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Cuidados críticos

VII

(diuresis

<

200ml/12h) o azoemia marcada (nitrógeno ureico san-

guíneo [BUN]

>

30mmol/l), recientemente se efectuó un sondeo

multinacional, multicéntrico, prospectivo y epidemiológico sobre

el proceso. Los datos se obtuvieron en 54 hospitales de 23 países.

De los 29.269 pacientes en estado crítico incluidos durante el

período de estudio en el curso de su estancia en la UCI, 1.738

(5,7%) experimentaron FRA, incluidos 1.260 (4,3%) tratados con

TRS. La mortalidad hospitalaria global fue del 60,3%. El factor de

contribución más habitual del proceso fue el shock séptico (47,5%).

Alrededor del 30% de pacientes experimentaba disfunción renal

previa al ingreso. En el momento del alta hospitalaria, el 86,2% de

supervivientes era independiente de la diálisis. Los factores de

riesgo independientes para la mortalidad hospitalaria incluyeron

el uso de vasopresores, ventilación mecánica, shock séptico, shock

cardiogénico y síndrome hepatorrenal.

La valoración de las tasas brutas de mortalidad demuestra que

la tasa de mortalidad hospitalaria global de los pacientes con FRA

continúa siendo alta, y no ha cambiado en los 30 últimos años. La

explicación de este hallazgo es que, en esa época, los pacientes con el

proceso eran tratados principalmente fuera de la UCI y no requerían

ventilaciónmecánica o fármacos vasopresores o no los recibían, y eran

20-30 añosmás jóvenes. En general, los desenlaces se valoraban retros-

pectivamente y los pacientes sólo eran atendidos en centros académi-

cos. Los datos más recientes documentan que en los pacientes se

detectan puntuaciones mucho más altas de gravedad de la enferme-

dad, aunque la mortalidad asociada al proceso no ha aumentado y en

realidad incluso habría disminuido ligeramente. Además, ha dismi-

nuido claramente la duración del tratamiento por lo que respecta a la

necesidad de diálisis, duración de la estancia en la UCI y duración de

la estancia hospitalaria. También se han modificado notablemente las

técnicas de soporte renal artificia

l 4

. A pesar de estos avances, la tasa

bruta de mortalidad asociada a este proceso sigue siendo del 50-60%,

lo que sugiere que el tratamiento actual sigue siendo insuficiente.

En los sistemas modernos de asistencia sanitaria, los pacientes

con FRA pueden obtener TRS agudo. Se ha calculado que la inciden-

cia del proceso que requiere tratamiento de soporte extracorpóreo

es del orden de 11/100.000habitantes/año. La tasa de mortalidad

anual es de 7,3/100.000 pacientes, identificándose la mayor en

hombres

>

65 años. En un 78% (68/87) de supervivientes, al año se

restablece la función renal; aunque fallecerá un elevado número de

pacientes con FRA grave, la mayoría de supervivientes llegan a ser

independientes del TRS al cabo de un añ

o 5

. En los 10 últimos años,

el número creciente de tratamientos de diálisis aguda en la UCI ha

dado lugar al desarrollo de una nueva rama especializada de la nefro-

logía: la nefrología aplicada a la medicina intensiva. El FRA requiere

una estrategia multidisciplinaria donde los intensivistas y nefrólogos

compartan sus conocimientos respectivos. Es preciso relacionar el

balance hídrico, dosis de vasopresores, soporte de ventilación mecá-

nica e intercambio de gases en sangre arterial, incluido el cociente

Pao

2

/Fio

2

, con la prescripción de TRS, dosis de diálisis, necesidades

de ultrafiltración (UF) y estrategia de anticoagulación. También son

partes necesarias de la formación del intensivista los aspectos teóri-

cos y técnicos de la nefrología aplicada a la medicina intensiva.

Historia del tratamiento renal

sustitutivo

Desde la descripción inicial de la hemofiltración arteriovenosa con-

tinua (HAVC) en 1977 por Peter Kramer y cols

. 6 ,

el TRS ha evolu-

cionado progresivamente en la UCI desde un tratamiento de último

recurso para el FRA hasta una forma estandarizada, de uso difun-

dido y por completo independiente del soporte renal artificial en

pacientes en estado crítico. En los primeros equipos de HAVC el flujo

sanguíneo dependía del gradiente de presión arteriovenosa espontá-

nea. Por esta razón, el UF dependía por completo del gradiente

generado de presión transmembrana (PTM). Si un paciente presen-

taba una presión arterial media baja o la resistencia intrínseca del

circuito era alta, apenas se formaba UF. Sin embargo, con frecuencia,

la HAVC producía una eliminación continua, muy lenta, de líquido

y mantenía una concentración equilibrada de solutos de modo que

los picos de productos de desecho eran inexistentes. La mayor utili-

zación de HAVC propició la creación de equipos independientes que

contaban con todo el personal y funcionaban en las UCI sin que

fuera necesario el personal habitual de las unidades de diálisis.

La HAVC fue de utilidad porque no generó los mismos pro-

blemas asociados a la hemodiálisis, incluida hipotensión, cam­

bios rápidos de líquido, aumento del edema cerebral o reducciones

rápidas de la osmolalidad plasmática. No obstante, sus limitaciones

incluían la necesidad de un acceso tanto arterial como venoso. En

la HAVC el aclaramiento de solutos está limitado por las bajas tasas

de UF y la naturaleza convectiva pura de este tratamiento. Por tanto,

en pacientes con presiones arteriales medias más bajas se obten-

drían aclaramientos más bajos junto con una coagulación precoz

del circuito. Como máximo, la HAVC puede conseguir alrededor de

20ml/min de aclaramiento, lo que es insuficiente para satisfacer las

necesidades de pacientes con un marcado estado catabólico.

Para resolver estas limitaciones técnicas asociadas con la

HAVC se diseñaron nuevos filtros con mayor área transversal y

diámetro interno de la fibra hueca, lo que reducía la longitud de la

unidad de modo que la resistencia al flujo sanguíneo era menor.

Estas mejoras optimizaron el UF que podía obtenerse con esta

técnica. También se utilizaron membranas de alta biocompatibili-

dad, montadas en dispositivos formados por placas paralelas

porque tenían una resistencia intrínseca más baja (lo que garanti-

zaba flujos sanguíneos extracorpóreos más altos con un gradiente

dado de presión arteriovenosa) y estaban provistas de un segundo

puerto en el compartimiento del filtrado para obtener una diálisis

a contracorriente en lugar de una filtración convectiva.

Sin embargo, la innovación más importante fue la adición

de una bomba peristáltica al circuito extracorpóreo. La adición de

esta bomba al circuito de HVVC creó la máquina de diálisis en la

UCI sin que tuviera trascendencia la experiencia del personal. Hoy

día, el flujo sanguíneo se programa y distribuye con una precisión

razonable. Los nuevos tratamientos venovenosos continuos requie-

ren la medición de la presión negativa y alarmas en la línea arterial

antes de la bomba, al igual que mediciones de la presión positiva y

alarmas en la línea de retorno venoso. Se requiere un filtro para

retener las burbujas (esto no era necesario en la HAVC, donde

estaba presente una presión positiva en todo el circuito). El mayor

flujo sanguíneo inducido por la adición de bombas peristálticas dio

lugar a una mayor filtración y mayores aclaramientos. También fue

necesario añadir bombas de rodillo a la sección de reposición de

líquido del circuito, y fue necesario usar balanzas externas para

proporcionar cálculos precisos del balance hídrico durante el tra-

tamiento. Pronto se hizo evidente que un circuito extracorpóreo

ideal debía tener incorporadas las determinaciones continuas de la

presión de la luz interna y externa del catéter y de la pared interna

y externa del filtro y de los puertos del ultrafiltrado y dializado. Hoy

día, esta información se integra con alarmas adecuadas, lo que

permite que el personal de la UCI mantenga la eficiencia del filtro

y la permeabilidad del circuito para detectar los orígenes potencia-

les de coagulación y garantizar la seguridad del pacient

e 7

.

Otra innovación que ha contribuido a establecer la HVVC

como un TRS en la UCI es la creación de dializados estandarizados

para la UCI y catéteres de doble luz que pueden insertarse en una

vena individual, lo que reduce la elevada tasa de complicaciones

asociada a la inserción de cánulas arteriales de gran calibre.