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El dolor postoperatorio tras el trasplante renal suele ser leve

o moderado. En un estudio se observó que la elección del anesté-

sico intraoperatorio influyó en el control del dolor postoperatorio:

los pacientes que habían recibido propofol como componente de

la anestesia presentaron una recuperación mejor de la función

psicomotora y el uso de la analgesia controlada por el paciente fue

más eficaz que en los anestesiados con halotano o isofluran

o 128 .

El

bloqueo de los nervios intercostales no modificó el uso de la anal-

gesia controlada por el paciente ni las puntuaciones de dolor tras

la intervenció

n 129 .

Anestesia de los pacientes después

del trasplante renal

Hay que considerar que los pacientes con buena función del injerto

demostrada por los resultados analíticos (nitrógeno ureico sanguí-

neo, creatinina) y con una diuresis suficiente tienen una función

renal adecuada. El filtrado glomerular (FG) medio a los 6 meses de

un trasplante renal de cadáver asciende a casi 50ml/mi

n 130 .

Alre-

dedor del 50% de los pacientes desarrolla una caída lenta del FG a

lo largo de los años, pero en un 30% el FG se mantiene estable.

Dado el aumento de la supervivencia de los pacientes tras el

trasplante renal, es probable que la rápida progresión de la enfer-

medad cardiovascular se reduzca, aunque no se detenga. Estos

pacientes siguen corriendo mayores riesgos cardiovasculares que

quienes no han sufrido una NT. Esto se debe sobre todo a la per-

sistencia de los factores de riesgo, como hipertensión, diabetes,

dislipemia e hiperparatiroidismo secundario. Se observó una pro-

gresión considerable de la calcificación de las arterias coronarias

en los receptores de trasplante renal al menos un año tras la inter-

vención. Los hallazgos se relacionaban con el origen étnico de

los pacientes, la presión arterial, el índice de masa corporal, la

función renal y la calcificación basal de las arterias coronaria

s 131 .

Sin embargo, los pacientes que no requieren cirugía cardíaca

después de un trasplante renal satisfactorio no mostraron diferen-

cias en la tasa de complicaciones a 30 días en comparación con una

población control de pacientes no trasplantados, salvo por una

probabilidad significativamente aumentada de insuficiencia renal

postoperatoria y de necesidad de hemodiálisi

s 132 .

Junto con el resto

de factores de riesgo cardíaco, el rechazo del injerto, las infecciones

víricas, la anemi

a 83,133

y el tratamiento con fármacos inmunosupre-

sores como la ciclosporina pueden producir una morbilidad car-

diovascular considerable (p. ej., hipertensión), si bien parece que

los nuevos inmunosupresores se toleran mejo

r 134 .

La insuficiencia

cardíaca congestiva (p. ej., miocardiopatía), la hipertrofia del VI y

la cardiopatía isquémica siguen siendo complicaciones significati-

vas en los receptores de trasplantes renale

s 83

.

Trasplante de páncreas

y de páncreas-riñón

El trasplante de páncreas es un método de curación primaria de la

diabetes mellitus (DM), ya que proporciona una sustitución casi

fisiológica de la insulina. El 50-60% de los pacientes con diabetes

dependiente de insulina desarrollan una nefropatía, lo que justifica

la frecuencia con que, en el momento del trasplante de páncreas,

se hace también un trasplante renal. La introducción de nuevos

inmunosupresores, como el tacrolimus y el mofetil micofenolato,

ha permitido un aumento espectacular de la supervivencia del

injerto pancreátic

o 135 .

Los mejores resultados en cuanto a la super-

vivencia del injerto se obtienen con el trasplante simultáneo de

páncreas y riñón (SPR), pero los resultados también son buenos

cuando sólo se trasplanta el páncreas (TSP) o cuando éste se injerta

después de un trasplante renal (PDR) satisfactorio. La superviven-

cia a largo plazo de los pacientes diabéticos sometidos a un SPR es

mayor que la de quienes reciben tan sólo el trasplante renal proce-

dente de cadáve

r 136

.

En 2005 se realizaron en Estados Unidos 540 trasplantes de

páncreas y más de 900 SPR. Según el International Pancreas Trans-

plant Registry, en todo el mundo se practicaron más de 23.000 tras­

plantes de páncreas durante 2004. La supervivencia del injerto a

los 3 años es de un 65%. A principios de 2008, alrededor de 1.600 pa­

cientes estaban a la espera de un trasplante de páncreas y 2.350

esperaban un trasplante de riñón y páncreas.

Compatibilidad y asignación del órgano

El trasplante de páncreas como víscera sólida está indicado para el

tratamiento y curación de pacientes seleccionados con DM, tanto

de tipo 1 como de tipo 2 (menos del 5%). También puede conside-

rarse en los pacientes con DM secundaria a pancreatitis crónica o

fibrosis quística.

En las pruebas iniciales se determina la compatibilidad del

grupo sanguíneo principal (ABO) y del perfil HLA del receptor,

datos que se utilizan para el estudio de compatibilidad inicial con

el donante. En las pruebas cruzadas se hace una comprobación

final, mezclando la sangre del receptor con células de la sangre del

donante para confirmar la ausencia de anticuerpos reactivos pre-

formados frente a antígenos del donante.

Fisiopatología de la insuficiencia

pancreática

La alteración fundamental de la DM es una deficiencia relativa de

la regulación de las concentraciones de glucosa en la sangre y en

los tejidos. La enfermedad se manifiesta de dos formas: la DM de

tipo 1 se caracteriza por una deficiencia significativa de la produc-

ción de insulina por parte de las células de los islotes pancreáticos,

posiblemente debida a su destrucción autoinmunitaria. En la DM

de tipo 2, la concentración de insulina puede ser normal, pero los

pacientes desarrollan una resistencia relativa a la acción de la

hormona. Los diabéticos de tipo 1 tienen más posibilidades de

precisar la administración diaria de insulina exógena, tienden a

desarrollar cetosis y presentan amplias fluctuaciones de la gluce-

mia. Un trasplante de páncreas satisfactorio puede hacer desapare-

cer por completo los síntomas, pero aún no se sabe con seguridad

si también detiene la progresión de las enfermedades concurrentes

de todos los sistemas orgánicos.

La DM afecta gravemente al sistema cardiovascular, acele-

rando la enfermedad vascular aterosclerótica que, junto con la

alteración funcional del sistema nervioso autónomo, constituyen

las principales anomalías cardiovasculares de los pacientes diabé-

ticos. Si existe también una NT, el riesgo cardiovascular aumentará

espectacularmente. Los pacientes diabéticos con CI grave pueden

no identificar los síntomas anginosos provocados por la disfun-

ción del sistema nervioso autónomo. Además, esta disfunción

puede limitar el control de los reflejos cardiovasculares y dar lugar

a una mayor labilidad de la presión arterial y de la frecuencia

cardíaca. La disminución de la variabilidad de la frecuencia car-

díaca constituye un índice de disfunción autónoma investigado

que refleja un defecto del sistema nervioso autónomo. Estos defec-

tos pueden originar arritmias y situar a los enfermos en una situa-

ción de mayor riesgo de muerte súbita durante el trasplante de

páncreas

137 .

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Anestesia por subespecialidades en el adulto

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