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protección de los pasajeros han llevado a una disminución de la

incidencia de lesión cerebral traumática en los Estados Unidos,

hasta tal punto que los accidentes de tráfico han sido sustituidos

por las caídas como principal causa de lesió

n 85 .

Estas causas, junto

a las agresiones y las lesiones en vehículos todoterreno y las lesio-

nes deportivas, siguen contribuyendo a lo que se denomina «epi-

demia silenciosa

» 85 ,

acentuada por los actuales conflictos bélicos y

sus características lesiones por estallid

o 86

y la consiguiente preva-

lencia en una población predominantemente joven. Fuera de época

de conflictos bélicos estas causas habitualmente tienen un factor

común en la contribución del consumo de alcoho

l 87,88

.

En todas las circunstancias la estructura del encéfalo es

deformada por la transmisión de la energía cinética y se produce

sección de los vasos sanguíneos y de las fibras nerviosas. La distri-

bución de esta lesión abarca un amplio espectro desde una contu-

sión localizada hasta focos dispersos de forma difusa, y varía con

las circunstancias del incidente y la arquitectura del encéfalo de la

víctima. Típicamente las contusiones cerebrales están localizadas

en las prominencias óseas del cráneo, en las alas del esfenoides y

las crestas petrosa

s 89 .

La variabilidad de las lesiones producidas

hace que algunas de las suposiciones más generales sobre las lesio-

nes cerebrales sean dudosas, porque una lesión del lóbulo temporal

se puede comportar de forma muy diferente a una lesión de la fosa

posterior.

Las lesiones cerebrales traumáticas también se pueden cla-

sificar como cerradas o penetrantes. Las lesiones penetrantes

pueden tener una vez más consecuencias muy variables depen-

diendo de la localización, la profundidad y la energía, aunque gene-

ralmente son mortales si atraviesan de forma bilateral el

mesencéfal

o 90

. Aunque la mortalidad inicial de las lesiones pene-

trantes es mayor, la evolución de los supervivientes es similar a la

que se ve en las lesiones no penetrante

s 91 .

Las lesiones vasculares pueden afectar a vasos sanguíneos

arteriales más superficiales, como en la lesión de la arteria menín-

gea media típica de la fractura pterional. Esto con frecuencia

produce un hematoma extradura

l 92 .

Estas colecciones que se

expanden rápidamente pueden producir un deterioro neurológico

rápido y pueden tener consecuencias devastadoras si no se tratan

rápidamente. La mortalidad está entre el 15% y el 20

% 93

. De forma

alternativa, las venas comunicantes entre la corteza y los senos

venosos durales con frecuencia son desgarradas por fuerzas gira-

torias o de aceleración/desaceleración produciendo un hematoma

subdural progresivo. Esto se puede manifestar lentamente e incluso

puede no estar acompañado por signos de traumatismo externo.

En el tiempo que tarda en aparecer el hematoma venoso los sínto-

mas pueden ser sutiles y, lamentablemente, se los puede pasar por

alto. Esta expansión lenta ejerce un efecto lesivo acumulativo, y en

el momento en el que finalmente se manifiestan signos graves

puede ser tan destructiva como una lesión con expansión rápida o

incluso más destructiv

a 94 .

Esta lesión es prevalente en ancianos, en

los que el proceso de atrofia cerebral senil da lugar a una mayor

presión en las venas comunicantes que tienen que atravesar una

distancia mayor, y que en consecuencia son más susceptibles a la

rotura.

En todas estas situaciones la patología primaria se ve acen-

tuada por los datos secundarios de aumento de la PIC, disminución

del flujo de entrada arterial y la consiguiente reducción de la PPC,

con la consiguiente hipoxia hística y muerte celular, como se ha

descrito previamente en la relación presión intracraneal-volumen

(v.

fig. 84-1

).

Esto también se puede modificar de forma adversa por la

pérdida de la autorregulación, que puede dar lugar a aumentos

adicionales de la PIC. Esto se ve con frecuencia en la lesión difusa,

en la que aunque los focos individuales pueden ser pequeños, se

combinan aditivamente para producir una cantidad total de cambio

inflamatorio suficiente para superar a la autorregulació

n 95 .

Se ve HSA traumática (HSAt) en hasta el 70% de los ingresos

por lesión cerebral traumátic

a 96

. Hay cierta variabilidad en la detec-

ción y notificación, a pesar de lo cual la HSAt tiene un efecto

importante sobre la evolució

n 97 .

Hay una relación interesante con

la prolongación del intervalo QTc que se ha visto en el 67% de los

pacientes con HSAt

. 98

Aproximadamente el 20% de los pacientes

con HSAt también puede presentar vasoespasmo, que puede pro-

ducir una agresión isquémica secundaria. El diagnóstico y el trata-

miento del vasoespasmo serán facilitados por el uso del Doppler

transcraneal.

Una parte crucial del tratamiento de la lesión cerebral trau-

mática en la UCI debe ser una exploración y una evaluación com-

pletas utilizando los principios que se han señalado en Soporte

Vital Avanzado en Traumatismo

s 99

, porque se sabe que lesiones

ocultas escapan al estudio inicial, aunque posteriormente producen

un deterioro fisiológico tardío cuando el paciente llega a la UCI o,

lo que es peor, al tomógrafo de TC. Estas lesiones pueden acentuar

la lesión cerebral primaria al contribuir a la agresión fisiológica

secundari

a 14 .

En conjunto el objetivo común del tratamiento de la lesión

cerebral traumática es mantener la perfusión cerebral. En pacientes

con lesiones que producen distorsión anatómica con efecto de

masa está indicada la resección quirúrgica. Aunque no se ha

demostrado en estudios aleatorizados y controlados, la craniecto-

mía de descompresión temprana en pacientes con elevación de la

PIC refractaria al tratamiento médico, con o sin masas, puede

mejorar la evolución.

Puede ser necesario el tratamiento médico tanto antes como

después de la intervención quirúrgica, o como alternativa en cir-

cunstancias de lesión difusa. Estas estrategias terapéuticas en la

UCI giran alrededor de la reducción de la PIC y el mantenimiento

de la perfusión cerebral, que pueden no ser objetivos compatibles.

Aunque la resolución terapéutica de la PIC con diuresis osmótica

Cuidados neurocríticos

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Sección VII

Cuidados críticos

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Tabla 84-7

 Sistema de gradación de Hunt y Hess

Grado

Manifestación clínica

Supervivencia (%)

(aproximada)

Grado 1

Asintomático o cefalea leve

70

Grado 2

Cefalea moderada a intensa, rigidez

de nuca, y ningún otro déficit

neurológico aparte de una posible

parálisis de un par craneal

60

Grado 3

Alteración leve del estado mental

(confusión, letargo), defecto

neurológico focal leve

50

Grado 4

Estupor y/o hemiparesia

20

Grado 5

Comatoso y/o rigidez de

descerebración

10

Tabla 84-8

 Escala de la Federación Mundial de Sociedades de Neurocirugía

Grado 1

Escala de coma de Glasgow (GCS) de 15, sin déficit motor

Grado 2

GCS de 13-14, sin déficit motor

Grado 3

GCS de 13-14, con déficit motor

Grado 4

GCS de 7-12, con o sin déficit motor

Grado 5

GCS de 3-6, con o sin déficit motor