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Control de la anestesia

III

se redistribuye hacia el corazón. La precarga, el volumen de eyec-

ción y el gasto cardíaco están aumentados. El aumento resultante

de la presión arterial activa barorreceptores aferentes de la aorta (a

través del nervio vago) y dentro de las paredes de los senos caro-

tídeos (a través del nervio glosofaríngeo) para reducir el flujo sim-

pático y aumentar los impulsos parasimpáticos al nódulo

sinoauricular y el miocardio. El resultado es una reducción com-

pensadora de la frecuencia cardíaca, el volumen de eyección y el

gasto cardíaco. Los mecanorreceptores de las aurículas y el ventrí-

culo también se activan para reducir el flujo simpático al músculo

y los lechos vasculares esplácnicos. Finalmente, se activan los refle-

jos auriculares para regular la actividad nerviosa simpática, la

renina plasmática, el péptido natriurético auricular y las arginina

vasopresin

a 4

. Debido a ello, la presión arterial sistémica se man-

tiene dentro de unos límites estrechos durante los cambios de

postura en el sujeto sin anestesiar.

La anestesia general, la relajación muscular, la ventilación

con presión positiva y el bloqueo neuraxial interfieren con el

retorno venoso al corazón, el tono arterial y los mecanismos auto-

rreguladores, lo que hace a los pacientes bajo anestesia especial-

mente vulnerables a los efectos circulatorios relativamente

descompensados de los cambios de posición. El uso de la anestesia

raquídea o epidural causa una simpatectomía significativa en todos

los dermatomas afectados, independientemente de la presencia de

la anestesia general, lo que reduce la precarga y puede amortiguar

la respuesta cardíaca si se afecta el flujo simpático al corazón (v.

cap. 41). La ventilación con presión positiva aumenta la presión

intratorácica media, lo que disminuye el gradiente de presión

venosa desde los capilares periféricos hasta la aurícula derecha.

Debido a que son activos gradientes de presión pequeños en la

circulación venosa, esto puede afectar de forma significativa al

llenado cardíaco y en consecuencia al gasto cardíaco. La presión

telespiratoria positiva aumenta la presión intratorácica media aún

más, como los trastornos que se acompañan de una baja distensi-

bilidad pulmonar, como las enfermedades de las vías respiratorias,

la obesidad, la ascitis y la anestesia ligera. El retorno venoso y el

gasto cardíaco pueden reducirse aún má

s 5

.

Por estas razones, la presión arterial es a menudo particular-

mente lábil inmediatamente después de la iniciación de la anestesia

y durante la colocación del paciente. Es crucial para el anestesió-

logo anticiparse, vigilar y tratar estos efectos y evaluar la seguridad

de los cambios de posición en todos los pacientes. La presión arte-

rial debe medirse con frecuencia tras la inducción de la anestesia

o el inicio del bloqueo neuraxial.A menudo es necesario incremen-

tar la administración intravenosa de líquidos, ajustar el grado de la

anestesia o administrar vasopresores durante esta transición hemo-

dinámica. El uso temporal de posiciones con la cabeza hacia abajo

puede ser útil. A veces puede ser necesario un retraso en la reco-

locación del paciente para la intervención quirúrgica hasta que la

presión sistémica alcance un valor aceptable de homeostasis. Hay

que minimizar las interrupciones de la monitorización para facili-

tar la colocación o giro de la mesa del quirófano durante este

período dinámico. La colocación del paciente es siempre secunda-

ria a la seguridad del paciente.

Consideraciones pulmonares

Los pacientes anestesiados que respiran espontáneamente tienen

un volumen corriente y una capacidad residual funcional reduci-

dos y un aumento del volumen de cierre comparados con los

pacientes no anestesiados. La ventilación con presión positiva con

relajación muscular puede aminorar los desequilibrios entre la ven-

tilación y la perfusión bajo anestesia general al mantener la venti-

lación por minuto adecuada y limitar las atelectasias. Pero el

diafragma asume una forma anormal debido a la pérdida del tono

muscular y se desplaza menos en las porciones en declive del

pulmó

n 6

. Esto reduce el equilibrio entre la ventilación y la perfu-

sión y en consecuencia la Po

2

. Los pacientes sometidos a una anes-

tesia neuroaxial pierden la función muscular abdominal y torácica

en los dermatomas afectados, pero se mantiene la función diafrag-

mática si no se administran a la vez la anestesia general y la rela-

jación muscular.Además de estos efectos de la anestesia, la posición

del paciente tiene efectos diferentes sobre la función pulmonar. En

particular, cualquier posición que limite el movimiento del dia-

fragma, la pared torácica o el abdomen puede aumentar las atelec-

tasias y los cortocircuitos intrapulmonares.

La ventilación espontánea se debe a pequeños desplaza-

mientos de la presión intratorácica negativa durante la inspiración

debido al desplazamiento diafragmático y a la expansión de la

pared torácica. Esta reducción de la presión también promueve el

retorno venoso al tórax al reducir la presión en las venas grandes

y en la aurícula derecha comparadas con la periferia. La distribu-

ción normal de la ventilación se determina por la excursión del

diafragma, el movimiento de la pared torácica y la distensibilidad

pulmonar. Cuando un sujeto pasa de la posición erecta al decúbito

supino, la capacidad residual funcional disminuye debido al des-

plazamiento cefálico del diafragma. La contribución relativa a la

ventilación de la pared torácica comparada con el diafragma dis-

minuye del 30 al 10%. Con ventilación espontánea en cualquier

posición, el movimiento diafragmático es mayor junto a las posi-

ciones más en declive del pulmón, lo que ayuda a llevar ventilación

nueva a las zonas del pulmón que reciben riego sanguíneo prefe-

rente. La perfusión preferencial de las porciones en declive está

dominada por la gravedad, pero otros factores, como la longitud

de los vasos pulmonares, también pueden ser importantes. La per-

fusión parece seguir un espectro de central a periférico en cada

lóbulo que se mantiene con los cambios del gasto cardíac

o 7-9 .

La posición en decúbito prono se usa para mejorar la función

respiratoria en los pacientes con síndrome de dificultad respirato-

ria del adult

o 10 .

En los pacientes anestesiados, la posición en decú-

bito prono tiene ventajas sobre la posición en decúbito supino con

respecto a los volúmenes pulmonares y la oxigenación sin efectos

adversos sobre la mecánic

a 11,12

, incluidos los pacientes obeso

s 13

y

pediátricos (v. cap. 72

) 14 .

Cuando los pacientes están en decúbito

prono, el peso debe distribuirse por la caja torácica y la pelvis ósea,

lo que permite al abdomen moverse con la respiración, como se

señala más adelante.

Posiciones específicas

Decúbito supino

La posición más frecuente para la intervención quirúrgica es el

decúbito supino, o posición en decúbito dorsal

( fig. 26-1 )

. Como

todo el cuerpo está próximo al nivel del corazón, se mantiene la

reserva hemodinámica. Pero debido a que los mecanismos com-

pensadores están amortiguados por la anestesia, incluso algunos

grados de inclinación de la cabeza (Trendelenburg) o elevación de

la cabeza (Trendelenburg inverso) son suficientes para provocar

cambios cardiovasculares significativos.

Posición asociada del brazo

En un paciente en decúbito supino, uno o los dos brazos están en

abducción separados del cuerpo o en aducción (replegados) a lo

largo de él. Se recomienda que la abducción de la extremidad

superior se limite a menos de 90 grados para minimizar la proba-