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Armas químicas y biológicas:
la misión del anestesista
David Baker
*Puntos clave
2099
1.
El tratamiento de una lesión por guerra química y
biológica (GQB) es un proceso continuo desde el lugar
de dispersión de las sustancias nocivas hasta el hospital.
El anestesista puede participar en todas las fases de
prestación de soporte vital básico precoz hasta la
asistencia en UCI.
2.
El tratamiento de la GQB requiere soporte vital avanzado
y otras habilidades especializadas que forman parte del
ámbito de actuación del anestesista.
3.
Las lesiones por GQB no deberían enfocarse de forma
aislada de las numerosas lecciones clínicas que ya
existen de los escapes accidentales de materiales
peligrosos (MATPEL) y de las infecciones epidémicas
naturales. La dispersión de agentes de GQB supone un
riesgo para los servicios médicos, por lo que deberían
formarse y equiparse para actuar con seguridad en una
zona infectada o contaminada.
4.
Los peligros químicos y biológicos forman parte de una
gama continua. Los agentes de sus diferentes partes
pueden producir efectos comunes sobre los sistemas
somáticos susceptibles. Puesto que la detección del
agente utilizado puede no ser inmediata, la respuesta
debería basarse en los signos y síntomas de
presentación y puede requerir la prestación de soporte
vital.
5.
Cada peligro de la gama tiene cuatro propiedades
fundamentales: toxicidad, latencia, persistencia y
transmisibilidad. Las dos primeras determinan el
tratamiento del paciente, y las segundas, el control
del incidente.
6.
Se ha sugerido un amplio rango de posibles peligros
(a menudo traducidos sin sentido crítico como amenazas)
en un clima de miedo por la posibilidad de ataques
terroristas. Según la información militar y de inteligencia
preexistente, esto puede matizarse para proporcionar un
marco de verdaderos peligros y de protocolos
terapéuticos que puedan aplicarse a lo largo de la gama
de peligros.
7.
Los agentes de GQB no deberían considerarse desde el
punto de vista médico como armas de destrucción
masiva (ADM), sino, más bien, como elementos que
pueden provocar lesiones masivas. El soporte vital precoz
y el tratamiento específico pueden romper la conexión
entre las lesiones masivas y la pérdida masiva de vidas.
8.
La mayoría de los peligros tóxicos probables en la vida
civil son parte de la clasificación MATPEL de las Naciones
Unidas. La planificación de los escapes industriales
accidentales es relevante para el control de la dispersión
deliberada de agentes de GQB.
9.
Se han utilizado agentes tóxicos en aplicaciones militares
y civiles en los últimos 30 años y en la actualidad deberían
considerarse como posibles amenazas terroristas.
10.
El tratamiento de los pacientes expuestos depende de la
protección de las asistencias médicas, la prestación
precoz de soporte vital, así como de los antídotos y
tratamientos antimicrobianos específicos. La
descontaminación de los pacientes puede demorar el
inicio del tratamiento y no siempre es necesaria. Debería
administrarse un soporte vital esencial (TOXALS) durante
la descontaminación si fuera preciso. La capacidad de
ventilación masiva en el hospital es esencial en el
tratamiento de la insuficiencia respiratoria accidental y
deliberada por causas químicas y biológicas.
11.
Las sustancias militares de guerra química, como los
agentes nerviosos, los vesicantes, los causantes de edema
pulmonar, los cianuros y ciertas toxinas, suponen el mayor
peligro de dispersión civil. Existen numerosos productos
químicos industriales que presentan el mismo peligro.
12.
Los agentes clásicos de guerra biológica, como el
carbunco y la peste, se manifiestan como una epidemia
inducida de forma deliberada, con latencias mucho
mayores que los ataques con armas químicas. La
participación del anestesista suele producirse en la fase
de cuidados intensivos.
13.
Las lecciones aprendidas de los actuales temores de
dispersión deliberada de tóxicos tendrán valor para el
tratamiento del creciente número de exposiciones
tóxicas accidentales individuales y masivas que suponen
el mayor riesgo para la vida humana en el siglo
xxi
.
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2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos
*Las opiniones expresadas en este capítulo corresponden exclusivamente al autor y no representan necesariamente las del SAMU de París ni
las de la Health Protection Agency de Reino Unido.