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algunos tejidos renales, sobre todo en la médula renal interna. Hay

que destacar que un nivel elevado de FSR también requiere unos

niveles elevados de demanda de oxígeno para facilitar el transporte

activo de sodio y otros solutos para retornarlos a la circulación. Por

desgracia, el FSR es un indicador muy malo de la idoneidad de la

perfusión y del aporte de oxígeno medulares. A pesar de la gran

cantidad de ensayos clínicos que no han logrado demostrar la

utilidad de los efectos agonistas dopaminérgicos de las dosis bajas

intravenosas de dopamina (3-5

m

g/kg/min) consistentes en aumento del flujo de la arteria renal sean renoprotectores

240,241

y de los

numerosos editoriales que desaconsejan su us

o 242,243 ,

esta estrategia

sigue siendo popular entre algunos clínico

s 244,245

.

El interés por el FSR como factor predictivo de la función

renal surgió por primera vez en 1947, cuando Trueta y cols

. 246

introdujeron el concepto de isquemia cortical y atribuyeron la

patogenia de la IRA al aumento del flujo sanguíneo a través de la

médula. Desde entonces, muchos investigadores que han medido

la distribución del FSR con diversos métodos han aportado eviden-

cias que respaldan esta opinió

n 247-250 .

Es posible que las nefronas

de la corteza externa sean «perdedoras de sal» y las de la corteza

interna sean «retenedoras de sal». En tal caso, los estados de reten-

ción de sal deberían aparecer cuando se produce una reducción

selectiva del FSR a la corteza superficial y estos estados pueden

acompañarse o no de una elevación del FSR a la corteza

profund

a 222,250 .

Es esencial comprender el modo en el que la hipovolemia

afecta a la distribución del FSR. La activación del sistema nervioso

simpático y posiblemente del sistema renina-angiotensina reduce

el FSR y el FG. A pesar de que la presión arterial se mantenga de

forma adecuada, el flujo sanguíneo puede reducirse a un tercio

de su nivel normal, pero aún así superar de forma significativa las

necesidades intrínsecas de oxígeno del riñón. La constricción de

las arteriolas aferentes se vuelve suficiente para reducir la presión

hidrostática en los capilares glomerulares a niveles inadecuados

para mantener la filtración normal. Sólo cuando la hipovolemia o

la hemorragia es extrema se producen efectos adversos sobre la

función metabólica del propio riñón. A medida que el FSR dismi-

nuye, la vasoconstricción arteriolar provoca isquemia y lesión

morfológicas.

Los estudios arteriográficos renales y de eliminación del

xenón en pacientes con IRA han demostrado una reducción selec-

tiva y profunda del FS

R 249

. La arteriografía revela una atenuación

intensa del árbol arterial intrarrenal, la incapacidad de visualizar

los vasos corticales, la ausencia de un nefrograma cortical normal

y una reducción llamativa de la velocidad del contraste en su paso

por el riñón. Estos mismos pacientes no presentan una hemorragia

de la corteza durante una biopsia renal abierta. Los estudios de

eliminación de xenón también muestran que el tránsito habitual

del xenón por la corteza (indicativo de la perfusión cortical) que

es habitual en el riñón normal está ausente en la oliguria aguda. La

disminución de la perfusión cortical renal a un tercio de su nivel

normal, debido a una constricción de las arteriolas aferentes,

parece suficiente para alterar la función renal.

La comprensión de que la distribución del FSR es heterogé-

neo, la identificación de la estructura y la heterogeneidad funcional

de la nefrona y la sugerencia de que los cambios de la distribución

zonal del FSR afectan a la homeostasis renal de la sal y el agua han

hecho que los investigadores se centren en desarrollar técnicas

mejores para medir el flujo sanguíneo intrarrena

l 250 .

Los métodos

para medir la distribución del FSR en el ser humano consisten en

el aclaramiento de paraaminohipurato, la dilución de un indicador,

la Po

2

del tejido renocortical, los trazadores radiomarcados, la

ecografía Doppler y las técnicas de eliminación de gases externos.

Debido a los riesgos y limitaciones de estas técnicas, su uso clínico

ha sido restringido.

Cualquier sustancia no tóxica aclarada por el riñón y no

metabolizada puede usarse para medir el FSR por aplicación del

principio de Fick, según el cual el flujo plasmático renal (FPR) se

calcula del siguiente modo:

FPR = UV/(A−VR)

donde U es la concentración urinaria, V es el flujo de orina, A es

la concentración plasmática arterial y VR es la concentración plas-

mática venosa renal. A continuación, el FSR se calcula a partir de

la siguiente fórmula:

FSR = FPR/(1−Hematocrito)

El volumen de plasma del que el riñón puede extraer y excretar

una sustancia específica en un período de tiempo determinado es

el aclaramiento renal de esa sustancia. Una sustancia ideal para

medir el flujo plasmático renal debería eliminarse por completo del

plasma en un paso a través de la circulación renal debido a la fil-

tración en el glomérulo sin ningún metabolismo tubular adicional.

El paraaminohipurato es una sustancia que casi cumple estos cri-

terios. La ventaja práctica de medir la extracción del paraaminohi-

purato es que la extracción renal es de alrededor del 90% en el ser

humano después de un paso. La medición del FSR se basa en la

suposición de que la extracción cortical es del 100% y que la extrac-

ción en la médula es del 0%; por tanto, se ha asumido que la frac-

ción no extraída (10%) debería reflejar la fracción de sangre que

fluye a través de la médula. Sin embargo, la evidencia experimental

muestra que la extracción cortical no es del 100%

251 ,

lo que arroja

dudas sobre la precisión de la evaluación del flujo sanguíneo intra-

rrenal con las técnicas de extracción. Otras limitaciones de la

técnica de extracción son la necesidad de un elevado flujo de orina,

un equilibrio estacionario durante 15-30 minutos y la obtención de

muestras de la sangre arterial sistémica y venosa renal.

El verde de indocianina, que se une a la albúmina en el plasma,

se ha utilizado en el método de dilución de indicador con densito-

metría. Este método necesita el cateterismo de una arteria y vena

renales. Aunque se ha intentado medir los flujos sanguíneos reno-

cortical (rápido) y medular (lento) por separado a partir de las curvas

de dilución del colorante, no se han logrado resultados convincen-

te

s 252

. Se ha propuesto la medición del FSR mediante una técnica de

termodilución continua, que requiere la canulación venosa renal y

la inyección continua de suero salino fisiológic

o 253 .

Las mediciones

se han correlacionado con los FSR calculados a partir de las técnicas

de aclaramiento en pacientes tras cateterismo cardíaco; sin embargo,

con la técnica de termodilución sólo se mide el FSR total.

La presión de oxígeno tisular se mide con un electrodo de

superficie multicable de Po

2

y una sonda de temperatura. El elec-

trodo polarográfico de tipo Clark tiene múltiples microelectrodos

de platino dispuestos en grupo en el centro del área de contacto

con el tejido, con un ánodo de plata polarográfico situado en su

perímetro. La sonda se sitúa directamente en la corteza renal y

mide los cambios de la Po

2

tisular local, que es un indicador indi-

recto de perfusión de la superficie rena

l 254-256 .

Sin embargo, este

dispositivo sólo mide los cambios de FSR cortical. Debido a que

las agresiones isquémicas renales se asocian con una reducción

marcada del flujo sanguíneo a la corteza externa, se supone que

existe una redistribución del flujo de sangre a los glomérulos yux-

tamedulares en la corteza interna y la médula.

La monitorización de la presión urinaria de oxígeno, como

indicador de la presión medular de oxígeno, se ha evaluado

como método para analizar la función rena

l 257-260 .

Las disminucio-

nes de la Po

2

urinaria tras la CEC predicen un aumento de la crea-

tinina tras la cirugía cardíac

a 261

,hallazgo que puede estar relacionado

con la intensa correlación existente entre las concentraciones

medular y urinaria de oxígeno observadas en modelos animale

s 137

.

Aunque la Po

2

urinaria medida en el uréter proporciona una buena

Monitorización de la función renal

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Sección III

Control de la anestesia

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