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La lesión traqueobronquial puede ser resultado de un trau-

matismo directo o de un traumatismo penetrante. Las lesiones

penetrantes se diagnostican y se tratan más precozmente. El

golpe

directo

da lugar a una lesión en el árbol traqueobronquial a menos

de 2,5 cm de la carina y puede pasar inadvertido inicialmente. El

médico sospechará de una posible lesión a este nivel por la presen-

cia de enfisema subcutáneo, neumomediastino, neumopericardio o

neumoperitoneo, sin otra causa aparent

e 200

. A pesar de la broncos-

copia y de la TC helicoidal, las lesiones muy pequeñas pueden no

llegar a diferenciarse. Si la lesión es un desgarro incompleto, la

cicatriz puede producir estenosis, posteriormente atelectasias, neu-

monía, destrucción pulmonar y sepsis. Cuando se realiza trata-

miento quirúrgico en una lesión traqueobronquial incompleta,

puede ser necesaria la resección pulmonar, mientras que una

sección completa puede ser reconstruida preservando todo el

parénquima pulmonar. El nivel de la lesión determina el abordaje

quirúrgico. Las lesiones cervicales se intervienen a través de una

incisión transversal en el cuello; las lesiones en el bronquio izquierdo,

a través de una toracotomía izquierda, y las lesiones traqueales o en

el bronquio derecho, a través de una toracotomía derecha. En la

región cervical a veces es posible el acceso a un desgarro longitu-

dinal de la tráquea membranosa posterior abriendo la tráquea por

su parte anterior y operando alrededor del tubo endotraqueal.

Traumatismo torácico: lesiones aórticas

La lesión aórtica se debe sospechar en cualquier paciente que sufra

un fuerte traumatismo a gran velocidad, como en un accidente de

tráfico o una caída de gran altura. Su incidencia ha disminuido en

los últimos años gracias a que cada vez es más frecuente la presen-

cia del airbag en los coches; antes, la mayoría de los casos se pro-

ducían por colisiones laterale

s 201 .

Generalmente, la lesión de la

aorta se produce distal a la arteria subclavia izquierda y es el resul-

tado de las fuerzas ejercidas entre el corazón y el cayado aórtico,

móviles, y la aorta torácica descendente, inmóvil. Este traumatismo

abarca un conjunto de posibles lesiones que van desde un pequeño

desprendimiento de la íntima hasta una sección libre que queda

contenida por el mediastino y la pleura que la rodean. El diagnós-

tico se realiza con una valoración selectiva de las radiografías de

tórax, seguido de una angiografía, que es la prueba definitiva, TC

o ETE. La reparación quirúrgica o endovascular está indicada en

la mayoría de los pacientes debido al gran riesgo de rotura en las

horas y días después del traumatism

o 202 .

Se han descrito varias

técnicas para este tipo de cirugía de tan alta morbilidad, y los

mejores resultados se han obtenido con las técnicas que utilizan

una derivación parcial con flujo de entrada desde la aurícula

izquierda, una bomba centrífuga y flujo de salida a la aorta des-

cendent

e 203 .

También en la literatura reciente han aparecido casos

publicados de pacientes de alto riesgo con lesión aórtica en los que,

de forma selectiva, no se realiza tratamiento quirúrgic

o 204,205 .

El

tratamiento es similar al que se lleva a cabo en pacientes con una

disección de aorta de tipo B no complicada, y consiste en la utili-

zación de betabloqueantes para minimizar el producto frecuencia

cardíaca-presión. La reparación endovascular se realiza cada vez

con más frecuencia en centros con experiencia en esta técnica y es

probable que se convierta en el tratamiento de elección a medida

que mejoran las características de producción de los stent.

Traumatismo torácico: fracturas costales

Las fracturas costales son las lesiones que con más frecuencia se

producen después de un traumatismo torácico. La fractura en sí

misma no necesita un tratamiento específico y se fija espontánea-

mente en un período de varias semanas. El tratamiento va dirigido a

minimizar las complicaciones pulmonares secundarias a estas fractu-

ras, como dolor, formación de esquirlas, atelectasias, hipoxemia y

neumonía. Las fracturas costales en los mayores de 55 años tienen

especial importancia porque presentan el doble de mortalidad y de

morbilidad torácica que en los pacientes jóvenes con lesiones simila-

res. La anestesia epidural se debe usar libremente en los pacientes que

presentan dolor intenso, en ancianos y en pacientes con compromiso

de la función pulmonar preexistente. Algunos datos muestran un

descenso del 6% en la morbimortalidad en ancianos cuando se utiliza

anestesia epidura

l 206 .

La analgesia epidural disminuye o evita la apa-

rición de complicaciones relacionadas con el dolor, como hipoxemia,

hipoventilación, la necesidad de intubación traqueal y la posibilidad

de neumonía. La intubación endotraqueal se reserva para los pacien-

tes que no son capaces de mantener una ventilación y oxigenación

adecuadas o que requieren una protección de las vías respiratorias.

La fractura múltiple de costillas da lugar al síndrome de

«volet» costal, caracterizado por el movimiento paradójico de la

pared torácica durante la ventilación espontánea. No todos los

pacientes con «volet» costal necesitan ventilación y presión positiva;

la intubación endotraqueal se reserva para aquellos que cumplen los

criterios habituales. Los pacientes que no son intubados al principio

deben ser vigilados en la UCI ante cualquier signo de alteración de

su función respiratoria. Muchos estudios al respecto recomiendan el

uso de ventilación no invasiva con presión positiva para la lesión

pulmonar producida por traumatism

o 207

. En los pacientes que pos-

teriormente necesitan la intubación para ser sometidos a una inter-

vención quirúrgica, el anestesiólogo debe determinar la seguridad de

la extubación en el postoperatorio. La ventilación con presión posi-

tiva no invasiva se asocia con un menor número de complicaciones

por neumonía y con menos traqueostomías, y, por tanto, con una

estancia más corta en la UCI. La extubación precoz seguida de

presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP) o de la

mascarilla con presión positiva bifásica en las vías respiratorias

(BiPAP) ha demostrado ser una técnica ventajos

a 208

. El «volet» costal

se asocia a menudo con la presencia de contusión pulmonar, que da

lugar a un efecto de cortocircuito con hipoxemia concomitante. Este

efecto puede progresar con rapidez en las horas y días siguientes al

traumatismo. Una radiografía de tórax limpia en un principio no

excluye la posibilidad de contusión pulmonar, lo que justifica el

seguimiento cercano del traumatismo torácico en busca de signos

significativos de lesión y la sospecha, como en cualquier paciente

traumatológico, de lesiones que pueden pasar desapercibidas. No se

dispone de un tratamiento específico para la contusión pulmonar,

por lo que la terapia va dirigida al tratamiento de las lesiones aso-

ciadas y de la hipoxia. En los pacientes con una contusión pulmonar

importante, es necesario poner en marcha cuanto antes una estrate-

gia de protección pulmonar que intente evitar su progresión hacia el

SDRA o hacia otras complicaciones respiratorias asociadas.

Traumatismo torácico: lesiones cardíacas

El traumatismo cardíaco cerrado es un fenómeno raro y poco

conocido que debe excluirse en cualquier paciente que presenta un

impacto frontal sobre el tórax. La aparición de un hematoma o

edema en el miocardio es, desde un punto de vista funcional, indis-

tinguible de la isquemia miocárdica, y puede estar de forma casual

relacionada, ya que la fisiopatología de la contusión cardíaca

implica la liberación forzada de placas de aterosclerosis inestables.

Si el paciente se encuentra hemodinámicamente estable y el elec-

trocardiograma no muestra alteraciones en la conducción ni

taquiarritmias, puede excluirse el traumatismo cardíac

o 209 .

Si más

adelante se desarrolla una arritmia o un trastorno de la conducción,

o el paciente presenta una hipotensión brusca, deben primero des-

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Anestesia por subespecialidades en el adulto

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