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insulina/glucagón y utilización de sus reservas de glucógeno para

aportar la glucosa a los tejidos. Se ha puesto en duda que se trate

de un entorno metabólico apropiado para el estrés quirúrgico que

va a sufrir el individuo. Por tanto, se ha estudiado la administración

de carbohidratos (50 g) por vía oral (maltodextrinas) o intravenosa

(glucosa) 2 horas antes de la cirugía. Esta ingesta de carbohidratos

aumentó las concentraciones de insulina hasta las observadas

después de una comida, descenso de la resistencia a la insulina en

el postoperatorio en un 50% y descenso de la gluconeogénesis y de

la pérdida de nitrógeno en el postoperatorio, pero no se modifica-

ron ni el grado de hipermetabolismo en el postoperatorio y ni la

actividad de las citocinas, si bien pareció disminuir la estancia

hospitalaria después de la cirugía colorrectal y otras cirugía

s 135,136 .

Inmediatamente después de la cirugía los pacientes reciben

tradicionalmente infusiones de una solución de glucosa monohi-

drato al 5%, lo que proporciona 50g/l de glucosa o 170kcal/l (la

glucosa proporciona 3,4kcal/g). En consecuencia, los pacientes que

reciben 2-3 l/día de glucosa al 5% se mantienen esencialmente en

un estado de semiayuno. La infusión de pequeñas cantidades de

glucosa se explica por sus efectos de conservación de las proteínas

(es decir, descenso de la gluconeogénesis que disminuye la necesidad

de proteólisis y reduce las pérdidas de nitrógeno en orina). En los

individuos normales, las pérdidas de nitrógeno disminuyen lineal-

mente a medida que aumenta la cantidad de glucosa administrada,

hasta una ingesta de 150g/día. La administración de más de 150g/

día de glucosa no aumenta la retención de proteínas, a menos que

también se administren proteínas y grasas. Además, la administra-

ción de pequeñas cantidades de carbohidratos (100g/día) previene

la cetosi

s 55 .

No obstante, durante el estrés disminuye la capacidad de

la glucosa exógena de suprimir la gluconeogénesis. Una infusión de

2g/kg/min de glucosa durante las primeras 3 horas de cirugía redujo

la producción endógena de glucosa en un 60%, frente a una reduc-

ción del 90% en el preoperatori

o 120

. Además, la infusión de glucosa

al 5% contribuye a la hiperglucemia. La administración de gluco-

sa sólo debe continuar algunos días (4-6 días) después de la cirugía,

hasta que el paciente pueda reiniciar la ingesta oral. Cuando no se

no puede comenzar la ingesta oral después de ese período se debe

valorar el soporte nutricional enteral o parenteral.

Se ha intentado encontrar alguna forma de mejorar la efecti-

vidad de las cantidades hipocalóricas de glucosa administradas

durante el postoperatorio. Cuando se comparó con un régimen anal-

gésico por vía intravenosa, el mayor alivio del dolor obtenido después

de la cirugía abdominal con el bloqueo epidural continuo intraope-

ratorio y postoperatorio con anestésicos locales y opioides (0,1% de

bupivacaína más 2

m

g/ml de fentanilo para el bloqueo sensorial

T7-L3) se acompañó de un mayor descenso de la oxidación de

aminoácidos endógenos y aumento de la captación corporal total de

glucosa gracias a la reducción de la resistencia a la insulin

a 137,138 .

Esos

resultados no son inesperados, ya que el propio dolor induce la

resistencia a la insulina y contribuye al estado catabólico después de

la cirugí

a 139

. Asimismo, la analgesia epidural reduce la duración

del íleo en el postoperatorio (torácico

>

 lumbar, anestésicos

locales

>

opioides), lo que permite reanudar antes la ingesta ora

l 140

.

Se ha intentado preservar las proteínas en el postoperatorio

mediante infusiones hipocalóricas de aminoácidos. La idea es

aportar pequeñas cantidades de aminoácidos exógenos en forma

de sustrato gluconeogénico (1 g produce 0,5 g de glucosa), a la vez

que se evita la hiperglucemia que se observa durante las infusiones

de glucosa al 5%. No obstante, existe un límite para la cantidad de

proteína que puede usarse como fuente de energía y las infusiones

de aminoácidos en el postoperatorio disminuyeron la gluconeogé-

nesis sólo ligeramente (8-12%), aunque suprimieron la proteólisis,

reduciendo el descenso de la IGF-1 y estimularon la síntesis de

proteína

s 141,142 .

No parece que la administración de aminoácidos en

lugar de glucosa al 5% aporte alguna ventaja.

Otro uso de las infusiones de aminoácidos en el intraopera-

torio es como agentes termogénicos, comenzando pocas horas

antes de la cirugía o después de la inducción de la anestesia para

prevenir o atenuar la hipotermia en el intraoperatori

o 143 .

Durante

la anestesia se silencia la termorregulación central, lo que provoca

una termogénesis exagerada a partir de los aminoácidos. La gene-

ración de calor inducida por los aminoácidos durante la anestesia

tiene lugar principalmente en los tejidos extraesplácnicos, como el

músculo esquelético, y se atribuye a un mayor ciclo metabólico de

los aminoácidos, cuya proteólisis y síntesis son procesos que con-

sumen energía (y generan calor

) 144

. Estas infusiones atenuaron el

descenso de la temperatura corporal durante la anestesia espinal

entre 0,5-0,8 °

C 145,146 .

Indicaciones del soporte nutricional

La principal indicación para comenzar el soporte nutricional es

prevenir o tratar la malnutrición en pacientes que no son capaces o

no están dispuestos amantener una ingesta oral suficiente. El 20-35%

de los pacientes hospitalizados presentamalnutrición en el momento

de su ingreso o durante su estancia. Por tanto, la evaluación nutri-

cional y las decisiones sobre el soporte nutricional deberían formar

parte de la asistencia habitual de todos los pacientes hospitalizados.

Un aspecto importante a tener en cuenta cuando se plantee el

soporte nutricional de un paciente dado es saber si la nutrición

mejorará su pronóstico o su calidad de vida, ya que la pérdida nutri-

cional es la consecuencia inevitable de muchas enfermedades termi-

nale

s 147

. Otro aspecto importante del soporte nutricional a los

pacientes con estrés es que su entorno metabólico, que ya presenta

una alteración importante, afecta también a la utilización y al meta-

bolismo de los nutrientes. Además, los pacientes muy graves con

brotes de sepsis presentan una respuesta proinflamatoria continuada

que contribuye al catabolismo continuado. En consecuencia, durante

la fase aguda de una enfermedad estresante el soporte nutricional es

un tratamiento adyuvante cuyo objetivo es aportar sustratos energé-

ticos que faciliten las funciones celulares y controlar las pérdidas de

masa magra y grasa. La repleción de los tejidos grasos y musculares

perdidos debe esperar hasta la fase anabolizante de la enfermedad.

La malnutrición en el preoperatorio se asocia a malos resul-

tados quirúrgicos debido a una respuesta inflamatoria sistémica

más intensa y a más infecciones en el postoperatori

o 148

. Si bien ha

sido difícil demostrar el beneficio de la nutrición parenteral en el

preoperatorio de los pacientes malnutridos, excepto los que presen-

tan malnutrición grave, con menos complicaciones no infecciosas

en el postoperatorio después de 7-10 días de repleción nutricional en

el preoperatorio. En estos pacientes, también resulta beneficioso

continuar con la NPT durante y después de la cirugía. En una revi-

sión sistemática de la literatura se determinó que la única NPT

preoperatoria que fue útil fue la administrada en caso de cirugía

curativa por un cáncer gastrointestinal alto, debido al descenso de

las complicaciones mayores en el postoperatori

o 149

. El soporte nutri-

cional postoperatorio no está indicado, a menos que se espere que

los pacientes no puedan reiniciar la ingesta oral adecuada en 7-8 días

después de la cirugía. Cuando no está previsto que se reinicie la

alimentación oral adecuada en ese momento, se iniciará el soporte

nutricional pronto (2-4 días) tras la cirugía. Entre las evidencias,

algunas se han obtenido en un estudio en el que la nutrición enteral

que comenzó a los 3-4 días tras la cirugía redujo las complicaciones

infecciosas después de la hepatectomía. En un metaanálisis de 11 es­

tudios de pacientes después de la cirugía gastrointestinal programada

se comparó la alimentación precoz por vía oral, nasoenteral o yeyu-

nostomía que empezaba en las 24 horas siguientes a la cirugía con

la ingesta de ningún nutriente. El resultado fue el descenso de la

tasa de infecciones y se demostró una tendencia a menos problemas

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Cuidados críticos

VII