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Un método para calcular aproximadamente la volemia con-

siste en comparar el peso del paciente con su «peso seco», paráme-

tro generalmente conocido en los pacientes en hemodiálisis. A veces se usa la diálisis peritoneal ambulatoria continua como alter-

nativa a la hemodiálisis. En los pacientes que siguen un programa

de hemodiálisis es posible eliminar los líquidos inmediatamente

antes de la intervención para facilitar el tratamiento perioperatorio

de los mismos. En ocasiones, esta eliminación del líquido puede

hacer que el paciente quede en hipovolemia e introduce una situa-

ción de riesgo de hipotensión significativa en el momento de la

inducción de la anestesia. Debe revisarse la concentración de

potasio justo antes de la intervención, sobre todo en los pacientes

que pueden haber omitido su sesión de diálisis habitual. Aunque

es poco probable que se produzca después de acabar una diálisis

preoperatoria inmediata, una concentración de potasio superior a

6mEq/l puede obligar a retrasar la intervención para corregirla.

La valoración preoperatoria de la función cardíaca es fun-

damental y depende de la nefropatía subyacente, de su duración y

de las enfermedades concurrentes asociadas. En los pacientes

jóvenes con un diagnóstico reciente de NT no relacionada con la

diabetes puede ser suficiente un ECG y una prueba de esfuerzo

preoperatorios normales, pero en los casos de NT de larga duración

asociada a diabetes es necesario hacer un ecocardiograma de estrés

o un cateterismo cardíaco. Muchos pacientes ancianos o diabéticos

no pueden someterse al ECG de esfuerzo, y pueden sufrir una

isquemia cardíaca «silente

» 92 .

No existe un consenso absoluto al

respecto sobre el estudio cardíaco óptimo para los pacientes con

NT que van a someterse a un trasplante renal.

Se han estudiado varias pruebas de detección selectiva no

invasivas, a fin de determinar su capacidad para identificar la car-

diopatía isquémica (CI) en estos pacientes. En un estudio prospec-

tivo, Herzog y cols

. 93

hicieron ecocardiografías de estrés con

dobutamina (EED) antes de la angiografía coronaria cuantitativa

en una población mixta de pacientes con NT candidatos al tras-

plante. Más del 50% de los pacientes tenía algún grado de CI

(estenosis coronaria

>

50%), pero la sensibilidad de la EED fue de

sólo el 52-75%, con una especificidad del 74-76% en la identifica-

ción de los pacientes con CI. El seguimiento de estos enfermos se

mantuvo durante 2 años y en ese intervalo el 20% de los que tuvie-

ron una EED negativa sufrieron un infarto de miocardio o una

muerte cardíaca o debieron ser sometidos a procedimientos de

revascularización coronaria. La conclusión de los autores fue que

la EED constituye una herramienta útil, pero imperfecta, para iden-

tificar a los pacientes que necesitan un estudio más ampli

o 93 .

Sin

embargo, no hay que olvidar que la EED detecta las estenosis fun-

cionalmente significativas y que la mayoría de las muertes súbitas

cardíacas se asociaron a lesiones no significativas desde el punto

de vista funcional (p. ej., trombosis agudas en pacientes con este-

nosis coronarias del 20-30%). La utilidad de otras pruebas no inva-

sivas en la identificación de los pacientes con NT afectados por una

CI es limitada. En un estudio se observó que la gammagrafía con

dipiridamol y talio tenía una sensibilidad adecuada (80%), pero

una escasa especificidad (37%).

Otros estudios indican que la determinación del riesgo car-

díaco debe comenzar con el análisis de variables clínicas fáciles de

obtener, y no con costosas pruebas de sensibilidad y especificidad

limitada

s 94 .

Por ejemplo, los antecedentes de dolor torácico son un

buen punto de partida para detectar la CI en estos pacientes, ya

quesusensibilidad/especificidadparaestecuadroesdel65

% 92 .

Apartir de datos retrospectivos, se elaboró un sistema más completo,

llamado índice cardíaco revisado, que, en una población prospec-

tiva, resultó ser un buen método para predecir el riesgo cardíaco

de los pacientes sin insuficiencia renal sometidos a intervenciones

no cardíacas. El método se centra en la presencia o ausencia de seis

variables: intervención quirúrgica de alto riesgo, antecedentes de

cardiopatía isquémica (excluida la revascularización coronaria

previa), antecedentes de insuficiencia cardíaca, antecedentes de

accidente cerebrovascular o de ataques isquémicos transitorios,

tratamiento preoperatorio con insulina y concentraciones de crea-

tinina preoperatorias superiores a 2mg/dl (

>

152,5

m

mol/l).

Estos factores de riesgo son muy frecuentes en los pacientes

que van a recibir un trasplante renal. Con ninguno o con un único

factor de riesgo, la cantidad de complicaciones cardíacas periope-

ratorias graves es muy baja, pero los porcentajes crecen rápida-

mente al 6,6 y al 11% cuando existen 2-3 o más factores de riesgo.

Además, en la actualidad se suele aceptar que los pacientes en lista

de espera para un trasplante renal necesitan una vigilancia cardio-

vascular repetida. Si el estudio inicial es negativo, se estratificará el

paciente según su riesgo (p. ej., NT diabética, factores de riesgo no

diabéticos) y se repetirá el estudio cada año, cada dos años o incluso

con menos frecuencia. Si el estudio cardiovascular inicial es posi-

tivo (con o sin intervención médica previa), la valoración se repe-

tirá anualmente en la mayoría de los caso

s 65 .

Los pacientes se pueden estratificar en principio en grupos

de riesgo básicos (bajo, medio o alto) en función de la anamnesis,

los síntomas y una exploración básica (v. cap. 24). Los pacientes de

bajo riesgo pueden someterse al trasplante sin un estudio adicional

y en los de alto riesgo es probable que se efectúen estudios invasivos

(p. ej., cateterismo cardíaco). En los pacientes de riesgo intermedio,

puede ser útil realizar una prueba de esfuerzo de cribado, como

una ecocardiografía de estrés con dobutamina o una gammagrafía

con radioisótopos.

El elevado riesgo cardíaco de estos pacientes explica el uso

del bloqueo

b

perioperatorio como forma de reducir las complica-

ciones perioperatorias en pacientes de alto riesgo sometidos a tras-

plante renal. Varios estudios realizados en la década de 1990

confirmaron que el bloqueo

b

perioperatorio proporciona una

notable protección ante las complicaciones cardíacas graves en las

poblaciones del alto riesgo de pacientes no trasplantados, aunque

el ensayo clínico POISE ha puesto en duda este argumento. Sin

embargo, no se ha efectuado ningún estudio prospectivo aleatori-

zado con bloqueo

b

perioperatorio en los receptores de trasplantes

Anestesia en el trasplante de órganos abdominales

1929

57

Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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Figura 57-2

A,

Anastomosis término-lateral entre la arteria renal y la arteria

ilíaca externa.

B,

Anastomosis término-lateral de la vena renal con la

vena ilíaca externa.

C,

Anastomosis del uréter a la mucosa de la vejiga. (

De

Hardy JD:

Hardy’s Textbook of Surgery,

2.ª ed., Filadelfia, JB Lippincott, 1988.

)