 226

. La patogenia del síndrome

hepatopulmonar está relacionada fundamentalmente con una dila-

tación vascular intrapulmonar diagnosticada mediante ecocardio-

grafía potenciada por contraste, gammagrafía de perfusión pulmonar

o arteriografía pulmonar. El tratamiento farmacológico actual de esta

patología es limitado; sin embargo, el trasplante hepático ortotópico

puede invertir los cambios pulmonares

(v. cap. 57)

.

Consideraciones anestésicas

para procedimientos que afectan

al hígado y al sistema biliar

Técnica de derivación transyugular

intrahepática portosistémica (TIPS)

La TIPS consiste en una conexión intrahepática entre las circulacio-

nes portal y sistémica creada percutáneamente. Este procedimiento

se emplea de forma característica en pacientes con hepatopatías en

fase terminal con el fin de disminuir la presión portal y atenuar las

complicaciones asociadas a la hipertensión portal, como la hemorra-

gia por varices o la ascitis refractaria. El desvío del FSP hacia la vena

hepática se consigue mediante la colocación de un conducto intra-

parenquimatoso desplegable

( fig. 56-7

).

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Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV