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neumotórax, pero son más difíciles de implantar y tienen una

incidencia mayor de malposición e irritación de la piel en el lugar

de inserción. La punta del catéter debe encontrarse por encima de

la aurícula izquierda, confirmado mediante radiografía de tórax

antes de iniciar la nutrición. El acceso venoso periférico mediante

un catéter venoso periférico corto o una vía PICC puede terminar

en tromboflebitis. Con catéteres cortos, la osmolaridad de la solu-

ción debe limitarse a menos de 750 mOsm para prevenir la flebitis.

Para prevenir aún más la flebitis, algunos médicos añaden heparina

e hidrocortisona a la solución, mientras que otros ponen un parche

de nitroglicerina en la zona del catéter. Es imperativo inspeccionar

el catéter periférico de nutrición parenteral regularmente y cam-

biarlo cuando se aprecien indicios de flebitis.

Las infecciones relacionadas con el catéter son la complicación

principal del acceso venoso relacionada con la NPT. La colonización

microbiana y la bacteriemia son consecuencia de la interacción de

cuatro factores: 1) la hidrofobicidad y la producción de exopolisacá-

ridos de los microbios, 2) la cantidad de fibrina y fibronectina unidas

a la superficie del catéter, 3) el material del catéter (hidrofobicidad,

carga de la superficie, trombogenia) y 4) factores iatrogénicos como

una técnica estéril y la inmunocompetencia. Las infecciones son

poco frecuentes durante las primeras 72 horas después de la inser-

ción pero después su incidencia aumenta. La incidencia de sepsis

relacionadas con el catéter venoso central varía de 0,3 a 30 casos por

1.000 catéteres-día y se deben principalmente a

Staphylococcus epi-

dermidis

o

Staphylococcus aureus

o género

Candida

. La mortalidad

atribuida a las infecciones relacionas con el catéter llega a ser del 25%.

Una parte importante de los cuidados de la NPT es reducir las infec-

ciones. Por tanto, las soluciones se preparan bajo campanas de flujo

laminar. Una vez preparadas, no se puede añadir nada a la solución,

deben estar refrigeradas hasta su uso, cualquier manipulación del

catéter o la vía debe efectuarse con procedimientos estériles, la mani-

pulación de la vía debe ser mínima y el lugar debe inspeccionarse

periódicamente en busca de signos de eritema e infección.

La inserción de sondas nasoentéricas para la nutrición enteral

puede dar lugar a complicaciones porque pueden penetrar las vías

respiratorias pulmonares, pueden enrollarse y hacerse nudos en el

estómago y pueden no entrar en ese órgano, quedándose en el

esófago. Por tanto, es fundamental confirmar la colocación de la

sonda de alimentación con radiografías torácicas o abdominales

antes de comenzar la alimentación. Las sondas nasoentéricas pueden

retraerse hasta el estómago (en caso de alimentación yeyunal) o el

esófago, aumentando el riesgode aspiración. Esta colocación errónea

de la sonda se debe a que el paciente tira del tubo o aspira por la

boca. Por tanto, el tubo debe atarse de forma segura en la nariz y se

obtendrá una radiografía siempre que se sospeche su desprendi-

miento. El principal problema de la nutrición enteral es la frecuen-

cia de reducción o interrupción de las ingestas, lo que impide la

administración de todos los requerimientos diarios de calorías. Esos

descensos e interrupciones se atribuyen a un contenido alto de

residuos en el estómago, a problemas mecánicos con las sondas de

alimentación (como el desprendimiento hacia el esófago y la obs-

trucción), procedimientos médicos o quirúrgicos, sepsis y vómitos.

Hasta un tercio de los pacientes que reciben la nutrición enteral no

alcanza la ingesta diana de 25kcal/kg/día. En consecuencia, es

importante vigilar estrechamente la ingesta real mediante la nutri-

ción enteral, cuyo cálculo permite garantizar la ingesta calórica

adecuada. Para ello, se establece un acceso más seguro que evite o

prevenga el desprendimiento del tubo (p. ej., implantando una GEP)

y poniendo el extremo del tubo distal al ligamento de Treitz para

evitar que queden residuos gástricos. Cuando la ingesta enteral siga

siendo inadecuada se planteará el suplemento con nutrientes paren-

terale

s 173

. Cuando los pacientes no se alimentan precoz y adecuada-

mente se va acumulando una deuda calórica, de ahí la importancia

de vigilar la ingesta calórica y de evitar los déficits calórico

s 153

.

En general, la aguja de yeyunostomía implantada quirúrgi-

camente proporciona un acceso seguro y eficaz para la alimentación

enteral en el postoperatorio, aunque pueden presentarse complica-

ciones como desprendimiento del tubo, celulitis local y obstrucción.

Esta última puede evitarse si se lava con frecuencia el tubo y se

limita la viscosidad de las tomas. Las complicaciones se presentaron

en el 4% de 220 pacientes que habían sufrido un traumatismo, a los

que se implantaron yeyunostomías durante la laparotomía. Esas

complicaciones consistieron en perforaciones intestinales, vólvulos

de intestino delgado con infarto, pérdidas intraperitoneales y necro-

sis del intestino delgad

o 174,175 .

La necrosis del intestino delgado tiene

una tasa de mortalidad que se acerca al 100

% 176

. Las complicaciones

fueron más frecuentes con los tubos de mayor diámetro que con

las yeyunostomías con aguj

a 174

. Otros autores han descrito la apa-

rición de abscesos intraabdominales y subcutáneos y obstrucción

de intestino delgado, así como rotura de los catéteres, especialmente

en el conector, y fístulas yeyunocutáneas tras su extracción.

Complicaciones metabólicas

El soporte nutricional debe comenzar lentamente y aumentar sólo

cuando el paciente lo tolera. El soporte nutricional presenta compli-

caciones metabólicas frecuentes, por lo que es importante vigilar

diariamente los electrólitos y la glucosa en los casos graves, en par-

ticular cuando comienza la nutrición. Si es necesario, deberán intro-

ducirse ajustes en la formulación. La hiperglucemia es un problema

frecuente, en especial con el estrés grave, uso de esteroides y diabetes

mellitus que requiera insulina. Es preferible administrar insulina que

reducir la ingesta de glucosa, a menos que la hiperglucemia sea

excesiva (

>

250mg/dl) a pesar de las dosis altas de insulina. El trata-

miento con insulina reduce el potasio y los fosfatos séricos, que deben

ser repuestos. También es importante que el grado de intolerancia a

la glucosa se reduzca y disminuya la necesidad de insulina a medida

que va desapareciendo el estrés. Por tanto, también es imperativo

vigilar estrechamente la glucemia para prevenir la hipoglucemia.

La hipoglucemia se presenta con la suspensión brusca de la

alimentación que contiene cantidades significativas de carbohidra-

tos. La alimentación continuada aumenta las concentraciones san-

guíneas de insulina, de manera que la hipoglucemia se presenta

cuando se interrumpe la ingesta de los carbohidratos. En conse-

cuencia, se debe interrumpir la infusión concomitante de insulina

cuando se interrumpa la nutrición parenteral y enteral, iniciándose

la administración intravenosa de glucosa y vigilando con frecuen-

cia la glucemia. La utilización de soluciones para NPT con índices

de

glucosa:lípidos

más bajos (70:30 a 50:50) ha reducido la inci-

dencia de hipoglucemia después de la suspensión brusca. La NPT

debe continuar durante la cirugía, mientras que la nutrición enteral

debe suspenderse 8 horas antes, comenzando la infusión de glucosa

para prevenir la hipoglucemia.

Reintroducción de la alimentación

La reintroducción de la alimentación en pacientes con depleción

nutricional (pérdida de peso

10% en

6 meses) debe hacerse

cuidadosamente para no sobrecargar un sistema metabólico que se

ha adaptado a una ingesta mínima o nula de alimentos. La alimen-

tación de estos pacientes debe comenzar con dietas equilibradas

con carbohidratos, grasas y proteínas con ingestas por debajo del

GER. La ingesta debe aumentar paulatinamente a lo largo de una

semana a 10 días y debe vigilarse para prevenir excesos, porque

estos pacientes pueden estar hiperfágicos. También se vigilarán los

signos de sobrecarga de lípidos, edema de pulmón y trastornos

electrolíticos. La hipofosfatemia se presenta cuando los tejidos

comienzan a reconstruirse y es especialmente problemática si la

ingesta de fosfatos es inadecuada («síndrome de reintroducción de

la alimentación»). La hipofosfatemia provoca una mayor debilidad

muscular (incluida la musculatura respiratoria) y aumenta la into-

Nutrición y control metabólico

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Sección VII

Cuidados críticos

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