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Biomarcadores que reflejan la lesión de las células

tubulares renales (enzimuria tubular)

Las células tubulares renales contienen proteínas enzimáticas que

son muy específicas de su localización intrarrenal e incluso de la

región tubular, lo que convierte la detección de la fuga enzimática

hacia la orina a partir de las células tubulares lesionadas en un obje-

tivo atractivo para descubrir un biomarcador precoz. Muchas

pruebas enzimáticas tubulares han estado disponibles durante años,

pero sólo hasta hace poco se ha considerado seriamente su uso

clínico. La afectación segmentaria y el origen ultraestructural de la

LRA se conoce, por ejemplo, con los isómeros

a

y

π

de la glutatión

S

-transferasa (GST), que son enzimas citosólicas de las células tubu-

lares proximales y distales, respectivamente. La

N

-acetil-

b

-d-gluco-

saminidasa (NAG) es una enzima lisosómica tubular proximal. Una

lesión general del borde en cepillo se refleja por otros marcadores,

como la

g

-glutamil transpeptidasa (

g

-GT), la fosfatasa alcalina y la

Ala-(Leu-Gly)-aminopeptidasa. La concentración de muchas de

estas sustancias médicas poco después de una situación de estrés

renal, normalizada respecto a la creatinina urinaria, parece ser capaz

de diferenciar la LRA de otras afecciones. En un estudio realizado

con 26 pacientes en estado crítico, Westhuyzen y cols. observaron

que al analizar varias enzimas tubulares dos veces al día, la detección

de la LRA se aceleraba de 12 horas a 4 días en comparación con la

creatinina séric

a 293

. Estos autores plantearon la hipótesis de que el

bajo coste y la facilidad de los análisis automatizados de la

g

-GT y

la fosfatasa alcalina hiciesen que estas pruebas enzimáticas fuesen

atractivas para identificar la LRA en muestras aleatorias de orina. En

un estudio sobre la concentración del antígeno epitelial renal (HRTE-

1) en 36 personas sanas y 51 pacientes con afecciones renales (NTA,

nefropatías crónicas, azoemia prerrenal), el 79% de los pacientes con

NTA tenían concentraciones anómalas, mientras que todas las

demás personas tenían concentraciones normale

s 193

. Como prueba

diagnóstica, el HRTE-1 tenía una capacidad de discriminación del

90 y 81% a la hora de diferenciar la NTA frente a las nefropatías

crónicas y a la azoemia prerrenal, respectivamente.

La NAG es el análisis enzimático urinario más utilizado en

investigación para la evaluación de la enfermedad renal y la detec-

ción de la nefrotoxicidad. A diferencia de varias enzimas inestables

que se excretan en la orina, la NAG sigue siendo adecuada para el

diagnóstico de la enfermedad renal. La detección en la orina de un

aumento de la actividad de NAG es una prueba sensible para la

lesión tubular rena

l 294 ;

su masa molecular impide que se filtre por

el glomérulo, y no se absorbe ni se secreta por los túbulos. Cual-

quier incremento de la concentración urinaria de NAG puede con-

siderarse un marcador de lesión tubular. La utilidad de la NAG

como prueba diagnóstica aumenta aún más por su presencia en

varias formas de isoenzimas. La cantidad relativa de cada isoen-

zima varía en diferentes fases de enfermedad renal.

Se dispone de varios métodos analíticos para la determina-

ción de la NAG urinaria, como las pruebas fluorométricas, colori-

métricas, espectrofotométricas y con tira reactiva. Todos estos

métodos son muy laboriosos, lo que limita su aplicación clínica.

Las personas sanas excretan una baja concentración de NAG, y los

procedimientos analíticos deben ser lo bastante sensibles para

superar el efecto inhibidor de la urea endógen

a 295 .

Otro factor que

debe superarse es la variación de la recogida de orina que se produce

a lo largo del tiempo. Dividir la actividad enzimática entre la con-

centración de creatinina del mismo período de recogida de orina

es una estrategia razonable para superar este problem

a 296 .

Por lo

general, la sensibilidad y reproducibilidad del método fluoromé-

trico, cuando se realiza de forma correcta, es excelente, pero los

laboratorios no suelen disponer del equipo necesario.

La técnica colorimétrica supera las limitaciones del método fluo-

rométrico al incorporar un calibrador para una comparación sencilla

entre los laboratorios y para lograr un acceso fácil en la mayoría de los

laboratorios de bioquímica clínica, con modificaciones para usarla con

un análisis espectrofotométric

o 297

. Existe un método de tira reactiva

para la detección de la NAG en la orin

a 298

. La tira de NAG incorpora

un derivado bioquímico que libera un color azul-violeta tras su hidró-

lisis, pero requiere hasta 30 minutos desde la adición de los reactivos.

Por desgracia, si la muestra está contaminada con sangre o bilirrubina,

los resultados de esta prueba pueden ser confusos.Además del material

pigmentado en la orina, una muestra concentrada de orina con una

elevada cantidad de urea también hace que la prueba sea imprecisa.

Quizá el descubrimiento más interesante sobre la NAG uri-

naria para la detección de la enfermedad renal es que parece haber

una especificidad isoenzimática para varios tipos de trastorno

s 299 .

La NAG es la hidrolasa lisosómica más activa y suele encontrarse

en los tejidos en dos formas principales: A y B. Estas formas prin-

cipales difieren en su composición de subunidades. De forma tra-

dicional, el principal interés clínico de estas isoenzimas ha sido su

uso en la detección de dos trastornos autosómicos recesivos: la

enfermedad de Tay-Sachs y la enfermedad de Sandhoff. En 1970,

Price y cols.

300

describieron que la forma B aumentaba según un

patrón urinario de NAG tras un traumatismo quirúrgico. Desde

entonces, se ha observado que la cantidad relativa de la forma B se

incrementaba (es decir, disminuye la proporción entre la forma A

y la B) en comparación con la orina de la población sana. Los

métodos automatizados para la separación de las isoenzimas de

NAG permiten comparar el patrón de excreción en diversas situa-

ciones patológicas. La evidencia que sugiere que después de una

cirugía mayor el porcentaje de una isoenzima intermedia (I)

aumenta en la orina es de interés para el anestesiólog

o 301 .

También

se observaron incrementos menores de la forma I en el rechazo de

trasplantes renales. En los pacientes trasplantados estables no se

observaron variaciones en el perfil isoenzimático, mientras que el

rechazo reversible se caracterizó por un incremento de la forma I

y una reducción de la cantidad relativa de la forma A presente.

Cuanto un paciente no respondía al tratamiento, las formas I y B

se elevaban, pero la concentración de la forma A disminuí

a 302 .

Los distintos fármacos o trastornos nefrotóxicos parecen pro-

ducir unos perfiles isoenzimáticos urinarios de NAG característicos.

Por ejemplo, las formas B y I se elevan tras la administración de

aminoglucósidos. También se ha descrito que la actividad urinaria

total y sérica de NAG aumenta en pacientes diabéticos. De forma

global, la actividad de NAG en la orina refleja la actividad de la enfer-

medad o la gravedad de la lesión. Por tanto, la monitorización seriada

es útil sobre todo porque el cambio relativo en el tiempo es la forma

más útil de interpretar los resultados. La proporción NAG/creatinina

es un marcador más sensible y específico de disfunción tubular renal.

Es útil expresar la NAG como una proporción de la creatinina urina-

ria para minimizar los efectos de dilución o de concentración. La falta

de métodos sensibles, simples, baratos y eficaces es el factor limitante

para lograr un uso clínico generalizado de la monitorización de la

NAG. Otra enzima urinaria, la clusterina, puede resultar más especí-

fica que la NA

G 303

para evaluar la nefrotoxicidad causada por amino-

glucósidos a la vez que mantiene la misma sensibilidad.

Otros componentes de la orina pueden detectar procesos cito-

tóxicos y anómalos en regiones específicas de la nefrona. La

a

-GST

se encuentra sobre todo en los túbulos contorneados proximales y la

π

-GST está principalmente en el túbulo contorneado distal. La excre-

ción de Ala-(Leu-Gly)-aminopeptidasa y

g

-GT de son marcadores

específicos de la lesión del borde en cepillo del túbulo proximal. Hay

que señalar que, aunque la mayor excreción urinaria de enzimas

tubulares puede indicar una lesión de las células tubulares, también

puede reflejar un aumento del recambio de dichas células o alguna

otra alteración metabólica; por tanto, los signos de una enfermedad

irreversible y precoz no siempre pueden distinguirse del ruido de la

variabilidad biológica y el uso de estos marcadores debería aplicarse

con la adecuada cautela. Además, su validación, comparada con

otros criterios de valoración relevantes desde el punto de vista clínico,

como la diálisis o la mortalidad, ha recibido poca atención.

1232

Control de la anestesia

III