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tras la cirugía, en lugar de una insuficiencia renal que requiera

diálisis; la alteración de la filtración máxima se compara con un

umbral crítico o con la función renal basal. Aunque la mayoría de

los marcadores de alteración de la filtración renal basados en

la creatinina sérica se han validado mediante su asociación con la

mortalidad postoperatoria, hay poco consenso sobre una modali-

dad de evaluación estánda

r 129

; en una revisión de 28 estudios perio-

peratorios controlados no se encontraron dos de ellos que tuviesen

los mismos criterios de LRA o IR

A 23

. Muchos estudios presentan

una variedad de marcadores de LRA para describir un efect

o 130

.

La función renal se monitoriza de forma indirecta. Entre las

causas obstructivas que pueden iniciar la LRA, se debe descartar

una oclusión o acodamiento de la sonda urinaria como causa de

oliguria. Entre las causas tóxicas de LRA hay que citar los antibió-

ticos (p. ej., aminoglucósidos, anfotericina B) o los contrastes

radiológicos. Por ejemplo, con los aminoglucósidos, la nefrotoxi-

cidad se correlaciona poco con las concentraciones en el tejido

renal o plasmáticas del fármaco, pero aumenta de forma conside-

rable por la presencia simultánea de depleción de volumen o de

cirrosis hepátic

a 20 .

Por el contrario, la probabilidad de LRA se

correlaciona con la alteración renal basal y con la cantidad de

contraste radiológico inyectado, sobre todo cuando la proporción

entre el volumen de contraste y el aclaramiento de creatinina es

mayor de

6 131 .

La vigilancia del anestesiólogo es el primer elemento

de monitorización necesario para conservar la función renal.

La monitorización de la función renal que puede efectuarse

durante el período perioperatorio se relaciona en gran medida con

la programación cronológica perioperatoria, el destino postopera-

torio del paciente y el procedimiento quirúrgico. A diferencia del

contexto postoperatorio/cuidados intensivos, donde la monitoriza-

ción de la función renal puede implicar la evaluación periódica de

dicha función en unas condiciones relativamente estables, la moni-

torización renal intraoperatoria implica un período más breve y más

inestable, en el que suele haber una pérdida de sangre significativa,

desplazamientos considerables de líquidos, amplias fluctuaciones

hemodinámicas e incluso un compromiso directo del flujo sanguí-

neo de la arteria renal; todos estos factores socavan el equilibrio

estacionario tan esencial para la mayoría de las pruebas estándar de

función renal, como el aclaramiento de creatinina. El anestesiólogo

suele confiar en variables indirectas, como el volumen de orina, para

evaluar la perfusión renal. Por desgracia, la diuresis no refleja con

fiabilidad la filtración glomerular y la función renal en las condicio-

nes intraoperatorias. Incluso el conocimiento del flujo sanguíneo de

la arteria renal no es especialmente informativo, porque el incre-

mento del flujo obliga a un aumento de la filtración y demandas de

transporte activo, así como a un mayor aporte de oxígeno. Como se

ha descrito con anterioridad, un parámetro de monitorización del

equilibrio entre el aporte y la demanda de perfusión renal regional,

sobre todo en la médula renal, sería una herramienta de monitori-

zación directa ideal, aunque en la actualidad no está disponible. Las

mejores herramientas de las que se dispone en este momento de

forma intraoperatoria son parámetros de monitorización hemodi-

námica indirecta que pueden ayudar a optimizar las condiciones

compatibles con el bienestar renal, como asegurar unos niveles ade-

cuados de volumen intravascular (es decir, precarga), rendimiento

cardíaco y perfusión sistémica. Los índices de bioquímica sérica y

urinarios pueden permitir la evaluación de una distribución ade-

cuada del gasto cardíaco a los propios riñones.

Marcadores indirectos

de una perfusión y función

renales óptimas

Los estudios epidemiológicos no quirúrgicos muestran un patrón

para el desarrollo de insuficiencia renal que suele implicar la combi-

nación de deshidratación grave con enfermedades renales crónicas.

Por ejemplo, la combinación de diabetes mellitus y depleción de

volumen incrementa la probabilidad de desarrollar IRA en 100 vece

s 20 .

Los métodos preoperatorios más prácticos para evaluar la volemia

son la anamnesis preoperatoria estándar y la exploración física, así

como la evaluación de los cambios de presión arterial en respuesta a

las condiciones cambiantes. Un paciente despierto no suele tener

cambios ortostáticos significativos de presión arterial a menos que

esté deshidratado, mientras que un paciente anestesiado y con un

grado similar de deshidratación puede presentar cambios paradójicos

del pulso arterial con la inspiración con presión positiv

a 132

.

Aporte de oxígeno: gases sanguíneos,

equilibrio acidobásico y hematocrito

Una hipoxemia arterial grave que llegue a una presión parcial arte-

rial de oxígeno (Pao

2

) menor de 40 mmHg se asocia a una dismi-

nución del FSR y a vasoconstricción rena

l 133,134 .

Parece que la hipoxia

sistémica puede producir antidiuresis y natriuresis con independen-

cia de la inervación rena

l 135

. La capnometría puede ser un elemento

de monitorización útil, porque la hipercapnia se ha asociado con

una disminución del FSR en pacientes que requieren ventilación

mecánic

a 136

. Los estudios realizados en animales indican que las

desigualdades de demanda de aporte de oxígeno son exageradas y

que la hipoxia medular es extrema durante la CEC, efectos que

duran mucho más allá de la separación del soporte circulatori

o 137

.

Los efectos de la anemia sobre el riñón se han estudiado

sobre todo en el contexto del control de la CEC. Cuando se utilizan

soluciones de cristaloides/coloides para cebar un circuito extracor-

póreo, el inicio de la CEC obliga a una disminución de alrededor

del 30% de la capacidad de transporte de oxígeno. Los estudios en

animales respaldan que una hemodilución moderada (hematocrito

del 20-30%) es renoprotectora durante la CEC debido a la reduc-

ción de la viscosidad sanguínea y a la mejora del flujo sanguíneo

regiona

l 138,139 .

Sin embargo, aunque valores de hematocrito menores

1220

Control de la anestesia

III

Figura 35-10

 Relación logarítmica inversa entre la concentración sérica de

creatinina (eje

y

) y las reducciones relativas de filtrado glomerular (FG) y la pérdida

aproximada de nefronas (eje

x

). La relación no lineal significa que la concentración

de creatinina sérica no aumenta de forma marcada hasta que existe una

reducción del 75% del FG (p. ej., de 120 a 30ml/min).

(Modificada de Faber MD,

Kupin WL, Krishna G, Nairns RG: The differential diagnosis of ARF

. En

Lazarus JM,

Brenner BM [eds.]:

ARF,

3.

a

ed. Nueva York, Churchill Livingstone, 1993, pág. 133.)