Table of Contents Table of Contents
Previous Page  1940 / 2894 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 1940 / 2894 Next Page
Page Background

la hemorragia intraoperatoria

230 .

El factor VIIa recombinante se

desarrolló inicialmente para tratar a los pacientes hemofílicos y, en

especial, a los que no pueden recibir un tratamiento convencional

porque producen anticuerpos frente a los factores VIII y IX. El

factor VIIa recombinante aumenta la generación de trombina y

actúa junto a las plaquetas activada

s 231 .

Varias publicaciones de

casos aislados, series de casos y estudios no controlados demostra-

ron la posible utilidad de este fármaco en el marco del trasplante

hepátic

o 226,232,233

. El año 2005, dos ensayos clínicos prospectivos y

aleatorizados realizados con pacientes trasplantados hepáticos

dieron lugar a resultados decepcionantes, debido en parte a una

mala selección de los paciente

s 234-235 .

Un pequeño estudio retros-

pectivo demostró que en un grupo seleccionado de pacientes con

un tiempo de protrombina prolongado y una puntuación MELD

elevada, la aplicación profiláctica de factor VIIa recombinante al

inicio de un trasplante hepático ortotópico puede reducir las nece-

sidades transfusionales perioperatoria

s 236 .

Teniendo en cuenta su

elevado coste y la falta de datos científicos, sólo se puede recomen-

dar para un uso compasivo en situaciones extremas.

Como ya se ha comentado, el trasplante hepático puede divi-

dirse en tres fases: disección, anhepática y reperfusión (neohepá-

tica). Los objetivos quirúrgicos de la fase de disección son la

movilización de las estructuras vasculares que rodean al hígado

(vena cava suprahepática, vena cava infrahepática, vena porta y

arteria hepática) y el aislamiento del colédoco. A menudo hay que

disecar las adherencias entre el hígado, el diafragma y el retroperi-

toneo para lograr una movilización completa del órgano en el

hipocondrio derecho. La manipulación del hígado puede impedir

el retorno venoso y provocar hipotensión, que también puede ser

consecuencia de la brusca descompresión de la ascitis al principio

de la fase de disección. En esta fase resulta esencial que exista un

aporte adecuado de líquidos y las soluciones de coloides son las

más utilizadas.

Para facilitar el control de los líquidos, la diuresis debe esta-

blecerse al principio de la intervención, lo que puede proporcionar

una cierta protección ante la probable isquemia renal relativa de la

fase anhepática. Los fármacos más utilizados para mantener una

buena diuresis son los diuréticos de asa, la dopamina, el manitol y,

más recientemente, el fenoldopam. Por el momento no se ha deter-

minado cuál es el protocolo que ofrece mayor protección durante

el trasplante hepático. Como sucede con la dopamina, no existen

datos científicos sólidos sobre el efecto beneficioso del fenoldopam

en estos pacientes. En un artículo reciente de revisión sobre este

fármaco sólo se recogían dos pequeños estudios que sugerían sus

posibles propiedades nefroprotectoras durante el trasplante hepá-

tico en las condiciones definidas en el estudi

o 237,238 .

Es probable que

su coste comparativamente alto excluya al fenoldopam como

fármaco de primera línea para la nefroprotección en el trasplante

hepático habitual. Sin embargo, las intervenciones usadas con fre-

cuencia para la nefroprotección perioperatoria carecen de efecto

beneficios

o 239

o pueden ser perjudiciales en los pacientes no

cardíaco

s 240 .

Durante la fase de disección, el injerto, que se mantiene en

una solución de conservación, se perfunde con una solución cris-

taloide o coloide en una mesa separada (mesa auxiliar). En la fase

anhepática, el nuevo hígado se implanta mediante una técnica de

interposición infracava o conservando la vena cava retrohepática

(piggyback)

. La técnica quirúrgica elegida tiene implicaciones anes-

tésicas significativas.

En la interposición infracava, la oclusión vascular completa

se realiza pinzando la arteria hepática, la vena porta, la vena cava

infrahepática y la vena cava suprahepática

( fig. 57-4A

). La oclusión

de la vena cava inferior provoca que la precarga cardíaca dependa

del flujo colateral, por lo que puede producirse una intensa hipo-

tensión. A menudo se constata una disminución significativa del

gasto cardíaco, con aumento acompañante de la frecuencia car-

díaca. Si no se emplea una DVV, antes de efectuar el pinzamiento

suprahepático e infrahepático será necesario aportar volumen

hasta lograr una PVC de 10-20 mmHg, añadiendo ocasionalmente

pequeñas infusiones de vasopresores (p. ej., fenilefrina) para pre-

parar la fase anhepática. En un estudio retrospectivo, Schroeder y

cols

. 241

sugirieron que una PVC baja durante el trasplante hepático

puede reducir la tasa de transfusión de sangre, pero aumenta la

insuficiencia renal postoperatoria y la mortalidad a 30 días. Sin

embargo, los resultados deben interpretarse con cautela, debido a

los considerables defectos del diseño del estudio. Massicotte y

cols

. 242

demostraron en un estudio prospectivo que la reducción de

la PVC (p. ej., flebotomía) reduce la hemorragia, pero no aumenta

las complicaciones.

Debido a que la respuesta a la oclusión de la cava puede

diferir entre los pacientes, un «pinzamiento de prueba» pue­

de ayudar a dirigir el tratamiento antes de colocar las pinzas vas­

culares de forma permanente durante la fase anhepática. Como

alternativa, puede instaurarse la DVV antes de establecer la exclu­

sión vascular del hígado. La derivación suele realizarse mediante

la canulación de las venas femoral y porta, derivando el flujo a la

vena cava suprahepática a través de la vena axilar, subclavia o

yugular

243,244 .

En las décadas de 1980 y 1990 se llevaron a cabo amplios

estudios para conocer las ventajas e inconvenientes de la DVV,

sobre todo después de que un grupo publicó una cifra de morta-

lidad intraoperatoria del 10% sin DVV que se atribuyó a la ines-

tabilidad hemodinámica durante la fase anhepática. Las ventajas

de la DVV consisten en una mayor estabilidad hemodinámica,

una mejor perfusión de las vísceras durante la fase anhepática, una

disminución de las necesidades de hematíes y líquidos, la descom-

presión esplácnica, una menor alteración renal, la limitación de

las alteraciones metabólicas y una menor incidencia de edema

pulmona

r 243 .

También se describieron varios inconvenientes, de

los cuales los principales fueron las complicaciones relacionadas

con la colocación de la cánula. Asimismo, la DVV se ha asociado

a complicaciones del tipo de linfocele, hematomas, lesiones vas-

culares graves, lesiones nerviosas, embolia aérea pulmonar e

incluso el fallecimiento; en un estudio se describió una proporción

de complicaciones que oscilaba entre el 10 y el 30%. Un estudio

retrospectivo más reciente ha indicado que la DVV puede ini-

ciarse durante el trasplante hepático con unos riesgos acepta-

ble

s 245 .

Sin embargo, varios trabajos estadounidenses han descrito

que la mayoría de los centros pocas veces (o nunca) utilizan la

DV

V 205,246,247 .

Incluso en los hospitales donde no se emplea habitualmente

la DVV, puede recurrirse a ella en el caso de pacientes selecciona-

dos, como los que tienen enfermedades cardíacas preexistentes

importantes, hipertensión pulmonar grave, inestabilidad hemodi-

námica significativa o cuando el anestesiólogo no esté familiarizado

con el pinzamiento de la cav

a 247,248 .

En el pasado se consideraba que

una reducción superior al 50% del gasto cardíaco tras el pinza-

miento de la vena cava era una indicación para la DVV, pero otro

estudio, según el cual una reducción del gasto cardíaco superior al

50% tras el pinzamiento de la vena no se asociaba con cifras mayores

de morbilidad ni mortalidad perioperatorias, en comparación con

las de los pacientes que presentaban descensos menos marcados del

gasto cardíaco, puso en entredicho esta indicació

n 249

.

También puede usarse una técnica de conservación de la

vena cava retrohepática

(piggyback),

en cuyo caso la vena cava se

ocluye total o parcialmente durante la fase anhepática. Aunque con

esta técnica se ha demostrado una hemodinámica mejor (con oclu-

sión parcial), desde el punto de vista quirúrgico resulta más difícil

que la interposición de la cava y puede dar lugar a mayores com-

plicaciones técnica

s 250 .

1940

Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV