estas observaciones no alcanzaron significación estadística entre
los grupos.
Las diferencias en el resultado entre el personal que propor-
ciona la anestesia son muy difíciles de estudiar desde un punto de
vista metodológico. La repercusión del tipo de profesional específico
puede ser mayor en situaciones específicas. Por ejemplo, puede no
haber diferencias en el resultado en los sujetos sanos, sobre todo si
no se producen complicaciones. Por el contrario, a los pacientes con
otras enfermedades significativas y a aquellos que sufren complica-
ciones perioperatorias les puede ser beneficioso un profesional sani-
tario con habilidades específicas. Una forma de evaluar este tema es
valorar la frecuencia de complicaciones. Silber y cols
. 26de la Uni-
versidad de Pennsylvania aconsejaron seguir este método. Estudia-
ronlosregistrosmédicosde5.972pacientesquirúrgicosseleccionados
de forma aleatoria de 531 hospitales. Evaluaron las características
del paciente y el hospital, incluidos el número y el tipo de médicos,
su titulación y la relación entre profesionales sanitarios. La morta-
lidad a los 30 días se correlacionó con las características del paciente.
No poder rescatar al paciente (es decir, evitar su muerte) tras un
acontecimiento adverso se asoció inversamente a la proporción de
anestesiólogos titulados en el equipo de cada institución. La mejor
supervivencia perioperatoria se asoció significativamente a la pre-
sencia de un mayor número de anestesiólogos titulados.
Como seguimiento de este estudio, Silber y cols
. 171compa-
raron los resultados en pacientes quirúrgicos cuya asistencia anes-
tésica fue o no realizada personalmente o dirigida por un
anestesiólogo. Se analizaron los registros de reclamaciones de
Medicare en todos los pacientes ancianos en Pensilvania someti-
dos a intervenciones quirúrgicas generales u ortopédicas entre
1991 y 1994. La mortalidad a los 30 días y la mortalidad tras las
complicaciones (es decir, el fracaso del rescate) fueron menores
cuando anestesiólogos dirigieron el tipo de anestesia, incluso tras
hacer un ajuste en función de las características del paciente y del
hospital. La interpretación del estudio se veía limitada porque el
grupo no dirigido era pequeño y comprendía un gran porcentaje
de intervenciones en las que no se había enviado ninguna factura
por servicios anestésicos, lo que cuestiona la validez de la clasifi-
cación. Los grupos de datos administrativos, como Medicare exige,
permiten al investigador estudiar un gran número de pacientes,
pero muestran limitaciones relevantes relacionadas con la solidez
de los datos y posibles factores de confusión no controlados. Por
tanto, la mayoría de los investigadores señala que tales estudios
son mejores para generar hipótesis que para definir mejores
práctica
s 172 .Silber y cols
. 173emplearon un método similar para determi-
nar la importancia de la titulación en el riesgo perioperatorio. Las
OR ajustadas para la muerte (1,13; IC 95% 1,00-1,26;
p<
0,04) y el
fracaso del rescate (1,13; IC 95% 1,01-1,27;
p<
0,04) fueronmayores
cuando la asistencia fue administrada por anestesiólogos sin
titulación.
Pine y cols. evaluaron la mortalidad después de ocho inter-
venciones quirúrgicas específica
s 174 .Se obtuvieron modelos con
ajuste del riesgo específicos de cada intervención (incluidos facto-
res institucionales y geográficos) mediante regresión logística esca-
lonada. Los valores observados y predichos por tipo de proveedor
no difirieron de forma estadísticamente significativa. Los hospitales
sin anestesiólogo obtuvieron resultados parecidos a los que tenían
anestesiólogo o una asistencia anestésica dirigida. Los autores no
evaluaron el fracaso del rescate ni la causa de la muerte.
Smith y cols
. 175realizaron una revisión sistemática de los
estudios publicados disponibles a lo largo de 2004 sobre la influen-
cia de los proveedores de la anestesia. Identificaron cuatro estudios,
dos estudios observacionales pequeños y los dos estudios descritos
antes que usaban grupos de datos administrativos. Concluyeron
que todos los estudios tenían posibles factores de confusión que
limitaban la validez de los resultados y que la escasez de pruebas
primarias de primer nivel imposibilitaba la extracción de conclu-
siones sobre las diferencias en la seguridad del paciente en función
del tipo de proveedor. Por tanto, la relación entre los resultados del
paciente y el tipo de proveedor de la anestesia no se ha demostrado
de forma concluyente. Los profesionales de enfermería especializa-
dos en anestesia y otros proveedores no médicos son vitales para
la administración de la asistencia anestésica en Estados Unidos y
en otros lugares, y las diferencias, si las hay, son pequeñas y se
limitan a situaciones específicas.
Riesgos para el anestesiólogo
La provisión asistencial implica varios posibles riesgos para el anes-
tesiólogo, como el riesgo medicolegal, el riesgo de reacciones alér-
gicas y el riesgo del pinchazo con una aguja y transmisión de
enfermedades del paciente al médico.
Cada vez está más claro que los anestesiólogos tienen riesgo
de sufrir alergia al látex, lo que puede poner en peligro su vida.
Muchos anestesiólogos saben que están sensibilizados al látex y
aplican las medidas de precaución adecuadas. El problema es que
muchos sujetos sensibilizados son asintomáticos. Brown y cols
. 176estudiaron 168 anestesiólogos y personal de enfermería especiali-
zado en anestesia que trabajaban en el departamento de anestesia
del Johns Hopkins Hospital. La prevalencia de alergia al látex con
síntomas clínicos fue del 2,4% y la sensibilización al látex sin sín-
tomas clínicos del 10,1%. La prevalencia de dermatitis de contacto
irritativa o de contacto fue del 24%. Estos datos indican que el látex
es un problema importante para el anestesiólogo y que es necesario
transformar el hospital en un ambiente libre de látex.
Siempre ha preocupado el hecho de que los anestesiólogos
puedan contraer una enfermedad del paciente. En el pasado este
riesgo era sobre todo de hepatitis, pero hoy en día resulta más
preocupante el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). En
una revisión de la literatura médica, Berry y Green
e 177publicaron
que se han transmitido al menos 20 microorganismos patógenos
diferentes a través de pinchazos accidentales con agujas.
Entre el personal de anestesia en varios estudios realizados
en Estados Unidos, la positividad de las pruebas serológicas frente
a la hepatitis B fue del 12,7-48,6%, una frecuencia al menos cuatro
veces superior a la de la población genera
l 178-180 .El riesgo de infec-
ción por la hepatitis B tras una exposición percutánea a sangre que
contenga el antígeno se estima en el 27-43
% 181 .La obtención de la
vacuna de la hepatitis B ha reducido sustancialmente este riesgo.
El virus de la hepatitis C se considera una causa importante de he
patitis postransfusional. Se han publicado varios artículos sobre
hepatitis ocupacional en profesionales sanitario
s 182 .Debido a que
hasta el 50% de los sujetos infectados presenta signos de infección
hepática crónica, este problema es potencialmente grave.
Entre los mayores miedos del profesional sanitario está la
infección por el VIH. El riesgo de adquirir el VIH es de alrededor
del 0,4% por una sola exposición percutánea a sangre o líquido
sanguinolento procedente de un paciente infectado por el VI
H 183 .Existe al menos un informe de un anestesiólogo infectado por el
VIH por un pinchazo durante la colocación de un catéter venoso
central en un paciente infectado por el VI
H 184 .Se han ideado varias estrategias para reducir la transmisión
de enfermedades transmisibles. Aunque los anestesiólogos piensan
tradicionalmente en el riesgo para el paciente, también deben
pensar en el riesgo para sí mismos. La adopción generalizada de
las precauciones universales debería reducir la frecuencia de infec-
ción, pero los anestesiólogos no han aceptado estas recomendacio-
nes ampliamente. En un estudio de nueve hospitales, el 59% de las
lesiones con contaminación percutánea fue evitabl
e 185 .En un
760
Control de la anestesia
III