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Cuidados críticos

VII

significativamente muchas de las funciones corporales para reducir

y contener la amenaza estresant

e 7

.

Según la descripción clásica de Cuthbertson, la respuesta a

la herida quirúrgica y traumática consta de tres fases:

1. La fase de shock (

<

24 horas), también denominada fase de

reanimación, durante la cual se produce hipoperfusión

tisular que requiere tratamiento.

2. La fase de hiperrespuesta (cuya duración depende de la inten-

sidad de la lesión), cuyo entorno se define por catabolismo,

hipermetabolismo, hiperglucemia y respuesta inflamatoria.

3. La fase anabolizante (que puede durar meses), en la que el

anabolismo facilita la reparación de heridas y la vuelta al

entorno metabólico normal.

Sin embargo, la cirugía y los cuidados críticos modernos han

mejorado la supervivencia tras una herida importante y difuminan

este esquema clásico. Los pacientes que sufren heridas graves se

someten a varios procedimientos quirúrgicos en los días siguientes

y desarrollan infecciones iatrogénicas durante sus estancias prolon-

gadas en una unidad de cuidados intensivos (UCI). Esas cirugías e

infecciones aumentan el estrés («segunda agresión») que sufre un

sistema ya estresad

o 8

. Las consecuencias de estas segundas agresio-

nes constituyen un problema porque perpetúan o intensifican los

cambios metabólicos que pueden desembocar en el fracaso mul­

tiorgánic

o 9,10

.

Eje hipotálamo-hipofisario

Muchos de los cambios alostáticos y homeostáticos están controla-

dos por sistemas de control por retroalimentación centrados en el

eje hipotálamo-hipofisario. La respuesta al estrés quirúrgico y trau-

mático se pone en marcha por la activación hipotalámica secunda-

ria a las aferencias neuronales procedentes del área de la lesión o

por la actividad emocional centrada en el sistema límbico y factores

humorales como las citocinas inflamatorias del factor de necrosis

tumoral-

a

(TNF-

a

) e interleucinas-1 (IL-1) e IL-

6 11

. La activación

del hipotálamo aumenta la actividad del sistema nervioso simpático,

lo cual, a su vez, activa el sistema cardiovascular y estimula la secre-

ción de adrenalina en la médula suprarrenal y de glucagón en el

páncreas

( fig. 85-1

). La activación del hipotálamo también estimula

o reduce la secreción de varios factores liberadores (p. ej., la hormona

liberadora de corticotropina [CRH] o la hormona liberadora de la

hormona de crecimiento [GHRH]). El hipotálamo, el termostato del

cuerpo, también controla la temperatura corporal. La estimulación

por mediadores como la IL-1

b

(pirógeno endógeno) provoca fiebre

por unmecanismo bifásico en el que la primera fase estámediada por

el aumento de la ceramida intracelular y la segunda, por la prosta-

glandina E

2

dependiente de la ciclooxigenasa-2 (COX-2

) 12,13

. La

CRH también se produce en la periferia, en la médula suprarrenal,

el tubo digestivo, la piel, las fibras nerviosas y células del sistema

inmunitario. En los lugares de inflamación, la CRH actúa como

mediador inflamatorio paracrino/autocrino

( fig. 85-2

) a través de

los receptores periféricos de CR

H 14

.

Durante el estrés, los factores liberadores junto a otros estí-

mulos actúan en la hipófisis posterior (neurohipófisis) para liberar

arginina vasopresina (AVP, hormona antidiurética [ADH]) y en la

hipófisis anterior (adenohipófisis) para segregar prolactina (PRL)

y hormona de crecimiento (GH) en la circulación. La CRH, que

actúa sinérgicamente con la AVP, estimula la secreción de proopio-

melanocortina por la hipófisis anterior. En situaciones de estrés, la

IL-6, que actúa con los receptores de IL-6 presentes en las células

corticotropas de la hipófisis, también actúa sinérgicamente con la

CRH. La proopiomelanocortina se escinde a hormona adrenocor-

ticotropa (ACTH),

b

-endorfina y hormona estimuladora de los

melanocitos-

a

(MSH), que sirven de enlace entre los opioides

endógenos con el eje hipotálamo-hipofisario-suprarrenal. A su vez,

la ACTH estimula la zona fasciculada de la corteza suprarrenal

para segregar glucocorticoides. En un metaanálisis se demostró

que la respuesta del cortisol aumenta con la edad y que es mayor

en mujeres que en varone

s 15 .

Los glucocorticoides, incluidos los

administrados exógenamente, crean un sistema de retroalimenta-

ción negativa que suprime la secreción de CRH y AVP en el

hipotálamo. En un estado sin estrés, el mecanismo de control hi­

potálamo-hipofisario regula la secreción de cortisol siguiendo un

ritmo circadiano con concentraciones máximas a primera hora de

la mañana y el nadir en torno a las 23:00. En el estrés postopera-

torio la secreción de cortisol se duplica o triplica, con alteración

del ritmo circadiano con intervalos más largos entre la concentra-

ción máxima y el nadir

16 .

Arginina vasopresina

La AVP es vital para mantener la homeostasis extravascular y se

segrega cuando aumenta la osmolalidad, disminuye la presión arte-

rial y se reduce el volumen sanguíne

o 17

. Provoca vasoconstricción

(receptores V1) y retención de agua renal (receptores V2) al esti-

mular la aquaporina-2. Las concentraciones plasmáticas de AVP se

elevan en varias situaciones de estrés como cirugía, neumonía,

infarto de miocardio con o sin insuficiencia ventricular izquierda

y terapia electroconvulsiva. También aumentan tras el inicio de la

cirugía y se mantienen elevadas varios días tras su finalización. La

magnitud y duración de las concentraciones elevadas de vasopre-

sina en plasma son proporcionales al grado de estrés. En el shock

séptico se observa un incremento inicial de las concentraciones de

AVP seguido por el descenso a concentraciones muy baja

s 18

.

Hormona de crecimiento

La secreción de GH por la hipófisis anterior es estimulada por el

factor liberador de GH hipotalámico e inhibida por la somatosta-

tina. La GH, vital en la regulación del crecimiento durante el

período prenatal y la infancia, tiene un efecto bifásico cuando se

segrega durante el estrés. La exposición inicial (2-3 horas) produ-

ce efectos de tipo insulina, pero la exposición más prolongada causa

efectos antiinsulínicos y anabolizantes. Estos últimos aumentan la

incorporación de aminoácidos en proteínas estructurales, intole-

rancia a la glucosa debido a la resistencia a la insulina y aumento

de lipólisis debido al incremento de la sensibilidad a los efectos

lipolíticos de las catecolaminas. La GH estimula la secreción de

factores de crecimiento de la insulina 1 (IGF-1) y 2 (IGF-2) en el

hígado y otros tejidos periféricos. El IGF-1 tiene acciones similares

a la insulina y también media en la actividad anabolizante y pro-

motora del crecimiento óseo de la GH. Facilita el anabolismo redu-

ciendo directamente la oxidación de proteínas y mejorando la

sensibilidad a la insulina, de manera que ésta y la GH estimulan la

síntesis de proteína

s 19 .

Una infusión de 5 días de IGF-1 en indivi-

duos normales no modificó la tasa de oxidación de la glucosa pero

aumentó la oxidación lipídica y el gasto energético en reposo y

redujo la oxidación de proteínas. Las seis proteínas de unión al IGF

modifican la disponibilidad y las acciones del IGF-1. La mayor

parte del IGF-1 se une a la IGFBP-3, mientras que la IGFBP-1 es

más importante en la regulación del IGF-1 no ligado (libre).

Las concentraciones de GH en sangre se elevan inmediata-

mente después de una herida traumática, quemaduras o cirugía

mayor; el incremento es proporcional al grado de traumatismo. No

obstante, después de un día las concentraciones de GH determina-

das en el preoperatorio o antes de la lesión comienzan a descender.

En los pacientes que han sufrido un traumatismo grave persiste la

naturaleza pulsátil de la secreción de GH pero las ráfagas son

menos frecuentes. El IGF-1 e IGF-2 y la IGFBP-3 se reducen en un