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experimentar cambios de la saturación de oxígeno cuando pasan

del decúbito supino a la bipedestación. La presencia de ortodesoxia

es un signo destacado en la exploración física e indica que el

paciente sufre un síndrome hepatopulmonar.

El síndrome hepatopulmonar es un factor de riesgo inde-

pendiente de mortalidad y constituye una indicación para el tras-

plante hepático. A menudo, aunque no siempre, el síndrome

hepatopulmonar cede de forma espontánea varios meses después

del trasplante hepátic

o 180 .

Después del trasplante, la supervivencia

a largo plazo de los pacientes con síndrome hepatopulmonar es

favorable, aunque un estudio limitado sugirió que la mortalidad

postoperatoria puede ser mayo

r 181 .

Por desgracia, no siempre sucede lo mismo con la hiperten-

sión portopulmonar, una complicación relativamente infrecuente

de la hipertensión porta

l 182 ,

que incluso puede empeorar después

del trasplante. La prevalencia de las enfermedades vasculares pul-

monares es mayor en los pacientes con hepatopatías que en la

población genera

l 183 .

Aunque en un principio se consideró que la

causa podría ser la cirrosis, parece que la hipertensión portal es el

único factor constante que predispone a estos enfermos al desarro-

llo de hipertensión pulmonar. Se cree que existe hipertensión por-

topulmonar cuando se cumplen los tres criterios siguientes: 1) una

presión media en la arteria pulmonar superior a 25 mmHg, 2) una

resistencia vascular pulmonar (RVP) mayor de 120dina · s · cm

−5

y

3) una presión de enclavamiento pulmonar (PEP) superior a

15 mmHg en el contexto de una hipertensión porta

l 184 .

Aunque

son criterios razonables, hay que tener cuidado al hacer el diagnóstico, porque la circulación hiperdinámica de los pacientes con hepa­

topatías limita la interpretación de los valores hemodinámicos

medidos

178 .

La hipertensión portopulmonar puede progresar con

rapidez y conlleva, en caso de ser significativa, unas morbilidad y

mortalidad perioperatorias elevadas. En estos casos se han utili-

zado los fármacos que se emplean para tratar la hipertensión pul-

monar primaria no asociada con enfermedad hepática, aunque con

resultados heterogéneo

s 185-188 .

Un número significativo de pacientes con hepatopatía ter-

minal desarrolla también alteraciones de la función renal. El fil-

trado glomerular calculado tiende a sobrestimar el FG real en los

pacientes con hepatopatía terminal. La disfunción renal suele ser

consecuencia de una nefropatía primaria, una necrosis tubular

aguda o un síndrome hepatorrenal. Este último se desarrolla en los

casos de hepatopatía grave y en ausencia de otras causas, como

hipovolemia, toxicidad farmacológica o nefropatía intrínseca sub-

yacente. Pueden distinguirse dos tipos de síndrome hepatorrenal.

El tipo I surge rápidamente en un período de semanas, evoluciona

de forma progresiva y se asocia con una mortalidad elevad

a 189,190 .

Sin embargo, la función renal puede recuperarse espontáneamente

cuando la función hepática mejora o el paciente recibe un tras-

plante hepático. Se observa sobre todo en los pacientes que presen-

tan insuficiencia hepática aguda, hepatitis alcohólica o

descompensación aguda de una hepatopatía crónica. El tipo II

sigue una evolución menos aguda y se identifica sobre todo en

pacientes que se vuelven resistentes al tratamiento con diuréticos.

Los enfermos que desarrollan una peritonitis bacteriana

espontánea pueden sufrir una insuficiencia renal. Se considera que

la peritonitis bacteriana espontánea es la causa más frecuente de

insuficiencia renal en los pacientes con cirrosi

s 190 .

El mecanismo

del síndrome hepatorrenal parece consistir en una combinación de

vasoconstricción renal reversible en unos riñones estructuralmente

normales, con cambios de los factores vasoconstrictores y vasodi-

latadore

s 190 .

El grado de alteración funcional preoperatoria del

riñón se correlaciona con la mayor mortalidad postoperatori

a 149,191 .

Esta correlación se observa sobre todo en pacientes en quienes se

realiza sólo un trasplante hepático de donante cadáver, pero no en

los que se someten a un trasplante combinado renal y hepátic

o 192 .

En los enfermos con hepatopatías terminales candidatos al

trasplante hepático se encuentran varias anomalías de la hemosta-

sia que pueden deberse a trastornos de la coagulación preopera­

torios o a la propia intervención. Estos pacientes suelen tener

concentraciones bajas de los factores procoagulantes (II, V, VII, IX,

X) y de los anticoagulantes (proteínas C y S, antitrombina III

) 193-195 .

En el período perioperatorio es frecuente encontrar una trombo-

citopenia debida a hiperesplenismo, disfunciones cualitativas de las

plaquetas y trastornos del sistema fibrinolítico (disminución de las

concentraciones de plasminógeno,

a

2

-antiplasmina y factor XIII,

así como ascenso del activador tisular del plasminógeno

) 196

. Aunque

la hepatopatía terminal tiende a incrementar el riesgo de hemorra-

gia, también se observan complicaciones trombóticas, entre ellas la

trombosis de la vena porta. De hecho, se han descrito varios casos

y series de casos con formación de trombos intraoperatorios en el

aparato cardiorrespiratori

o 197-201 .

La formación de trombos se

asoció a menudo con la coadministración de antifibrinolíticos del

tipo de la aprotinina o el ácido aminocaproico. No es posible esta-

blecer una conclusión definitiva sobre los antifibrinolíticos y la

formación de trombos, ya que los datos son insuficientes y no se

han realizado estudios controlados con un número extenso de

pacientes.

Técnica quirúrgica

El trasplante hepático puede dividirse en tres fases: 1) la fase de

disección, que abarca la lisis de las adherencias y la movilización

del hígado, 2) la fase anhepática, que consiste en la extracción del

hígado original y la implantación del hígado donado y 3) la fase de

reperfusión (neohepática), que implica la realización de varias

anastomosis, la hemostasia y el cierre. Estas fases se describirán con

más detalle.

Consideraciones preoperatorias

Los pacientes candidatos a un trasplante hepático deben ser some-

tidos a un riguroso estudio preoperatorio por múltiples especialis-

tas (v. caps. 24 y 25). Esta valoración suele hacerse en varias fases

y puede tardar semanas o meses en completarse. Hay que recono-

cer y tratar las alteraciones fisiopatológicas antes descritas. En la

actualidad, existe una proporción creciente de pacientes que ingre-

san para el trasplante desde su domicilio, lo que suele significar que

transcurre un tiempo considerable entre el último estudio y el

trasplante. Todos los casos deben ser considerados urgentes (con

excepción de los receptores de hígados de donantes vivos).

Se debe realizar un estudio médico y físico detallado, que

preste especial atención a las alteraciones que se hayan producido

desde la última valoración. Es fundamental el intervalo de tiempo

transcurrido entre las pruebas diagnósticas y el trasplante hepático

previsto. Puede que los pacientes esperen varios años para un tras-

plante hepático y las pruebas realizadas en una fase precoz del

proceso de evaluación pueden no reflejar la progresión o la nueva

aparición de enfermedades de órganos específicos. Al mismo

tiempo, hay que valorar todas las pruebas diagnósticas (es decir,

ecocardiograma, cateterismo cardíaco, pruebas de función respira-

toria, pruebas de función renal) realizadas durante el estudio para

el trasplante hepático y todas las notas recientes del equipo prima-

rio. En los casos de hipertensión pulmonar, se ha demostrado que

la ecocardiografía bidimensional constituye un método sensible

para identificar la hipertensión portopulmonar. Sin embargo,

debido a su escaso valor predictivo positivo, suele recomendarse el

cateterismo del lado derecho del corazón para confirmar esta

modalidad de hipertensió

n 202 .

Es probable que la mayoría de las pruebas revelen que el

paciente está preparado para la cirugía sin necesidad de trata-

Anestesia en el trasplante de órganos abdominales

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Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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