Armas químicas y biológicas: la misión del anestesista
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Sección IV
Anestesia por subespecialidades en el adulto
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causar enfermedades o la muerte a seres humanos, animales o
planta
s 17 .Las toxinas, que son partes esenciales del proceso fisio-
patológico en la infección bacteriana, se excluyeron del tratado y
se contemplan en esencia como agentes químicos.
Gama de peligros químicos y biológicos
Aunque los agentes de GQB se han considerado de forma tradicio-
nal por separado, es apropiado, desde el punto de vista médico,
contemplarlos como una gama continua de peligro
s 19. Esto se
muestra en forma de diagrama en la
figura 64-1 ,en la que los
agentes se disponen en orden ascendente de peso molecular, desde
los agentes tóxicos químicos a la izquierda hasta los autorreplican-
tes, como las bacterias y virus, a la derecha. El planteamiento de la
gama es útil para destacar que los agentes de sus distintas partes
actúan de forma similar en el organismo. La alteración de la unión
neuromuscular en respuesta a los agentes nerviosos anticolineste-
rásicos y a la toxina botulínica es un buen ejemplo. Las bacterias
ejercen sus efectos tóxicos mediante toxinas que pueden afectar a
varios sistemas orgánicos. El planteamiento de la gama sirve como
recuerdo de que el tratamiento médico de las lesiones de GQB
debería responder de forma fundamental a la disfunción sistémica,
más que a los factores etiológicos específicos.
Propiedades esenciales de los agentes
de guerra química y biológica
Los peligros de la gama de GQB tienen cuatro propiedades esen-
ciales: toxicidad, latencia, persistencia y transmisibilida
d 10. Estas
cuatro características son comunes a los agentes químicos y bioló-
gicos y determinan el grado de riesgo y la respuesta apropiada. Los
efectos tóxicos de los agentes de GQB parecen tener una latencia
específica. En general, los agentes químicos y las toxinas presentan
períodos breves de latencia antes de que aparezcan los signos y
síntomas específicos. Por el contrario, los agentes clásicos de guerra
biológica presentan unos períodos prolongados de latencia (por lo
general conocidos como períodos de incubación) antes de que
empiecen a aparecer los efectos de la enfermedad inducida.
La persistencia se refiere a la capacidad del agente tóxico de
permanecer en el entorno donde se ha liberado y depende de las
propiedades fisicoquímicas de la sustancia. Para los agentes quími-
cos, la persistencia puede ser variable, pero para la mayoría de los
agentes de guerra biológica, con la excepción de los que forman
esporas, como el carbunco, la persistencia suele ser muy limitada.
Por último, la transmisibilidad puede deberse al resultado de la
contaminación física de la víctima por un agente químico persis-
tente o por la infección en el caso de un agente de dispersión aérea.
La transmisión química puede contenerse mediante la desconta-
minación, pero la transmisibilidad de un agente de guerra biológica
es más difícil de controlar debido a su actividad continua. La toxi-
cidad y la latencia determinan el tratamiento de la víctima, mien-
tras que la persistencia y la transmisibilidad hacen lo propio con
el control de un incidente que suponga el empleo de un agente de
GQB.
Toxicidad y sus modificaciones
La toxicidad suele expresarse en términos de dosis letal media
(DL
50
) o CtL
50
, donde
C
es la concentración del agente inhalado
por el tiempo
(t)
requerido para producir la letalidad en el 50% de
la población expuesta. La DL
50
suele relacionarse con la toxicidad
por la vía inyectada. En la mayoría de agentes químicos la vía
habitual es la inhalatoria, por lo que se utilizan expresiones de
concentración y tiempo.
Haber definió el
coeficiente de letalidad
del siguiente modo:
W = C × t
En esta ecuación,
C
es la concentración inhalada del agente tóxico
y
t
es el tiempo de exposición. En la práctica, la cantidad absorbida
del agente depende del volumen respiratorio por minuto de la
persona expuesta. Éste es sólo uno de los factores que modifican la
expresión de la toxicidad. Otros son las respuestas de soporte vital
en el caso de insuficiencia respiratoria y los efectos de los antídotos.
Los textos especializados proporcionan una descripción más deta-
llada de estos factore
s 8.
Clasificación NBQ
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, las armas nucleares,
biológicas y químicas se han clasificado por convención como
agentes «NBQ», lo que ha dado lugar a una nueva subsección de
la guerra que se desarrolló por ambas partes durante la Guerra Fría.
Aunque los tres sistemas de armas presentan elementos tóxicos que
necesitaban el desarrollo de procedimientos de detección, protec-
ción y descontaminación, la clasificación ignoraba el enorme nivel
de lesión física provocado por las explosiones nucleares. Con el
paso de los años se ha aplicado el término
armas de destrucción
masiva
(ADM) a los agentes NBQ, aunque fue acuñado originaria-
mente en Reino Unido al fin de la Segunda Guerra Mundia
l 14 .El
término
NBQ
se ha modificado para reflejar la percepción amena-
zadora del uso de dispositivos explosivos que pueden diseminar
radioisótopos (más que crearlos, como en un proceso de fisión) y
se habla de peligros químicos, biológicos, radiológicos y nucleares.
Los agentes de GQB se definen por sus efectos tras su liberación
masiva sobre grandes poblaciones. El término
guerra química y
biológica
no suele aplicarse al empleo de tales agentes para intoxi-
caciones individuales o de pequeños grupos, aunque se hayan uti-
lizado de esta manera para asesinatos.
Figura 64-1
Gama de riesgos químicos y biológicos. Los agentes, que se clasifican en un principio como químicos o biológicos, se presentan según un orden
ascendente de peso molecular. Las toxinas, clasificadas originariamente como agentes biológicos, ocupan el punto medio de la gama, junto con los
neuropéptidos, que en condiciones normales actúan como neurotransmisores en el sistema nervioso central. Estas sustancias, llamadas en ocasiones agentes
de origen biológico (AOB), pueden sintetizarse mediante técnicas de ingeniería genética. (Adaptada de Baker DJ: Anesthesia in extreme environmental conditions.
Part 2. Chemical and biological warfare.
En
Grande CG (ed.):
Textbook of Trauma Anesthesia and Critical Care.
Baltimore, Mosby-Year Book, 1993, pág. 1331.)