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La insuficiencia corticoide (actividad de corticoides séricos

inadecuada según la gravedad de la enfermedad) en la enfermedad

grave aparece con cierta frecuencia en los pacientes con sepsi

s 83 .

La

concentración de cortisol puede encontrarse dentro del intervalo

alto de la normalidad y puede aumentar o no en respuesta a la

estimulación adicional con ACTH. Annane y cols.

84

determinaron

una incidencia del 60% usando la prueba de metirapona en la

sepsis grave y el shock séptico. La presentación clínica de este

problema consiste en la menor capacidad de respuesta a los líqui-

dos y al tratamiento vasopresor. También se asocia a una mayor

mortalida

d 85 .

Esta insuficiencia suprarrenal relativa es aguda y

autolimitada, ya que revierte cuando se soluciona la enfermedad

aguda. Su etiología es desconocida, pero podría deberse al descenso

de ACTH o de la secreción de cortisol y/o al descenso de la sensi-

bilidad de los órganos diana a los glucocorticoides

83 .

Por tanto, el

problema consiste en encontrar la forma de identificar fácil y rápi-

damente a los pacientes que tienen este problema y determinar si

la reposición glucocorticoide mejora la evolució

n 83

. En un estudio

multicéntrico, aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo

sobre el shock séptico, 251 pacientes recibieron 50mg de hidrocor-

tisona por vía intravenosa cada 6 horas durante 5 días que después

se redujo a lo largo de otros 5 días, mientras que 248 pacientes

recibieron un placebo. No se detectaron diferencias en ambos

grupos en la mortalidad entre los casos que respondieron o no

respondieron a la provocación con ACTH. Aunque la hidrocorti-

sona revirtió el shock más rápidamente que el placebo, se asoció a

más episodios de superinfecció

n 83a

. La administración de hidrocor-

tisona no mejoró la supervivencia.

Modulación de la respuesta

al estrés

Aunque la respuesta al estrés evolucionó como mecanismo para faci-

litar la reacción del organismo ante un peligro inmediato, sus efectos

pueden ser perjudiciales para los pacientes sometidos a cirugía o que

padecen sepsis. Por ejemplo, el estado hipercoagulable que pretende

interrumpir una hemorragia aguda puede provocar una trombosis

venosa profunda y embolia pulmonar en pacientes inmovilizados.

Además, en las situaciones de estrés prolongado, el catabolismo de

larga evolución que es consecuencia de la producción de citocinas y

hormonas de estrés provoca la pérdida de grasa y músculo con debi-

lidad y cansancio consecuentes. Precisamente, la debilidad y el can-

sancio junto a la alteración de la función inmunitaria relacionada con

el estrés aumentan la vulnerabilidad a las infecciones.

Las consecuencias negativas de la respuesta al estrés han

motivado el interés por abortar su aparición y/o sus acciones. Si

bien es necesario valorar si el objetivo de la modulación de la res-

puesta al estrés es su completa eliminación o sólo su atenuación.

Al eliminar la respuesta al estrés se pueden perder sus efectos

beneficiosos, como el soporte de la presión arterial por las cateco-

laminas para afrontar la hipovolemia o la estimulación de la pro-

ducción de citocinas para mejorar la inmunidad. Por tanto, podría

ser más razonable una supresión parcial o selectiva de la respuesta

que permitiera preservar parcialmente algunas respuestas, como la

respuesta cardiovascular a la hipovolemia. La reducción de algunas

consecuencias de la respuesta al estrés tiene otras ventajas, como

son disminuir el grado del catabolismo y la lipólisis, reduciendo,

por tanto, la pérdida de masa muscular y grasa. En la sepsis se ha

intentado el bloqueo selectivo de mediadores. Un primer ejemplo

fue el tratamiento anticitocina (p. ej., anticuerpos anti-TNF o los

antagonistas del receptor IL-1) durante la sepsis y el shock séptico.

Los resultados de este tratamiento fueron desalentadores, ya que

no sólo no pudieron demostrar ninguna mejoría de la superviven-

cia sino que, en algunos casos, la supervivencia incluso se redujo.

El fracaso podría explicarse porque podría no ser suficiente diri-

girse a un único mediador para bloquear la extensa cascada bioló-

gica que está teniendo lugar. Otra posible razón es que las citocinas

tengan efectos favorables que potencien la respuesta inmunitaria

que ayudarían al organismo a combatir la infección. Impedir esos

efectos tendría como consecuencia también el descenso de la

función inmunitaria, lo que aumentaría la mortalidad. Por tanto,

se deben vigilar los efectos negativos cuando se haga cualquier

intento de modular la respuesta al estrés.

Respuesta al estrés en el preoperatorio

Los pacientes sometidos a una cirugía programada presentan en el

preoperatorio ansiedad, un estado de estrés psicológico relacio-

nado con un bajo nivel de activación del eje hipotálamo-hipofisario

y posiblemente de las citocina

s 86

. Esta activación precoz se deduce

al observar que el cortisol aumenta en saliva en un 50% después

de recibir la información sobre la cirugí

a 87

. En otros estudios se

demuestra que las concentraciones de

b

-endorfina y adrenalina

aumentan en el preoperatorio, pero no se sabe si esta activación

preexistente de la respuesta al estrés tiene un efecto aditivo en la

respuesta consecuente al estrés que induce la cirugía.

En el preoperatorio se administra tratamiento médico con

el fin de atenuar la ansiedad y, por tanto, la respuesta al estrés. El

uso de midazolam como premedicación reduce la ansiedad y limita

el aumento de la adrenalina en el intraoperatorio y, posiblemente,

también de noradrenalina y cortisol. No se sabe cómo actúan las

benzodiazepinas a este respecto, pero los pacientes tratados con

estos fármacos producen cortisol en respuesta a la ACTH exógena,

lo que apoya la opinión de que las benzodiazepinas ejercen su

efecto a un nivel superior, es decir, en el hipotálamo o la hipófisis.

Una premedicación fuerte con una combinación de un opioide y

un antihistamínico o de un opioide, un anticolinérgico y una ben-

zodiazepina pudo bloquear mejor los incrementos séricos de cate-

colaminas, AVP, ACTH y cortisol que las benzodiazepinas sola

s 88 .

Nutrición y control metabólico

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85

Sección VII

Cuidados críticos

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Tabla 85-3

 Criterios diagnósticos del síndrome de respuesta inflamatoria

sistémica y sepsis

Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SRIS)

Se necesitan dos o más de los siguientes parámetros:

1. Temperatura corporal

>

38°C o

<

36°C.

2. Frecuencia cardíaca

>

90 lpm.

3. Frecuencia respiratoria

>

20 respiraciones/min o Paco

2

arterial

<

32 mmHg.

4. Leucocitos

>

12.000/mm3 o

<

4.000/mm

3

o

>

10% de formas inmaduras.

Sepsis

SRIS más lugar de infección demostrado (mediante el cultivo positivo de

los microorganismos en ese lugar).

No

es necesario que los hemocultivos

sean positivos. Si bien el SRIS, la sepsis y el shock séptico se asocian a

infección bacteriana, puede no haber bacteriemia.

Sepsis grave

Sepsis más disfunción orgánica, anomalías de la hipoperfusión o

hipotensión asociadas. Las anomalías de la hipoperfusión consisten,

entre otras, en:

• Acidosis láctica.

• Oliguria.

• Alteración aguda del estado mental.

Shock séptico

Hipotensión inducida por la sepsis, a pesar de la reposición de líquidos,

más anomalías de la hipoperfusión.