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hasta del 4,25%. Hasta el 35-45% de esta glucosa se puede absorber

y es una fuente de calorías de carbohidratos. Con la diálisis peri-

toneal se pueden absorber hasta 500 g/día de glucosa. De igual

modo, las soluciones glucosadas que se usan como soluciones de

reposición durante la hemofiltración son fuente de calorías de

glucosa en un estudio proporcionaban 300 g/día de glucosa. Esta

carga de glucosa debe tenerse en cuenta al diseñar los regímenes

nutricionales y reducir en consecuencia el contenido de glucosa y

carbohidratos. Además, es necesario vigilar las concentraciones de

glucosa por el profundo estado de estrés y por la absorción de

glucosa que conlleva la diálisis. El tratamiento con insulina es ne­

cesario para reducir la hiperglucemia, aunque los pacientes con

insuficiencia renal son especialmente sensibles a la insulina.

En general, los regímenes nutricionales para pacientes con

insuficiencia renal no deberían contener fosfato, potasio o magne-

sio porque las concentraciones de esos electrólitos ya están eleva-

das. A veces hay que aumentar la ingesta de calcio, mientras que el

de sodio debe ser casi isotónico porque no se pueden regular las

concentraciones séricas de sodio. Durante la diálisis, los electrólitos

séricos deben vigilarse estrechamente y corregir las deficiencias

cuando proceda.

Pancreatitis

El tratamiento tradicional de la pancreatitis aguda y de las exacer-

baciones agudas de la pancreatitis crónica consiste en excluir toda

la ingesta oral, instituir la aspiración nasogástrica y aportar por vía

parenteral todo el soporte nutricional. No obstante, la práctica

contemporánea consiste en comenzar precozmente la nutrición

enteral (en 48-72 horas). En un metaanálisis de siete estudios se

demuestra que, comparada con la NPT, la nutrición enteral se

asocia a menos morbilidad infecciosa, estancias hospitalarias más

cortas y menos insuficiencia orgánica, sin efecto en la mortali-

da

d 185 .

Asimismo, en otros metaanálisis publicados frente a la NPT,

la nutrición enteral causó menos hiperglucemia y redujo las nece-

sidades de insulina en la pancreatitis aguda

186 .

Por tanto, sólo debe

usarse la nutrición enteral, siendo la NPT la vía preferida del

soporte nutricional en pacientes con pancreatitis aguda cuando no

se tolera la nutrición entera

l 187 .

Conclusión

Una pregunta clave es saber si el soporte nutricional mejora la

evolución del paciente, es decir, si reduce la mortalidad y la mor-

bilidad y si reduce las estancias en la UCI y hospitalarias. Aunque

no hay estudios multicéntricos prospectivos de gran tamaño que

aporten datos definitivos, en algunos metaanálisis y otros estudios

de gran tamaño se han revisado algunos aspectos concretos del

soporte nutricional. En algunos, se llegó a la conclusión de que el

inicio de la nutrición enteral en los primeros 3 días de ingreso en

la UCI reduce la duración de la ventilación mecánica, mejora la

evolución y es mejor que la nutrición parenteral. En un metaaná-

lisis de 13 estudios de pacientes muy graves se demostró el des-

censo de las complicaciones infecciosas con la nutrición enteral

frente a la nutrición parenteral, pero sin diferencias en la morta-

lida

d 188 .

En un metaanálisis más reciente se indica que los bene-

ficios de la nutrición enteral pueden no ser tan importantes, y que

la NPT realmente mejora la supervivencia cuando se compara

con la nutrición enteral diferida (

>

5 días) a pesar de la mayor

tasa de infección entre pacientes que reciben NP

T 189,190

. Los datos

más recientes que demuestran una supervivencia igual o mejor

con la NPT frente a la nutrición enteral precoz podrían deberse

a un mejor control de la glucosa y la capacidad de alcanzar los

objetivos calóricos más fácilmente con la NP

T 189 ,

una teoría que

contradice un metaanálisis anterior en el que se revisó la relación

entre la NPT y el tratamiento habitual (dieta oral habitual más

glucosa intravenosa) y en el cual la NPT no afectó a la mortalidad

pero redujo las tasas de complicación en pacientes malnutrido

s 191 .

Las tasas de complicación fueron menores en los pacientes que

no recibieron lípidos intravenosos, pero no la mortalidad. En otro

metaanálisis de 27 estudios aleatorizados de pacientes quirúrgi-

cos se demostró que la NPT no afectó a la mortalidad y, posible-

mente, redujo las tasas de complicació

n 192

. En este y otros análisis

no se demostró ningún efecto perjudicial de los lípidos admi­

nistrados por vía intravenosa

162,192 .

En el estudio prospectivo

SUPPORT, efectuado en cinco centros con 6.298 pacientes muy

graves, se demostró que el soporte nutricional no se asociaba a

una mejor supervivencia en ninguno de los grupos (EPOC, insu-

ficiencia respiratoria aguda, fracaso multiorgánico o cirrosis),

excepto en los casos en com

a 193

. Además, en una revisión siste-

mática de 11 estudios se demostraron mejores resultados en la

supervivencia y la discapacidad de los pacientes con traumatismo

craneal alimentados precozmente frente a tardíamente (nutrición

enteral o NPT) después de la lesió

n 194 .

La alimentación diferida

se asoció a una peor evolución y las ventajas de la NPT desapa-

recen cuando se retrasa la alimentación. Actualmente, la práctica

consiste en comenzar la nutrición enteral (cuando no está con-

traindicada) en 1-3 días tras el ingreso en la UCI junto a la vigi-

lancia de la ingesta calórica e institución de la NPT si la ingesta

calórica nutricional no es suficiente. No obstante, las evidencias

también apoyan el empleo precoz de la NPT para aportar las

calorías suficientes a la vez que se inicia simultáneamente la nutri-

ción entera

l 195 .

La asistencia de pacientes quirúrgicos y muy graves requiere

que los médicos valoren las consecuencias de la respuesta meta-

bólica e inflamatoria en la herida y la sepsis, lo que se traduce en

acciones prácticas como la modulación de la propia respuesta

(p. ej., con anestesia epidural), modificación de las respuestas de

órganos diana (p. ej., el bloqueo

b

-adrenérgico) y tratamiento de

sus consecuencias (p. ej., control de la glucemia o soporte nutri-

cional). Los objetivos de esas intervenciones son mejorar la evo-

lución del paciente al disminuir los efectos perjudiciales (p. ej.,

aumento de la producción de óxido nítrico) de la respuesta sin

reducir sus efectos favorables (p. ej., la potenciación inmunitaria).

Se necesita continuar la investigación básica y clínica para explo-

rar mejor la respuesta al estrés y su modulación que aún consis-

tirá en utilizar una biología que incorpore en el sistema la

información genómica, transcriptómica (ARNm), proteómica y

metabolómica, para entender mejor la complejidad de esta res-

puesta. La importancia de la genómica se destaca por investiga-

ciones que revelan que la secreción de citocinas y la respuesta de

órganos diana tras la activación de receptores tipo Toll durante

la sepsis difieren dependiendo de la genética de cada individu

o 196 .

De igual modo, el sexo también es importante en la respuesta ya

que, por ejemplo, las mujeres jóvenes con quemaduras tienen

concentraciones de hormonas de hipermetabolismo menores y

de hormonas anabolizantes mayores que los varones jóvenes,

mientras que las mujeres adultas sanas tienen una menor suscep-

tibilidad a la sepsis que los varones, posiblemente por una inmu-

nidad congénita proinflamatoria más pronunciada y un menor

descenso de la sensibilidad a la noradrenalina cuando se exponen

a una endotoxin

a 197 .

En consecuencia, en los abordajes clínicos

futuros de las situaciones de estrés se podría incluir la detección

genética y proteómica (p. ej., con microsondas) para adaptar

mejor el tratamiento.

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Cuidados críticos

VII