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primeras 48 horas; la hemorragia inicial será la causa principal de

la muerte, seguida por reaparición de hemorragi

a 125 .

La morbilidad

y la mortalidad posteriores se pueden atribuir a los déficits neuro-

lógicos debidos a la isquemia inducida por el vasoespasmo

arteria

l 126 .

En las últimas dos décadas ha habido mejoras significativas

de la morbilidad y la mortalida

d 127,128

. Esto indica que se pueden

conseguir reducciones adicionales con los cambios continuos de la

práctica quirúrgica y con una mayor concentración de la experien-

cia en centros regionales. Ha sido paralelo a este hecho el desarrollo

de tecnologías de neuroimagen y endovasculares, que han tenido

una gran importancia en la mejora de la evolución

129,130 .

Tratamiento temprano o tardío

La mortalidad y la morbilidad por HSA son secundarias princi-

palmente a repetición de la hemorragia de aneurismas no tratados

y al déficit isquémico tardío o al infarto por vasoespasmo arterial.

La hemorragia de repetición alcanza su máximo en las primeras

24 horas después de la hemorragia inicial y después disminuye

progresivamente, alcanzando una meseta del 2% a los 6 meses. Por

el contrario, el vasoespasmo tiende a aparecer el tercer día, alcanza

su máximo entre los 5 y los 7 días y generalmente desaparece a los

14 días. Esto llevó a cierto debate sobre el momento de aplicación

del tratamiento, de modo que se puede evitar la hemorragia de

repetición con una intervención temprana pero con el riesgo de un

aumento del riesgo de vasoespasmo, que puede inducir un déficit

isquémico neurológico devastador. Desde el punto de vista quirúr-

gico, el tratamiento temprano también se asocia a condiciones

menos óptimas de relajación del encéfalo. Aunque no se encontró

ninguna diferencia en la evolución, el tratamiento intensivo con

vasopresores y soporte cardiovascular han desplazado el equilibrio

a favor de la colocación precoz de un clip en las primeras 72 horas

después de la hemorragi

a 131 .

Además de la hemorragia de repetición y el vasoespasmo, se

produce hidrocefalia aguda en el 25% al 30% de los pacientes

después de una HSA, y la ventriculostomía puede salvar la vida de

los pacientes, además de ofrecer un pronóstico más exact

o 132 .

Antifibrinolíticos

Los antifibrinolíticos para reducir el riesgo de hemorragia incre-

mentan el riesgo de accidente cerebrovascula

r 133 ,

y con la introduc-

ción del tratamiento temprano se utilizan pocas veces en la

actualidad. Sin embargo, muchos médicos controlan la presión

arterial con el uso de infusiones de fármacos vasoactivos (p. ej.,

nicardipino) para reducir el riesgo de hemorragia hasta que el

aneurisma se haya tratad

o 134 .

Vasoespasmo

Se piensa que el vasoespasmo se debe a la atenuación de la vaso-

dilatación inducida por óxido nítrico, con un aumento asociado de

la producción de endotelina y la consiguiente vasoconstricción. La

molécula de hemo extravascular es el principal candidato en una

larga lista de posibles responsable

s 135 .

El 70% de los pacientes con

HSA presenta vasoespasmo angiográfico, aunque sólo del 30% al

40% de los pacientes tendrá síntomas. Los pacientes con una gran

cantidad de sangre subaracnoidea son los que más riesgo tienen de

presentar vasoespasmo. Con frecuencia se utiliza en clínica el

grado de Fisher para predecir el riesgo de vasoespasm

o 78 .

Un

reciente metaanálisis de técnicas terapéuticas indica que no hay

diferencias en la incidencia de vasoespasmo entre tratamiento

s 136 .

Denny-Brown fue el primero que propuso el aumento de la

presión arterial para combatir el vasoespasmo en 195

1 137 ,

pero tan

sólo después de que se demostrara la reversión de los déficits isqué-

micos con el uso de presore

s 138

este abordaje se convirtió en el uso

posterior de lo que se ha denominado tratamiento con «triple H»,

en la que la hipertensión inducida (hasta 180 mmHg de sistólica e

incluso más) y la infusión intensiva de líquidos (4-5 l/día) (hiper-

volemia) podía revertir el deterioro neurológico evidente en el

paciente con espasmo grav

e 139 .

La tercera «H» (hemodilución hasta un hematocrito óptimo

teórico de 30) es en gran medida la consecuencia pasiva de la

hipervolemia, y se piensa que es menos importante, y posiblemente

incluso perjudicia

l 140

. A pesar de una historia anecdótica significa-

tiva sobre su efecto, ha habido pocos datos de su utilidad en estu-

dios aleatorizados y controlados y en metaanalisi

s 141,142

. La terapia

con triple H también se puede asociar a un aumento de la frecuen-

cia de complicacione

s 143

probablemente en relación con el uso de

hipervolemi

a 142 .

Hay más datos que confirman el efecto de la hipertensión

de forma aislada, efecto que se puede ver socavado por el uso de

hipervolemia adicional

144 .

Aunque se considera que el hematocrito es menos impor-

tante en la terapia de triple H, en un estudio retrospectivo se

demostró que una mayor concentración de hemoglobina se asocia

a menos infarto cerebral y mejores resultado

s 140 ,

muchos médicos

mantienen un hematocrito del 30%. Lamentablemente, no se ven

efectos beneficiosos con la transfusión deliberada para aumentar

la liberación de oxígeno. Por el contrario, se ha asociado a un

aumento del vasoespasmo y a malos resultado

s 140,145

. La literatura

sobre cuidados críticos generales refuerza estos efectos perjudicia-

les de la transfusió

n 146 .

Aún se espera un estudio prospectivo.

El único dato de nivel 1 de estudios aleatorizados y controlados

en HSA se refiere al uso de nifedipino. Este fármaco, cuando se admi-

nistra profilácticamente desde el diagnóstico y durante 21 días,

produce una mejora pequeña en los resultados y en la incidencia de

déficit isquémico. Es interesante señalar que no tiene un efecto evi-

dente inmediato sobre la incidencia de vasoespasmo angiográfic

o 147

.

Otros abordajes terapéuticos del vasoespasmo incluyen

ensayos con inhibidores plaquetario

s 148 ,

estatinas (para las que

algunos estudios pequeños han mostrado una mejoría de la evolu-

ción neurológica

) 149,150

y antagonistas de la endotelin

a 151 .

El tratamiento del vasoespasmo se ve facilitado por el uso

adecuado de los estudios de imagen, como monitorización Doppler

transcraneal, SPECT y angiografía cerebral cuando está indicada.

La institución de la terapia de triple H exige el uso de monitoriza-

ción invasiva, incluyendo la monitorización de la presión arterial

y de la presión venosa central (u otros índices de precarga).

El uso de dilatación mecánica con balón de vasos sanguíneos

(angioplastia) ha añadido un arma importante al arsenal contra el

vasoespasm

o 152,153

. La angioplastia está limitada por el calibre de

los vasos sanguíneos, además de su accesibilidad, y se asocia a

riesgo de rotura catastrófic

a 152 .

La angioplastia farmacológica mediante la inyección intraar-

terial de un vasodilatador está adquiriendo popularidad. Aunque

inicialmente se estableció el uso de papaverina, cada vez se ha

descrito más el uso de calcioantagonistas como nicardipino y vera-

pamilo, que tienen menos efectos adversos. Todos los fármacos

actuales están limitados por la naturaleza transitoria de sus efectos,

menor de 24 hora

s 154 .

Se pueden utilizar vasodilatadores en vasos

demasiado pequeños para ser accesibles a los balones.

Disfunción cardíaca

Como ya se ha señalado, se puede producir un trastorno autónomo

significativo asociado a la HSA, lo que da lugar a cambios del

electrocardiograma y del rendimiento miocárdico. Los cambios

electrocardiográficos son frecuentes pero no parecen relacionarse

con la evolució

n 155 .

Sin embargo, en una serie se encontró una

incidencia del 32% de gammagrafía de perfusión anómala, inde-

pendientemente de la historia clínica, el patrón electrocardiográ-

fico y la situación neurológic

a 156 .

Cuidados neurocríticos

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Sección VII

Cuidados críticos

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