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estricta de crisis continuas de al menos 30 minutos de duración.

Independientemente de la definición del estado epiléptico, se debe

iniciar rápidamente el tratamiento de la crisis, porque una crisis

que dura más de 5 minutos tiene poca probabilidad de finalizar

espontáneamente. Hay diversos tipos de crisis, aunque todas ellas

pueden manifestarse como status, incluyendo los tipos no convul-

sivos, que plantean sus propios retos diagnósticos particulare

s 188 .

La actividad crítica se puede originar por cualquier agresión

grave que afecte a la corteza cerebral, independientemente de que

sea infecciosa, mecánica, metabólica o tóxica. Agresiones incluso

leves pueden producir un status en el que el umbral crítico está

producido por una enfermedad parenquimatosa previa o por

comorbilidad (p. ej., abstinencia alcohólica). A la vista del énfasis

ya señalado sobre la prevención y la resolución de la lesión secun-

daria del cerebro, la desventaja metabólica del estado epiléptico se

puede ver fácilmente. Los objetivos del tratamiento incluyen fina-

lización de la crisis, soporte fisiológico y prevención de las recu-

rrencias. Esto puede suponer la intubación y la ventilación, aunque

no se deben utilizar fármacos relajantes de acción prolongada por

miedo a enmascarar una crisis continua o recurrente. El control

electroencefalográfico es muy recomendable. Los anticonvulsivos

preferidos para el tratamiento incluyen lorazepam y midazolam,

por su perfil cardiovascular relativamente benigno. La fenitoína

sigue siendo un fármaco muy utilizado, aunque se tarda tiempo en

administrarla porque puede producir hipotensión y bradicardia si

se administra rápidamente. Los efectos hipotensores también

pueden limitar la utilidad del tiopental, el pentobarbital y el

propofol

189 .

Síndrome de Guillain-Barré

El síndrome de Guillain-Barré (SGB) se produce con una inciden-

cia de 1 a 4 casos por cada 100.000 personas y año. La incidencia

aumenta con la edad, y es una de las causas neurológicas más fre-

cuentes de ingreso en unidades de cuidados crítico

s 190,191 .

La forma clásica del SGB es una polineuropatía desmielini-

zante inflamatoria aguda que aparece como debilidad muscular

ascendente progresiva. Se puede manifestar como parálisis flácida

e insuficiencia respiratoria. Hay diversas enfermedades agrupadas

asociadas al síndrome, como polineuropatía desmielinizante infla-

matoria aguda (PDIA), neuropatía axonal motora aguda (NAMA),

neuropatía axonal sensitivomotora aguda (NASMA) y síndrome de

Miller-Fisher (SMF); este último afecta primero a los pares cranea-

les. La PDIA es la variante más frecuente en los Estados Unidos, y

más del 50% de los casos tiene un antecedente reciente de infección

bacteriana o vírica. El

Campylobacter jejuni

es el patógeno obser-

vado con más frecuencia, junto al citomegalovirus, el virus de

Epstein-Barr y el virus del herpes simple. La SGB puede producir

manifestaciones sensitivas y autónomas, dependiendo del subtipo,

y hay cierta variación en la velocidad de inicio y recuperación. Con

frecuencia los síntomas progresan a lo largo de varios días hasta

alcanzar su máximo a las 2 semanas, con una meseta posterior-

mente. Aproximadamente el 5% de los pacientes tiene una progre-

sión más rápida, con una pérdida funcional máxima en las 72 horas

siguientes al inicio de los síntomas. A las 4 semanas la mayoría de

los pacientes habrá progresado hasta el límite de la sintomatología

y poco después se observa que empieza la recuperación. Sin

embargo, la recuperación se puede demorar hasta 6 meses. Hay

cierto debate sobre si la velocidad de inicio se relaciona con una

velocidad más lenta de recuperación y una peor evolució

n 190,191 .

La pérdida de la eficacia ventilatoria es el principal motivo

de ingreso en la UCI; una capacidad vital forzadamenor de 20ml/kg

es un indicador sensible de necesidad de observación, y 15ml/

kg de probable intubación, junto a signos clínicos de fatiga y dete-

rioro de la vía aérea. La hipercapnia es un signo relativamente

tardío, y no debe ser el dato en el que se basen las decisiones.

La disfunción bulbar, aunque es menos frecuente, puede

aparecer antes que el deterioro ventilatorio, particularmente en

pacientes con la variante de SMF.

Se ve disautonomía en hasta el 20% de los pacientes, y es una

causa de morbilidad

192 .

Se debe monitorizar cuidadosamente

porque las arritmias producen una mortalidad significativa en los

ancianos. La disfunción autónoma puede variar desde retención

urinaria, taquicardia fija, hasta hipotensión grave e hipertensión

paroxística.

Los estudios deben incluir electrocardiografía, proteínas en

el LCR (para detectar una elevación acelular de las proteínas),

electromiografía (la degeneración axonal se asocia a peor recupe-

ración) y estudio/cribado de anticuerpos para detectar los posibles

patógenos causales y también para determinar el pronóstico,

porque el anticuerpo GM

1

se asocia a peor recuperación, mientras

que el SMF se asocia al anticuerpo anti-GQ1

b 191 .

Los retos terapéuticos particulares son los problemas del

dolor de desaferentación y la depresión psiquiátrica. El dolor puede

ser intenso, con distribución troncal, y puede responder más a los

anticonvulsivos que a los opiáceos. Es evidente que contribuirá a

la depresión, que se observa con frecuencia y que muchas veces

empeora por la inmovilidad, el aburrimiento y la escasa capacidad

de un personal atareado de implicarse activamente con un paciente

con funciones cognitivas intactas (lo que es relativamente poco

habitual en la unidad de cuidados neurocríticos). Es adecuada la

traqueostomía temprana en casos en los que se prevea un trata-

miento prolongado.

Tanto la limitación sintomática como la recuperación del

SGB han mejorado con el uso de plasmaféresis y la administración

intravenosa de gammaglobulina. No hay ninguna ventaja de uno

respecto al otro, ni de su combinación. Sin embargo,muchosmédicos

los ensayan de forma secuencial en casos de fracaso terapéutico.

No se ha demostrado que el interferón y los corticoides

mejoren la evolución, solos o combinados con inmunoterapi

a 190 .

Lesión medular

Al contrario del SGB, la lesión medular (LM) es mucho más fre-

cuente (11.000 casos/año), no responde al tratamiento y de forma

casi inevitable tiene efectos permanentes. El número de personas

afectadas en los Estados Unidos en 2006 fue de 253.000. El grado

de disfunción es similar al del SGB en el sentido de que el nivel de

la lesión asciende y hay un nivel elevado de parálisis motora de las

extremidades inferiores, el tronco, las extremidades superiores y el

diafragma. Además, también hay una simpatectomía traumática

que produce bradicardia, hipotensión y parálisis digestiva. Este

último aspecto con frecuencia se pasa por alto, y la consiguiente

distensión abdominal puede reducir aún más la eficacia de un

diafragma ya comprometido. Los efectos cardiovasculares de la

simpatectomía, particularmente por encima del nivel T5, se mani-

festarán como bradicardia e hipotensió

n 193 .

Esto puede mejorar con

tratamiento con líquido y presores, y el efecto taquicárdico de la

dopamina puede ser un atributo útil. Los estímulos vagales sin

oposición, así como la hipoxia, pueden inducir bradicardi

a 193 .

Hay

controversia sobre los objetivos de la reanimación, y recientemente

ha habido interés en mantener la perfusión medular de forma

similar a la PPC de la lesión cerebral traumática. Los pacientes con

lesiones por debajo de T5 pueden seguir teniendo hipotensión,

aunque habitualmente sólo cuando hay cambios posturales, hipo-

volemia o comorbilidad.

El soporte ventilatorio depende del nivel de la lesión. Si la

lesión está por debajo de C5, aunque el diafragma sigue siendo

Cuidados neurocríticos

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Sección VII

Cuidados críticos

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