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Anestesia en el trasplante

de órganos abdominales

C. Spencer Yost y Claus U. Niemann

Puntos clave

1921

Trasplante de órganos sólidos

1.

El trasplante de órganos sólidos es un tratamiento

aceptado de la insuficiencia terminal de distintos órganos.

2.

Cada vez hay mayor discrepancia entre el número de

donantes y el de receptores potenciales.

3.

Para incrementar las donaciones se están usando órganos

de donantes vivos y unos criterios más amplios para los

donantes.

4.

La evaluación preoperatoria de los órganos debe tomar

en consideración los cambios que ocurren en el intervalo.

Trasplante de riñón

1.

Los pacientes con nefropatía terminal experimentan una

aterosclerosis acelerada, por lo que debe considerarse

que corren un riesgo cardíaco perioperatorio significativo.

2.

Para conseguir la función inicial del injerto es

imprescindible mantener una presión de perfusión

adecuada en el riñón recién trasplantado.

3.

Los fármacos anestésicos que dependen de la excreción

renal, sobre todo los relajantes musculares o sus

metabolitos, deben utilizarse con precaución.

Trasplante de páncreas

1.

El trasplante de páncreas puede realizarse de forma

aislada, combinarse con el de riñón o efectuarse después

de un trasplante renal.

2.

Debe hacerse una estricta vigilancia de la glucemia

durante todo el procedimiento.

3.

Durante la operación es preferible el uso de coloides.

4.

El fármaco inmunosupresor OKT3 puede producir una

inestabilidad hemodinámica significativa y edema

pulmonar no cardiogénico.

Trasplante de hígado

1.

El modelo para la enfermedad hepática terminal calcula la

gravedad de la hepatopatía.

2.

Es imprescindible estar preparado para un uso masivo de

la transfusión y una inestabilidad hemodinámica

significativa.

3.

En pacientes seleccionados la extubación puede hacerse

con seguridad en el propio quirófano.

©

2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos

En las últimas décadas se han logrado progresos notables y bien

documentados en los resultados de trasplantes de órganos sólidos.

El perfeccionamiento del tratamiento perioperatorio y los avances

del tratamiento postrasplante de los últimos años han conseguido

una mejoría espectacular de la supervivencia de los injertos a 1 y

5 años. Estas modificaciones han traído consigo un aumento sig-

nificativo del número de centros médicos que practican trasplantes

de órganos sólidos y, por tanto, también del conocimiento que

sobre ello tiene la opinión pública. Además, las indicaciones de este

tipo de trasplantes son hoy más numerosas y algunas de las supues-

tas contraindicaciones, como la infección concomitante por el

virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) o la edad avanzada,

se están considerando de nuevo en casos seleccionados

1,2

. De igual

forma, los pacientes que reciben un tratamiento de mantenimiento

con metadona son ahora candidatos al trasplante

3,4

.

A finales de 2004, había 153.245 personas que vivían con un

órgano trasplantado funcional en Estados Unidos. El número de

pacientes en lista de espera para un trasplante de órgano sólido está

aumentando de forma constante y en la actualidad asciende a

90.000. Los órganos más trasplantados son el riñón y el hígado, que

juntos supusieron más del 70% de todos los casos.

En 2001 sólo se utilizaron realmente el 54% de los órganos

procedentes de cadáver donados. Este hecho, junto con la percep-

ción por parte de la opinión pública de la donación de órganos, la

muerte cerebral y la limitada concienciación de los profesionales

sanitarios, contribuyó a que se produjera una considerable escasez

de las donaciones de órganos de cadáveres. Para aumentar el

número de donantes se ha recurrido a diversas estrategias, entre

ellas la ampliación de los criterios de aceptación y el uso de donan-

tes vivos y de donantes no familiares, sobre todo para los trasplan-

tes de riñón e hígado. Sin embargo, es poco probable que estos

esfuerzos consigan por sí solos corregir la escasez a largo plazo.

Para ayudar a resolver el problema de aumentar el número de

órganos disponibles para el trasplante, la Health Resources and

Services Administration lanzó la campaña Organ Donation

Breakthrough Collaborative en 2005. Como se resumía en la expo-

sición de la misión, esta colaboración pretende identificar y poten-

ciar las mejores prácticas en la donación de órganos para que sean

adoptadas en los hospitales y las organizaciones que se encargan

de conseguir órganos, en última instancia con el objetivo de incre-

mentar los órganos trasplantados de donantes cadáver. Una nece-

sidad reconocida es la identificación de las intervenciones que son