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renales, y por el momento no se sabe si este tratamiento es seguro

en estos pacientes, sobre todo en los que tienen DM (v. cap. 25).

Los pacientes diabéticos tienen una mayor incidencia de

neuropatía autónoma que puede manifestarse como una frecuen-

cia cardíaca y una presión arterial mayores que en los pacientes con

NT no diabético

s 95

. A menudo, los diabéticos de tipo 2 tienen una

combinación de obesidad visceral, dislipidemia aterógena (concen-

traciones bajas de lipoproteína de alta densidad y elevadas de tri-

glicéridos),hipertensiónyresistenciaalainsulina.Estacombinación

incrementa los riesgos de CI y de enfermedad cardiovascular.

Es preciso conocer el momento de la última dosis de los

fármacos hipoglucemiantes. Los medicamentos orales no deben

tomarse el día de la intervención, debido a la posibilidad de una

hipoglucemia inadvertida cuando el paciente está anestesiado. Los

pacientes dependientes de insulina que son muy inestables y con

concentraciones decrecientes de la hormona corren el riesgo de

desarrollar cetosis y acidemia intraoperatorias.

Antes de la intervención, se valora sistemáticamente el

estado de la coagulación mediante el tiempo de protrombina, el

índice internacional normalizado (INR), el tiempo de tromboplas-

tina parcial, el fibrinógeno y el recuento plaquetario. Aunque los

pacientes con NT pueden seguir una dieta pobre en proteínas,

pocas veces presentan una deficiencia significativa de los factores

de la coagulación. Un sistema de detección preoperatorio útil para

predecir la hemorragia consiste en una historia cuidadosa que

incluya los antecedentes familiares, dentales, obstétricos, quirúrgi-

cos, de transfusiones y de fármacos; el tiempo de hemorragia no es

una prueba útil que permita predecir la posibilidad de hemorragias

intraoperatoria

s 96 .

Tratamiento intraoperatorio

Aunque en las primeras publicaciones, la anestesia administrada

fue exclusivamente raquíde

a 78

y en algunos centros se ha usado de

manera más reciente la anestesia regional para este tipo de inter-

venció

n 97 ,

en la mayoría de los hospitales se utiliza actualmente la

anestesia endotraqueal general, con la que se logran una hemodi-

námica estable, una excelente relajación muscular y una profundi-

dad previsible de la anestesia. Se ha comparado una técnica en la

que se combinaban anestésicos volátiles y opioides con la anestesia

intravenosa total que combina opioides y propofol, sin que se

observaran diferencia

s 98 .

En general, los monitores estándar de la

American Society of Anesthesiologists son todo lo que suele nece-

sitarse en estos casos. Los pacientes en fases más avanzadas de

enfermedades concurrentes necesitarán una monitorización más

amplia, como el control continuo de la presión arterial, de la PVC,

o de ambas. Pueden producirse modificaciones significativas de la

presión arterial de las cuales la hipotensión (49,6%) fue más fre-

cuente que la hipertensión (26,8%) en una serie extensa. Los

pacientes con enfermedades concurrentes más graves, por ejemplo,

como una CI sintomática o antecedentes de insuficiencia cardíaca

congestiva, deben monitorizarse con un catéter de arteria pulmo-

nar o mediante ecocardiografía transesofágica (ETE) para detectar

una posible isquemia o una alteración hemodinámica grave

intraoperatorias. También es preciso controlar el estado de la

fístula o derivación de hemodiálisis durante la colocación y la

intervención, para comprobar si se producen frémitos y confir-

mar la permeabilidad.

El objetivo del control de la PVC es mantenerla dentro de

unos límites de 10-15 mmHg a fin de optimizar el gasto cardíaco

y el flujo sanguíneo renal. Se ha relacionado la función inmediata

del injerto con un volumen sanguíneo superior a 70ml/kg y un

volumen plasmático mayor de 45ml/k

g 99 .

En otro estudio se

demostró una correlación entre la presión en la arteria pulmonar

(PAP) y la función del injerto. Esta última fue mejor con una presión

de llenado alta (PAP

>

20mmHg/PAP diastólica

>

15 mmHg)

que con presiones más bajas. Más recientemente, se ha debatido si

algún cristaloide concreto sería mejor que los demás en cuanto a

la función renal postoperatoria. Un estudio sobre la elección del

líquido realizado en 49 hospitales estadounidenses encontró que

más del 90% de los pacientes reciben suero salino fisiológico o

soluciones basadas en el mismo durante su trasplant

e 100 .

Sin

embargo, un único estudio prospectivo, aleatorizado y con doble

enmascaramiento que comparó el suero salino fisiológico con el

Ringer lactato para la fluidoterapia i.v. intraoperatoria en el tras-

plante renal mostró unas tasas significativamente mayores de

hiperpotasemia y acidosis metabólica graves en el grupo del suero

salin

o 101 .

Aunque es necesario tener tipificada y analizada la sangre

del receptor, pocas veces se precisan las transfusiones, ya que la

hemorragia suele ser mínima.

Los pacientes con uremia y otras enfermedades concurren-

tes (p. ej., diabetes) deben ser considerados de riesgo en cuanto a

una posible aspiración durante la inducción de la anestesia. El

tratamiento previo con un antiácido sin partículas, por ejemplo,

con 30ml de citrato sódico, eleva el pH gástrico. Para prevenir el

reflujo y la aspiración debe considerarse la conveniencia de una

inducción de secuencia rápida mientras se mantiene una presión

sobre el cricoides.

En varios estudios se demostró que la dosis de inducción de

propofol necesaria para lograr la hipnosis clínica y la reducción del

índice biespectral (BIS) a 50 fue un 40-60% mayor que la necesaria

en los pacientes normale

s 102,103 .

Goyal y cols

. 103

emplearon ajustes

de 0,2mg/kg de propofol cada 15 segundos hasta lograr unos cri-

terios de valoración predeterminados y encontraron una correla-

ción negativa entre la dosis de propofol y las concentraciones

preoperatorias de hemoglobina. No se conoce el mecanismo exacto

de este efecto, pero, partiendo de estos hallazgos, se desaconseja

administrar bolos mayores para la inducción.

Los pacientes con hipertensión previa pueden sufrir grandes

fluctuaciones de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca

durante la inducción de la anestesia y la intubación endotraqueal.

Como en estos casos hay una alta prevalencia de CI y de isquemia

de miocardio, entre los objetivos de la inducción deben incluirse

un control cuidadoso de la frecuencia cardíaca y de la presión

arterial a fin de minimizar la posibilidad de isquemia miocárdica.

Se han propuesto varios métodos para lograr el control adecuado

de estos parámetros durante la inducción. Las dosis moderadas o

grandes de opioides como el fentanilo pueden reducir la respuesta

a la laringoscopia; sin embargo, a menudo resultará más difícil

mantener la presión arterial si no se recurre a los vasoconstrictores

después de la inducción. En los últimos años se ha visto que el

remifentanilo, un opioide de acción corta que se metaboliza en el

plasma, es un fármaco eficaz para el control de la frecuencia car-

díaca. Además, su velocidad de administración puede ajustarse

para permitir un control rápido de la profundidad de la anestesia.

El bloqueante

b

-adrenérgico de acción corta esmolol (0,5-1mg/kg)

se usa para amortiguar la respuesta hemodinámica a la intubación

y es ideal en los pacientes con una función ventricular adecuada.

El suxametonio no está contraindicado de forma absoluta en

los pacientes con NT (v. cap. 19

) 104

. Se ha descrito que la actividad

plasmática de la colinesterasa es inferior a la normal en más del 20%

de los pacientes que tienen NT, con independencia de que recibieran

o no algún tipo de diálisis. Tanto cuando se encuentran en diálisis

peritoneal como si se hallan en hemodiálisis o sin diálisis, estos

pacientes no experimentarán una parálisis prolongada tras la dosis

de intubación de suxametonio, a menos que tengan una forma

atípica de colinesterasa sérica. El aumento de la concentración sérica

de potasio tras la dosis de intubación de suxametonio es similar en

los pacientes con y sin NT, es decir, alrededor de 0,6mEq/l, aumento

que puede tolerarse sin un riesgo cardíaco significativo, incluso con

una concentración inicial de potasio superior a 5mEq/l.

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Anestesia por subespecialidades en el adulto

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