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cartarse otras causas posibles (hipovolemia, insuficiencia renal). Si

no puede descartarse, se realizará una ecocardiografía transtorá-

cica. La disfunción del ventrículo derecho que causa hipotensión

puede ser pasada por alto mientras se evalúan otras causas más

frecuentes de hipotensión en el paciente traumatológico. La ETE

es más útil que la transtorácica en pacientes obesos o en aquellos

que tienen lesiones en la pared torácica que dificultan la obtención

de una adecuada ventana acústica para realizar la prueba, pero se

necesita sedación profunda e intubación para llevarse a cabo con

éxito. Una vez diagnosticado, el traumatismo cardíaco se debe

tratar como una isquemia miocárdica, terminando la reanimación

y realizando un control cuidadoso de la reposición de volumen,

con la administración de vasodilatadores coronarios y con el tra-

tamiento sintomático de las alteraciones del ritmo. Puede ser útil

la anticoagulación con aspirina o heparina, pero debe individuali-

zarse en cada paciente según el resto de lesiones que presente. Es

apropiada la consulta al cardiólogo si el paciente puede beneficiarse

de una coronariografía seguida de angioplastia o colocación de

endoprótesis en los vasos estenóticos.

El traumatismo penetrante cardíaco o el traumatismo

cerrado que causa la rotura de una o más cámaras (generalmente

la aurícula) son raros en los hospitales debido a su alto índice de

mortalidad inmediata. Los pacientes que no mueren por una

hemorragia masiva dentro de la cavidad torácica tendrán un tapo-

namiento pericárdico y pueden presentar una gran inestabilidad

en el momento del ingreso. Este trastorno se diagnostica por sos-

pecha clínica, por ecografía urgente y por la inspección directa de

un paciente que precisa una toracotomía de urgencia. La resolución

del taponamiento y el pinzamiento o sutura de la lesión permite la

restauración de la circulación espontánea si se lleva a cabo con

éxito lo suficientemente rápido; la hemostasia y el cierre definitivo

se realizan en el quirófano. Puede ser necesario realizar una deri-

vación cardiopulmonar para el mantenimiento durante la repara-

ción de las lesiones cardíacas.

Traumatismo abdominal

La necesidad de una laparotomía exploradora, fundamental en

otros tiempos, ha dejado de tener sentido en los últimos años. La

ecografía y la TC de alta resolución han reducido la incidencia de

falsos negativos en las exploraciones abdominales, mientras que la

angiografía como técnica de diagnóstico y como técnica para embo-

lizar hemorragias en el hígado y el bazo ha disminuido la necesidad

de intervenciones abiertas. La laparotomía urgente, cuando es nece-

saria, ha de seguir los principios necesarios para el control del

dañ

o 104

. El abdomen se abre y se protege separando cuatro cuadran-

tes. Se realiza una exploración sistemática en cada cuadrante, bus-

cando un control rápido de la hemorragia y el cierre de las lesiones

abiertas del tracto intestinal. Al final de este procedimiento, el

abdomen se protege, incluso abierto, utilizando un paño estéril para

cubrir las vísceras, y el paciente se traslada a la UCI para continuar

la reanimación. El tratamiento definitivo de las lesiones y la restau-

ración de la continuidad del intestino se difieren hasta una segunda

intervención que se realiza 24 o 48 horas después.

La actitud anestésica ante una laparotomía de urgencia sigue

los mismos principios sobre reanimación ya mencionados. Es

necesario un acceso intravenoso adecuado y una monitorización

directa de la presión arterial. Los recuperadores intraoperatorios

de sangre pueden utilizarse para reducir la exposición del paciente

a sangre almacenada, aunque la reinfusión de sangre está contra-

indicada si el peritoneo ha sido contaminado por contenido intes-

tinal. Se recomienda la utilización de sistemas de infusión rápida

para la reposición de volemia y para el mantenimiento de la tem-

peratura durante los períodos de hemorragia más intensa. Poste-

riormente, con el paciente ya hemodinámicamente estable, pueden

ser necesarias nuevas intervenciones que no representan ningún

desafío anestésico especial. Desde un punto de vista técnico, pueden

ser procedimientos de reconstrucción complicados por la existen-

cia de adherencias abdominales, por lo que el anestesiólogo tiene

que estar preparado para una anestesia de larga duración y sus

posibles alteraciones hemodinámicas.

Pacientes en situaciones

especiales

Traumatismos durante el embarazo

Las mujeres embarazadas que sufren un traumatismo presentan un

alto riesgo de aborto espontáneo, parto pretérmino o parto pre-

maturo, dependiendo de la localización y la magnitud de la lesión

(v. cap. 59)

. Es necesario consultar con un especialista en obstetricia

tanto para el control y tratamiento inmediato como para realizar

un seguimiento a largo plazo. El mejor tratamiento para el feto en

desarrollo es que la reanimación de la madre se produzca lo antes

posible. Durante el primer trimestre de gestación, algunas mujeres

pueden no saber que están embarazadas; por esta razón, en cual-

quier mujer en edad fértil que presente un traumatismo debe rea-

lizarse la prueba diagnóstica específica. Durante el período de

organogénesis fetal, un traumatismo grave puede dar lugar a pro-

blemas en el momento del nacimiento o a un aborto debido a un

shock hemorrágico que produzca isquemia uterina, a la radiación

pélvica o a los efectos de la medicación. Las pruebas radiológicas

que estén indicadas no deben posponerse, pero ha de realizarse una

protección de la pelvis cuando sea posible. Las pacientes que no

sufren un aborto espontáneo deben ser advertidas de los riesgos

potenciales relacionados con el traumatismo y la anestesia y ser

remitidas al especialista en busca de consejo si lo desean. La reali-

zación del legrado uterino después del aborto es aconsejable para

evitar el efecto dañino de los productos retenidos en el úter

o 210 .

Cuando el traumatismo se produce en el segundo o tercer

trimestre de gestación, es necesario realizar una ecografía que deter-

mine la edad gestacional, el tamaño y la viabilidad. La monitoriza-

ción fetal está indicada si el embarazo está lo suficientemente

avanzado como para que el feto sea viable si se desencadena el parto.

La posibilidad de parto pretérmino es frecuente y debe tratarse con

b

-agonistas o con magnesio según indicación obstétrica; el parto

debe retrasarse siempre y cuando el feto no represente un estrés

metabólico inaceptable para la madre. El parto por cesárea está

indicado en casos de extrema gravedad de la madre, cuando existe

hemorragia uterina o cuando el útero grávido impide el control

quirúrgico de una hemorragia abdominal o pélvic

a 211

. Se puede

producir un desprendimiento brusco de placenta en respuesta al uso

de medicamentos o como consecuencia de un traumatismo abdo-

minal, y esto puede dar lugar a una hemorragia uterina que pone

en peligro la vida e indica la realización de cesárea urgente. La

prueba de Kleihauer-Betke en sangre se utiliza para comprobar si la

sangre fetal se ha mezclado con la sangre matern

a 211

; si la prueba es

positiva, se recomienda la administración de inmunoglobulina anti-

Rh

0

para cualquier madre que sea Rh-negativo con un feto Rh-

positivo. En el tercer trimestre, el útero es lo suficientemente grande

como para comprimir la vena cava inferior cuando la paciente está

en decúbito supino; esto provoca alteraciones del retorno venoso e

hipotensión. Para evitar este problema el útero debe desplazarse en

decúbito lateral izquierdo. Si la paciente está inmovilizada sobre un

tablero plano por causa de una fractura vertebral torácica o lumbar,

puede ladearse todo el tablero hacia la izquierda.

Anestesia en traumatología

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Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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