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Monitorización

La prevención o la corrección de las agresiones fisiológicas secun-

darias precisa el uso agresivo de monitores fisiológicos (v. cap. 36 y

fig. 84-5 )

. Esto no evita la necesidad de exploración clínica frecuente

del SNC, porque los monitores que miden la función del encéfalo

(p. ej., actividad eléctrica procesada, oxigenación cerebral y PIC) son

simplemente métodos indirectos y no integran la información de

una manera convincente. De forma similar, se debe prestar atención

a los datos fundamentales de estado del volumen hídrico, frecuencia

respiratoria, estabilidad cardiovascular y consumo metabólico.

Presión intracraneal

La monitorización de la PIC se convirtió rápidamente en un

método estándar después de la introducción de su uso clínico en

la década de 197

0 34 ,

lo que hizo que la determinación posterior de

su utilidad y eficacia en un estudio aleatorizado y controlado fuera

casi imposible. Los monitores no invasivos no tienen suficiente

fiabilidad hasta la fecha y siguen investigándos

e 35 .

A pesar de la

amplia aceptación de la monitorización de la PIC, algunos autores

han puesto en duda su uso porque no tiene efectos sobre la evolu-

ció

n 36 .

Sin embargo, la mayoría de los centros neuroquirúrgicos

implantan estos dispositivos de forma sistemática para el trata-

miento de la lesión cerebral traumática y la HSA, utilizando um-

brales definidos (p. ej., PIC

>

25) para indicar intervenciones tera­

péuticas como fármacos osmóticos (p. ej., manitol o suero

hipertónico) o tratamientos quirúrgicos (p. ej., craneotomía de des-

compresión o drenaje del LCR).

Los sensores de PICpueden representar únicamente la presión

del compartimento en el que se han implantado (v.

fig. 84-2 )

y

pueden no ser sensibles a cambios transitorios agudos de presión al

otro lado de la hoz del cerebro o de la tienda del cerebel

o 37 .

Los

dispositivos intraparenquimatosos de fibra óptica son menos inva-

sivos y más fáciles de implantar, aunque sólo se pueden calibrar ex

vivo y no permiten el drenaje del LCR. Por tanto, siempre que los

ventrículos estén accesibles, los catéteres ventriculares siguen siendo

el método de referencia para la medición, aunque con el coste de un

aumento del riesgo de infección de aproximadamente el 6

% 38 .

Cuando los ventrículos son pequeños esta intervención es difícil

técnicamente, y aumenta el riesgo de hemorragia y de contusión.

Los dispositivos de PIC se pueden colocar rápidamente con

un mínimo de morbilidad en manos experimentadas y, siempre

que se preste una atención adecuada al problema de la posible

deriva respecto a la calibració

n 39

, generalmente aportan datos útiles

que guían las intervenciones terapéuticas.

La observación de sus tendencias muestra patrones caracte-

rísticos que pueden tener implicaciones pronósticas (p. ej., la onda

de PIC en «A» de Lundberg o en «meseta» que indica una disten-

sibilidad cerebral crític

a 40

y una herniación inminente).

Flujo sanguíneo cerebral

Symon y cols. identificaron valores liminares funcionales importan-

tes

( tabla 84-3 ) 41 .

Los métodos iniciales de medición cuantitativa del

FSC eran laboriosos y llevaban mucho tiempo, y no ofrecían estima-

ciones regionales exacta

s 42

. Han sido sustituidos por el uso de mar-

cadores isotópicos que permiten la medición básica del flujo regional

(p. ej., xenón-133 inhalado o intravascular) o una combinación de

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Cuidados críticos

VII

Figura 84-5

 Esquema de la

monitorización intracraneal disponible,

con oximetría cerebral (NIRS), presión

intracraneal (PIC, mediante

ventriculostomía o sonda

parenquimatosa), oximetría del tejido

cerebral (Pb

o

2

), microdiálisis y oximetría

venosa yugular (Sy

o

2

).