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La fase anhepática comienza con la extracción del órgano

original y el control de la hemorragia. El injerto hepático enfriado

con hielo se coloca en el campo quirúrgico y se realizan las anasto-

mosis suprahepática, infrahepática y portal, en este orden. La

anastomosis de la arteria hepática puede llevarse a cabo antes de

la reperfusión o después de haber restablecido el flujo sanguíneo

( fig. 57-4B )

. Durante la fase anhepática se constatan a menudo una

acidosis e hipocalcemia profundas, lo que obliga a vigilar estrecha-

mente los parámetros analíticos. En esta fase puede ser difícil el

control de la fluidoterapia y debe preverse el retorno de un volumen

considerable cuando se liberen las pinzas tras completar las

anastomosis vasculares. Una fluidoterapia excesivamente entu-

siasta para mantener una presión arterial adecuada durante la fase

anhepática puede provocar una sobrecarga, con posible compro-

miso cardiopulmonar y con un grado considerable de tumefacción

intestinal y hepática. Un hígado y un intestino congestivos pueden

suponer un serio problema quirúrgico durante la fase de reperfu-

sión, sobre todo si es preciso efectuar una coledocoyeyunostomía

en Y de Roux.

Al final de la fase anhepática se retiran las pinzas vasculares

de manera progresiva y se inspecciona cada anastomosis para

detectar posibles pérdidas. El retorno de la precarga al restablecer

el flujo continuo en la cava hace que la presión de llenado vuelva

a cifras normales o mayores de lo normal. La retirada de la pinza

de la vena porta permite que la sangre de la circulación esplácnica

penetre en el nuevo hígado, con lo que se inicia la fase de reperfu-

sión. La parte más delicada de la fase de reperfusión es el período

inmediatamente posterior a la retirada de las pinzas vasculares del

injerto hepático. En los segundos o minutos siguientes a esta reti-

rada pueden producirse una inestabilidad hemodinámica signifi-

cativa o una parada cardíaca, sobre todo cuando se despinza la vena

porta. Se ha descrito la aparición de una disminución de la con-

tractilidad cardíac

a 251 ,

arritmias, bradicardia intensa, hipotensión

profunda y parada hiperpotasémica. En estos casos, el objetivo del

tratamiento anestésico consiste en mantener o recuperar la estabi-

lidad cardiovascular, lo que puede requerir una intervención far-

macológica inmediata, por ejemplo, con administración de

adrenalina, atropina, calcio o, a veces, bicarbonato sódico. Se ha

demostrado que el azul de metileno atenúa las modificaciones

hemodinámicas del síndrome de reperfusión

252 .

La colocación

preoperatoria de electrodos externos puede ser útil para la parada

cardíaca inmediata tras la reperfusión.

Las alteraciones fisiológicas que se observan en la fase de

reperfusión inmediata suelen denominarse síndrome de reper-

fusión y su mecanismo exacto sigue siendo desconocid

o 253 .

Se

cree que en la producción de esta inestabilidad hemodinámica

intervienen varios factores, solos o en combinación: concentra-

ciones elevadas de potasio en la solución de conservación (solu-

ción UW

) 254 ,

características demográficas del donante

255 ,

técnica

quirúrgic

a 256

y disminución de la resistencia vascular perifé-

ric

a 257 .

Otros factores peor establecidos y en parte discutidos,

como la hipotermia, la acidosis metabólica, los péptidos vasoac-

tivos endógenos intestinales y la distensión brusca de la aurícula

en respuesta a la liberación del pinzamiento y a la reperfusión

son también mecanismos propuestos como causas de las altera-

ciones hemodinámicas.

Después de la fase de reperfusión inicial, se completa la

anastomosis de la arteria hepática, se extirpa la vesícula biliar (en

los injertos de cadáver) y se reconstruye el colédoco. La recons-

trucción de la arteria hepática se lleva a cabo en la mayoría de los

casos con una anastomosis término-terminal, mientras que a veces

(cuando la anatomía es desfavorable) se emplea un injerto de

aumento de la aorta. El drenaje biliar suele establecerse mediante

una coledococoledocostomía o, a veces, con una coledocoyeyu-

nostomía en Y de Roux. Hay que prestar atención al diagnóstico

y al tratamiento de la coagulopatía en caso de ser significativa

Anestesia en el trasplante de órganos abdominales

1941

57

Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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Figura 57-4

A,

Cuando se usa una técnica de interposición de la cava justo antes de la fase anhepática, se pinzan la vena cava supra e infrahepática y la vena

porta. La arteria hepática suele pinzarse en la fase de disección.

B,

Anastomosis durante el trasplante hepático. La vena cava supra e infrahepática del donante

se anastomosan al receptor y luego se anastomosa la vena porta. Con frecuencia, la arteria hepática y el colédoco se anastomosan durante la fase de

reperfusión. Como alternativa, para el drenaje de la bilis puede hacerse una anastomosis en Y de Roux con un asa del intestino delgado. A veces es necesario

reconstruir la arteria hepática, la vena porta o el colédoco. La colocación de un tubo en T para drenar el colédoco no es obligatoria y cada vez se usa menos.

VCI, vena cava inferior

.

(

De Hardy JD:

Hardy’s Textbook of Surgery,

2.

a

ed., Filadelfia, JB Lippincott, 1988.

)