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Controversias en el marco

de las urgencias y la atención

traumatológica prehospitalarias

La bibliografía sobre los SMU abunda en opiniones y recomenda-

ciones controvertidas sobre cuál es el mejor sistema y cuál el nivel

ideal de atención prehospitalaria. La notable profusión de opiniones

contradictorias se debe probablemente a las grandes diferencias en

los SMU de los distintos países y, tal vez también, a la falta de evi-

dencias fiables derivadas de investigaciones de alta calidad. En

Estados Unidos, uno de los documentos más importantes sobre estas

cuestiones,

The Future of Emergency Care: Emergency Medical Servi-

ces at the Crossroads,

fue publicado en 2007 por el Institute of Medi-

cine of the National Academy of Science

s 12 .

Es la tercera parte de un

estudio general sobre la medicina de urgencia estadounidense, del

que también entran a formar parte las medicinas de urgencia hospi-

talari

a 176

y pediátric

a 177

. Es probable que este informe tenga el mismo

efecto sobre las SMU de aquel país que en su día tuvo el conocido

como

The White Paper

en 196

6 11 .

Aquí nos centraremos en las áreas

de la atención prehospitalaria en las que se han suscitado debates

más enconados y en las que, según nuestro criterio, los anestesiólogos

pueden desempeñar un papel más destacado.

El nivel óptimo de atención prehospitalaria:

SVB frente a SVA y traslado inmediato

frente a asistencia sobre el terreno

En las últimas décadas se han publicado numerosos artículos favo-

rables a los planteamientos minimalistas de la atención prehospita-

laria, basada sólo en medidas de SVB, y, en el polo opuesto, también

otros inclinados hacia una intervención agresiva, tendente a transfe-

rir al escenario de los hechos o al lugar en el que se halla el paciente

las capacidades potenciales del servicio de urgencias hospitalario.

Consideramos que tal discusión estámal planteada. Es poco probable

que un país que utiliza un sistema de SMU basado en personal para-

médico pase a otro de aplicación exclusiva de SVB, o viceversa (v.

cap. 87)

. Por otra parte, lo que es más importante, este debate se aleja

de lo que debe ser el determinante fundamental de la eficacia de

cualquier sistema de SMU: el pronóstico del paciente. Mientras que

la argumentación a favor de un enfoque minimalista de la atención

prehospitalaria es perfectamente válida para pacientes jóvenes con

shock hemorrágico grave por traumatismo penetrante en el dorso en

un entono urbano, caso en el que el tiempo de transporte es de apenas

unos minuto

s 119,125

, el mismo planteamiento puede ser muy perjudi-

cial en un entorno rural, con tiempos de transporte más prolongados,

población media con mayor edad y con patologías comórbidas

importantes, y en el que predominan los traumatismos contuso

s 178-180 .

Así pues, según nuestro punto de vista, resulta demasiado simplista

declararse en favor de uno u otro sistema. El estado del paciente, el

entorno y el contexto de cada caso deben ser los que determinen una

respuesta adecuada por parte del SMU y el nivel de tratamiento. De

todos modos, un médico o paramédico adecuadamente formado

podrá fácilmente regular «a la baja» su nivel de respuesta sobre el

terreno y acelerar el traslado del paciente al hospital, mientras que

un técnico de urgencias de nivel básico no podrá regular «al alza» el

nivel de sus prestaciones en función de los requerimientos del caso.

Un debate similar se ha establecido en torno a los modelos

de SMU basados en personal paramédico o médic

o 14,94

. También

en este caso se trata más de una discusión en el plano teórico sobre

las ventajas e inconvenientes de ambos sistemas que de una opción

realista de cambio. El debate pone de manifiesto, no obstante, la

importancia que los médicos adecuadamente formados, y en par-

ticular los anestesiólogos, pueden tener en el establecimiento del

pronóstico de un paciente cuando participan directamente en la

asistencia prehospitalari

a 8,19,181 .

En este contexto se piensa de inme-

diato, por ejemplo, en el manejo de la vía aérea.

Intubación endotraqueal y secuencia

de inducción rápida prehospitalarias

Es el área donde resulta más evidente la diferencia entre un sistema

basado en el uso de personal especializado en anestesiología y uno

basado en personal paramédico. Las tasas de resultados satisfactorios

en intubaciones endotraqueales extrahospitalarias realizadas por

personal paramédico son inaceptablemente bajas en comparación

con las registradas en quirófano, y ello se relaciona con una mayor

incidencia de complicacione

s 182,183

. En más de 15 estudios se ha

demostrado que la intubación endotraqueal prehospitalaria y la ISR

realizadas por paramédicos se asocian a un aumento de la mortali-

dad y a un peor pronóstico neurológico en relación a los pacientes

que no son intubado

s 66,67

. La mayoría de los estudios se centran en

el manejo prehospitalario de la vía aérea en pacientes con lesiones

cerebrales traumáticas grave

s 111,184,185 ,

aunque también otros referidos

a la intubación pediátrica prehospitalaria aportaron resultados alec-

cionadore

s 186-188

. Tales resultados podrían servir como llamada de

atención para los anestesiólogos, en especial en Estados Unidos,

aunque hasta la fecha no se han producido movilizaciones de ningún

tipo dentro de este ámbito. La pregunta clave es: ¿por qué se asocian

la intubación endotraqueal y la ISR, consideradas como las técnicas

de referencia para la asistencia y las situaciones de riesgo vital, a un

peor pronóstico cuando se realizan en un entorno extrahospitalario?

Las razones son múltiples. Sin embargo, en los últimos años se ha

demostrado que no sólo el manejo de la vía aérea resulta más com-

plejo sobre el terreno que en el hospita

l 70 ,

sino también que muchos

paramédicos y médicos no anestesiólogos tienen escasa experiencia

al respecto, y no conservan las capacidades adquiridas en su período

de formación, debido a que el número de intubaciones que se realiza

al año es en general muy baj

o 61,65,67,189,190 .

La falta de experiencia se

traduce en intentos reiterados de intubación, mayor tasa de compli-

caciones, incluyendo hipoxemia grave y bradicardia durante la ISR

y el manejo de la vía aérea sobre el terreno, y una mayor incidencia

de intubaciones fallida

s 67,68,84,111,191 .

Aunque muchos anestesiólogos lo

ignoran, el personal sanitario no médico requiere realizar sólo cinco

intubaciones endotraqueales en un entorno clínico para obtener la

licencia y ni una sola pediátrica, cifras significativamente inferiores

a las de cualquier especialidad médica como anestesiología o medi-

cina de urgencias. En un informe clave presentado por Gausche y

cols

. 188

sobre la intubación pediátrica extrahospitalaria, incluso se

reseña que a personal auxiliar que no había recibido formación

previa en manejo avanzado de la vía aérea pediátrica sólo le fue

impartido un curso de 6 horas, que incluía intubaciones a maniquíes

pero ninguna intubación real a un paciente pediátrico. Considerada

esta información en conjunto, parece que actualmente se intuye una

sustancial necesidad insatisfecha dentro de nuestra especialidad en

lo que respecta a la comunicación con los profesionales ajenos al

ámbito de la anestesiología y a la definición de una estrategia ideal

de manejo prehospitalario de la vía aérea, centradas ambas en la poco

frecuente y ocasional figura del profesional específicamente dedi-

cado a dicho manejo. Parece ser que la intubación endotraqueal y la

ISR como patrones estándar de asistencia han de ser reevaluadas,

con una perspectiva más amplia del destinatario de dicha asistencia.

Tal vez opciones alternativas puedan resultar más seguras y eficaces

para un personal de SMU que carezca de la formación necesaria o

que no pueda mantener su capacidad al respecto.

Anestesia en urgencias prehospitalarias y en la asistencia traumatológica

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Seccíón IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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