Table of Contents Table of Contents
Previous Page  757 / 2894 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 757 / 2894 Next Page
Page Background

La edad era uno de los factores de los índices de riesgo ideados por

Goldman, Detsky y Pedersen. La edad se analiza sobre todo como

una variable dicotómica, y muchos estudios se centran en la edad

mayor de 70 años.

Uno de los aspectos importantes relacionados con la morta-

lidad en la población geriátrica es la definición de este grupo. Se

han utilizado múltiples definiciones de edad avanzada, incluidas

las de pacientes mayores de 65, 70, 80 o 90 años. Denney y Den-

so

n 136

evaluaron el riesgo de la cirugía en pacientes mayores de

90 años. Ellos indicaron que la filosofía prevalente en 1972 (que la

cirugía podría no ser adecuada en esta cohorte considerando su

elevado riesgo perioperatorio) carecía de datos objetivos. Publica-

ron datos sobre 272 pacientes sometidos a 301 operaciones en el

University of Southern California Medical Center y encontraron,

al contrario de lo que esperaban, que el riesgo estaba más que

justificado en al menos el 70% de los nonagenarios. Publicaron que

la obstrucción intestinal grave era el único trastorno comórbido

asociado a una mortalidad perioperatoria prohibitiva (63%).

Djokovic y Hedley-Whit

e 137

estudiaron el resultado tras la

intervención quirúrgica de 500 pacientes mayores de 80 años en el

sistema médico de la Universidad de Harvard. Encontraron que la

mortalidad era predecible en función de la clasificación del estado

físico de la ASA, de manera que más trastornos acompañantes se

asociaban a un mayor riesgo. El infarto de miocardio fue la principal

causa de muerte postoperatoria. Los pacientes sin otros trastornos

significativos (clase I de la ASA) tenían una mortalidad menor del

1%. Los datos indicaban que la cirugía es segura en esta cohorte y que

el riesgo no depende de la edad, sino de la enfermedad coexistente.

Del Guercio y Cohn

138

investigaron el valor de la monitori-

zación cruenta preoperatoria para obtener variables hemodinámi-

cas y cardiopulmonares que pronosticaran el riesgo quirúrgico en

el anciano. Se estudió antes de la intervención en una UCI a 148 pa­

cientes consecutivos mayores de 65 años. Sólo el 13,5% tenía

medidas fisiológicas normales. Se observaron deficiencias funcio-

nales avanzadas e incorregibles en el 63% de los pacientes, y todos

los que se sometieron a la operación programada fallecieron. Esto

apoya de manera adicional la contención de que la enfermedad

coexistente, no la edad, determina el riesgo.

El paciente anciano constituye una dificultad para el aneste-

siólogo. La ateroesclerosis aumenta con la edad avanzada y el

propio músculo cardíaco envejece. La evaluación perioperatoria

adicional de anciano suele centrarse en la identificación de otros

trastornos. Basándonos en las pruebas que se están acumulando,

son estos factores los que influyen en el riesgo perioperatorio.

Riesgos relacionados directamente

con el fármaco anestésico

Numerosos estudios han evaluado la influencia de la elección de la

anestesia en el resultado, una cuestión que se comenta a lo largo de

este libro. Desde una perspectiva global, no parece que haya una

mejor técnica anestésica. En un análisis multifactorial realizado por

Cohen y cols

. 99

de 100.000 procedimientos anestésicos realizados

en Canadá, la elección del fármaco no proporcionó información

pronóstica adicional sobre la mortalidad más allá de la enfermedad

del paciente y del procedimiento quirúrgico. En un análisis unifac-

torial, la asistencia anestésica monitorizada pareció acompañarse

de un peor resultado, pero esto fue atribuible a su uso en pacientes

más enfermos (v.

tabla 23-12

).

Una cuestión que se ha extendido por la literatura anestésica

es la inherente a la toxicidad de los anestésicos (v. cap. 14). Existen

distinciones importantes entre los factores indeseables de la anes-

tesia y los efectos tóxicos verdaderos. En los artículos iniciales de

mitad del siglo xx preocupaban mucho los efectos tóxicos del

curare. Las exposiciones recientes sobre los efectos tóxicos de los

anestésicos se han centrado en el halotano y el sevoflurano. Sobre

el halotano preocupan la necrosis hepática y la muerte. En el caso

del sevoflurano plantea problemas si su metabolito, el compuesto A,

es nefrotóxico. Tras varios casos clínicos publicados sobre necrosis

hepática tras la anestesia con halotano se realizó un estudio retros-

pectivo de 856.500 procedimientos anestésicos en 34 institucio-

ne

s 139-141 .

En todos menos 9 casos, la necrosis hepática podría

explicarse por otras causas. De los 9 casos restantes, sólo 7 recibie-

ron halotano. El halotano podría asociarse a la hepatitis y al fracaso

hepático, pero la incidencia era muy baja.

A pesar de la preocupación sobre el efecto tóxico renal del

sevoflurano (v. cap. 14), la U.S. Food and Drug Administration ha

establecido la seguridad global de este fármaco de un modo sufi-

ciente para permitir que continúe su venta en Estados Unidos.

Algunos estudios de laboratorio han apoyado la idea de que el

sevoflurano reacciona con la soda de lima para formar el com-

puesto A y que este metabolito puede provocar efectos tóxicos

renale

s 142,143 ,

pero los estudios clínicos han sido incapaces de con-

firmar este posible efecto perjudicia

l 144,145 .

Numerosos estudios han intentado definir el anestésico «más

seguro» para los pacientes de riesgo elevado. A finales de la década

de 1980 preocupaba en concreto si el sevoflurano provocaba un

robo coronario en pacientes con una estenosis coronaria y colate-

rales y si esto podría dar lugar a una isquemia miocárdic

a 146,147 .

Se

realizaron una serie de estudios para evaluar la morbilidad y mor-

talidad cardíacas perioperatorias en pacientes sometidos a injerto

de derivación de arteria coronaria para determinar la importancia

del fármaco utilizado para la anestesia genera

l 148-151

. Ninguno de

estos estudios demostró ninguna diferencia en el resultado, lo que

apoya la teoría de que ninguna técnica anestésica es más segura.

Una serie de ensayos clínicos con distribución aleatoria

demostró el mejor resultado con la anestesia regional que con la

genera

l 152

. En la cirugía de la extremidad inferior de la pelvis, la

anestesia regional se asoció a la menor incidencia de trombosis

venosa profunda, así como a menos hemorragias. En pacientes

sometidos a intervenciones quirúrgicas vasculares, las principales

observaciones fueron la menor incidencia de trombosis del injerto

y la necesidad de reoperación en pacientes sometidos a interven-

ciones de derivación infrainguinal, pero el mayor de estos estudios

Riesgo de la anestesia

757

23

Sección III

Control de la anestesia

© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito

Figura 23-8

 Causas de parada cardíaca relacionada con la anestesia en el

Pediatric Perioperative Cardiac Arrest Registry en el período 1998-2004

comparado con el período 1994-1997 (**

p<

0,01 1998-2004 frente a 1994-

1997 por prueba Z).

(De Bhananker SM, Ramamoorthy C, Geiduschek JM y

cols.: Anesthesia-related cardiac arrest in children: Update from the Pediatric

Perioperative Cardiac Arrest Registry.

Anesth Analg

105:344-350, 2007.)