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ser humano, un estudio transversal que comparó varias afecciones

renales con la LRA identificó el aumento de la concentración urinaria

de IL-18 como un buen elemento para distinguir los pacientes con

LRA de los que tenían azoemia prerrenal, infecciones del tracto uri-

nario, insuficiencia renal crónica y síndrome nefrótic

o 319 .

En este

estudio se observó que un valor de corte para la proporción entre la

IL-18 urinaria y la creatinina sérica de 500pg/mg de creatinina tenía

una sensibilidad y especificidad del 85 y 88% para el diagnóstico de

NTA, respectivamente. En otro estudio con pacientes en estado

crítico y con síndrome de dificultad respiratoria del adulto se observó

que la concentración de IL-18 predecía la LRA y el riesgo de morta-

lida

d 318 .

Resulta interesante observar que en esta publicación, la con-

centración urinaria de IL-18 era significativamente mayor en

pacientes con LRA sépticos que en los no sépticos, a pesar de tener

unas concentraciones séricas similares de creatinina. En un estudio

de pacientes de cirugía cardíaca, el aumento de la concentración de

IL-18 urinaria en un plazo de 6 horas tras la intervención predecía

el diagnóstico posterior de LRA según los criterios tradicionales (v.

fig. 35-13 ) 282

. Otras citocinas plasmáticas y urinarias, como la IL-8,

IL-10, el antagonista del receptor de la IL-1 y el receptor-2 soluble del

factor de necrosis tubular, se han estudiado menos, pero han demos-

trado que se correlacionan con la disfunción tubular proxima

l 1 .

El factor activador plaquetario es un mediador fosfolipídico

de la inflamación del que también se conoce su participación en la

fisiopatología de la LR

A 271 .

En un estudio de 12 pacientes en estado

crítico con shock séptico y LRA, las concentraciones sanguíneas y

urinarias de este factor se correlacionaron con varios parámetros

estándar clínicos y de laboratorio relacionados con la LR

A 320 .

La molécula-1 de lesión renal (KIM-1) es una proteína trans-

membrana que se expresa en bajas cantidades en el riñón normal y

que aumenta de forma considerable en las células tubulares renales

en respuesta a la LRA isquémica o nefrotóxic

a 271

. Los incrementos

de KIM-1 en orina de ratas se correlacionan con el aumento de los

valores séricos de creatinin

a 321,322 .

En un estudio realizado en seres

humanos con LRA, la expresión de KIM-1 muestra un incremento

marcado en muestras de biopsia renal con NTA y se acompaña de

una elevación de la concentración urinaria de KIM-

1 323

. En este

estudio, la KIM-1 urinaria también era una herramienta predictiva

mejor que la

g

-GT y la F

A 323

. La KIM-1 aparece en orina en un plazo

de 12 horas tras la LRA y se mantiene elevada; sin embargo, hasta

el momento no se han publicado datos que correlacionen la mag-

nitud de la lesión con la concentración de KIM-1. La KIM-1 también

aparece en la orina antes de la elevación de la concentración sérica

de creatinina en caso de nefrotoxicidad por cisplatino o dosis altas de

ácido fólic

o 270

. La medición de KIM-1 en la orina requiere un aná-

lisis de inmunotransferencia

(Western blot)

y la cuantificación

mediante análisis de inmunoabsorción ligada a enzimas.

La proteína-61 rica en cisteína (CIR61) es una proteína

transportadora de heparina que se secreta por los tejidos lesiona-

dos, incluido el riñón, y participa en el crecimiento y reparación

tisulare

s 316

. En un modelo animal, la proteína CYR61 se expresó en

el tejido renal en 1 hora y se detectó en la orina en 3-6 horas después

de la isquemia, con un máximo urinario a las 6-9 horas tras la

lesión. La expresión del gen de la proteína CYR61 aumenta más de

10 veces tras la lesión renal isquémic

a 324

. Resulta destacable que la

proteína CYR61 no aparece en animales con azoemia prerrenal.

Evaluación preoperatoria

de la función renal

Cuanto mayor sea la magnitud y duración de la agresión quirúr-

gica y el número de factores de riesgo agudo y crónico, mayor

será la probabilidad de compromiso renal perioperatorio y la

necesidad de identificación preoperatoria de la función renal

(v. caps. 24 y 25). En pacientes con un flujo sanguíneo inadecuado,

la lesión suele deberse al riesgo añadido de los fármacos, a ano-

malías hemodinámicas o a una enfermedad preexistent

e 325 .

Varios

estudios han demostrado que el 12-14% de los pacientes que desa-

rrollan una insuficiencia renal aguda durante la hospitalización

también lo hacen tras los procedimientos radiológicos que requie-

ren el uso de contraste. Si existe una insuficiencia renal previa, el

deterioro progresivo de la función renal se produce en el 42% de

los casos, con un mal pronóstico si se requiere diálisi

s 326 .

Los fac-

tores de riesgo, como la depleción de volumen, el uso de amino-

glucósidos, la exposición a contrastes radiológicos, el uso de AINE,

el shock séptico y la pigmenturia contribuyen al desarrollo de IRA

(v.

fig. 35-6 ) 20 .

Los pacientes con insuficiencia renal previa, por

ejemplo, son especialmente propensos a desarrollar un cuadro de

IRA que requiera diálisis como resultado de la cirugía cardiovas-

cular. De forma similar, los pacientes diabéticos con insuficiencia

renal tiene una vulnerabilidad especial a los contrastes radiológi-

cos. Por supuesto, parte de esta asociación se debe a la insensibi-

lidad de las herramientas estándar, como la creatinina sérica, para

detectar la pérdida de función renal (v.

fig. 35-10 )

, lo que deja una

reserva limitada y sólo se requiere una pequeña pérdida adicional

de la función renal para que el paciente se vea abocado al borde

de la diálisis. Algunos determinantes clave de la función renal

postoperatoria son la función renal preoperatoria, el manteni-

miento de un volumen intravascular apropiado y una función

miocárdica norma

l 23 .

La posible utilidad de conocer la constitución genética de

los pacientes aún está por estudiar en detalle y es probable que sea

relevante (v. discusión previa). Las variantes genéticas son un

factor predictivo establecido de la enfermedad renal crónica (p. ej.,

nefropatía del trasplante renal), y los estudios perioperatorios ini-

ciales en pacientes de cirugía cardíaca ya han identificado los fac-

tores genéticos que explican una variación de 2-3 veces de la LRA

postoperatoria en comparación con los factores de riesgo clínico

estándar por sí solo

s 125,126

.

Además de la enfermedad renal intrínseca, hay una serie de

variables extrínsecas que influyen en el resultado de las pruebas de

función renal: volumen intra y extracelular, función cardiovascular y

factores neuroendocrino

s 327,328

. La edad avanzada también disminuye

de forma marcada la reserva de la función renal. El FG, que en condi-

ciones normales es de unos 125ml/min en un adulto joven, disminuye

a alrededor de 80ml/min a los 60 años de edad y a 60ml/min a los

80 años de edad (v.

fig. 35-11 )

. Aunque no es necesariamente la causa

principal de la enfermedad renal terminal, hasta en el 85% de los

pacientes con insuficiencia renal, la hipertensión es un factor de riesgo

esencial de la elevada morbilidad cardiovascular que se produc

e 329 .

El

papel del síndrome metabólico a la hora de contribuir a la enfermedad

renal terminal también está haciéndose más evident

e 330 .

Además de su contribución a la insuficiencia renal en la

nefrosclerosis hipertensiva secundaria a la hipertensión esencial y

la hiperfiltración en la nefropatía diabética, la hipertensión también

contribuye a la pérdida de la función renal asociada con el enveje-

cimiento. La hipertensión arterial sistólica preoperatoria aislada y

una presión diferencial elevada (es decir, la diferencia entre las

presiones arteriales sistólica y diastólica) son factores predictivos

independientes sólidos de la disfunción renal postoperatoria

150,331 .

Parece que un aumento en la rigidez de los vasos de conductancia

junto con un flujo inadecuado durante los estados de baja presión

contribuye al aumento de la insuficiencia renal preoperatoria y a

la insuficiencia renal dependiente de hemodiálisis.

El análisis de orina proporciona una información cualitativa

que debe interpretarse con cautela. La hematuria (es decir, más de

1-2 eritrocitos por campo de gran aumento en un sedimento con-

centrado) sugiere una enfermedad glomerular o, en los pacientes

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Control de la anestesia

III