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lugar durante las primeras 24 horas tras el trasplante, las reacciones

de rechazo agudo suelen comenzar en las primeras semanas

siguientes a la intervención y el rechazo crónico puede ocurrir

meses o años más tard

e 277,278 .

Los fármacos inmunosupresores se utilizan para prevenir o

tratar el rechazo agudo o crónico de un órgano trasplantado. El

éxito creciente de los trasplantes está íntimamente ligado a la evo-

lución del tratamiento inmunosupresor. El primer fármaco inmu-

nosupresor, la azatioprina, comenzó a utilizarse en 1962 y aumentó

las probabilidades de éxito de los trasplantes en el ser humano, lo

que mereció el Premio Nobel para sus descubridores por su inno-

vador progreso farmacológico. En los últimos 20 años, varios

avances médicos destacados, tales como la tipificación de los tejidos

y la introducción de la inmunosupresión basada en la inhibición

de la calcineurina han permitido un incremento espectacular de la

tasa de supervivencia de los receptores de trasplantes. El descubri-

miento de la ciclosporina en 1979 permitió la llegada en 1983 de

la «era de los inhibidores de la calcineurina». El trasplante de

órganos distintos del riñón se hizo sistemático y se consiguieron

excelentes resultados con los trasplantes de hígado, páncreas,

corazón e incluso pulmó

n 279 .

El tratamiento inmunosupresor se adapta cada vez mejor a

cada trasplante específico y a sus factores de riesgo particulares.

Por ejemplo, los enfermos previamente sensibilizados o que reciben

la víscera de un donante con grupo sanguíneo incompatible se

consideran, desde un punto de vista inmunológico, pacientes de

alto riesgo. Es probable que requieran un tratamiento inmunosu-

presor más potente y agresivo que el administrado a otros pacientes

trasplantado

s 280 .

Sin embargo, es frecuente que el tipo de fármaco

inmunosupresor usado (p. ej., inhibidores de la calcineurina) o la

administración de dosis mayores de estos compuestos produzcan

mayor toxicidad en los órganos efectores, tales como neurotoxici-

dad o nefrotoxicidad. Por tanto, en los enfermos con un retraso de

la función de un injerto renal tras el trasplante es imprescindible

la omisión inicial de los inhibidores de la calcineurina para evitar

una mayor lesión renal. Es frecuente que los fármacos inmunosu-

presores se combinen para aprovechar su interacción inmunosu-

presora aditiva o sinérgica y limitar la toxicidad específica de cada

uno de ellos

( tabla 57-2 ) 281 .

El tratamiento ha de mantenerse durante toda la vida,

aunque se han descrito casos aislados de conservación del injerto

tras la retirada completa de toda la medicación inmunosupresora.

Un protocolo típico consta de diferentes fases, que comienzan con

la de inducción, el tratamiento durante la hospitalización, la fase

de mantenimiento y, en caso necesario, el tratamiento antirrechazo.

En cada fase pueden administrarse distintos fármacos o dosis que

se ajustan de forma constante según el estado clínico del paciente.

La limitación principal de los actuales fármacos inmunosupresores

es que no existe un tratamiento totalmente eficaz para prevenir el

rechaz

o 280 .

Además, el uso de varios fármacos inmunosupresores

predispone a los pacientes a complicaciones infecciosas y neoplá-

sicas. La supervivencia a largo plazo de los pacientes que reciben

un trasplante de un órgano sólido ha mejorado con el tratamiento

inmunosupresor adecuado, pero la modificación del sistema inmu-

nitario también conlleva un riesgo de neoplasias malignas, sobre

todo de aquellas en las que intervienen los viru

s 282 .

Por ejemplo, la

azatioprina se asocia con un incremento significativo del número

de cánceres de piel y lo mismo sucede con la administración pro-

longada de ciclosporina y el sarcoma de Kaposi. En la actualidad,

las neoplasias malignas son responsables de una morbilidad y mor-

talidad sustanciales en esta población de pacientes.

Con muchas de las combinaciones de inmunosupresores

disponibles se consiguen tasas de rechazo agudo aceptables y el

foco de atención del trasplante se ha desplazado de forma signifi-

cativa, ampliándose hacia la tolerancia y la supervivencia a largo

plazo del injerto y del paciente. Los objetivos del tratamiento con

los nuevos agentes inmunosupresores deben ser: 1) la prevención

de la respuesta inmunitaria (es decir, el rechazo agudo y crónico

y la remodelación vascular), 2) la prevención de las complicacio-

nes de la inmunodeficiencia, tales como las infecciones oportunis-

tas y las neoplasias malignas y 3) la reducción al mínimo de la

toxicidad inducida por los fármacos. Se están realizando muchos

ensayos clínicos nuevos para identificar cuál es la mejor pauta

inmunosupresora.

Como el intervalo terapéutico de la mayoría de los fármacos

inmunosupresores es estrecho, se debe mantener un control perio-

peratorio de sus concentraciones. Varios inmunosupresores (p. ej.,

ciclosporina, tacrolimús y sirolimús) son sustratos, moduladores o

ambos, del citocromo P4503A y de la glucoproteína

P 283,284 .

Esta

última es miembro de la familia de proteínas de transporte ABC

(cassette de unión al adenosintrifosfato [ATP]). Se encuentra en

varios tejidos, tales como la barrera hematoencefálica, el aparato

digestivo, los riñones, la corteza suprarrenal y otros. Una de sus

funciones es el transporte dependiente de la energía de fármacos

que proceden del citoplasma o de la membrana plasmática, a los

que traslada al espacio extracelula

r 285 .

Otras clases de fármacos (p.

ej., antimicóticos, antagonistas del calcio, inhibidores de la proteasa

1944

Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV

Tabla 57-2

 Agentes inmunosupresores usados en el trasplante de vísceras

sólidas y sus efectos secundarios

Mecanismo de acción

Efectos secundarios

Inhibición de las interacciones de los linfocitos T

 Prednisolona

Como todos los esteroides: osteoporosis,

diabetes mellitus, glaucoma, infecciones

 Muromobab-CD3 (OKT3)

Fiebre, enfermedad linfoproliferativa,

edema pulmonar, reacción anafiláctica,

neoplasias

 15-desoxispergualina

Mielosupresión, síndromes

gastrointestinales, parestesias

Inhibición de las moléculas de adhesión

 Globulina antitimocito de

conejo/caballo

Fiebre, náuseas, reacción anafiláctica,

mayor incidencia de infección por

citomegalovirus y virus de Epstein-Barr

 Globulina antilinfocito

Fiebre

 Enlimomab

Fiebre, hipertensión, escalofríos, náuseas,

vómitos

 OKT4A

Desconocidos

Inhibición de la síntesis de citocinas

 Ciclosporina

Nefrotoxicidad, hepatotoxicidad,

neurotoxicidad, hipertensión,

hiperlipidemia, hirsutismo, temblor,

hiperplasia gingival, diabetes

 Tacrolimus (FK506)

Nefrotoxicidad, neurotoxicidad,

hipertensión, hiperlipidemia,

hiperglucemia

 Sirolimus (rapamicina)

Hiperlipidemia, mielosupresión,

infecciones

 SDZ-RAD (everolimus)

Hiperlipidemia, mielosupresión,

infecciones

 Inolimomab

Cefalea, leucopenia, trombocitopenia

 Basiliximab

Sin efectos adversos significativos

 Daclizumab

Sin efectos adversos significativos

Inhibición de la síntesis de ADN

 Azatioprina

Mielosupresión, hepatotoxicidad,

desarrollo de tumores malignos

 Mofetil micofenolato

Leucopenia, síndromes gastrointestinales