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Anestesia para la cirugía

cardíaca pediátrica

William J. Greeley, Darryl H. Berkowitz y Aruna T. Nathan

Puntos clave

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1.

La maduración de los sistemas orgánicos, desde el

nacimiento a la adolescencia (p. ej., cardiovascular,

sistema nervioso central [SNC], pulmonar, renal,

hematológico), condiciona la función fisiológica y,

en consecuencia, el tratamiento y los resultados

anestésicos y quirúrgicos.

2.

Comprender la fisiología de las malformaciones

cardíacas congénitas y el tratamiento anestésico

correspondiente depende de los determinantes

fisiopatológicos de cuatro tipos de malformaciones:

cortocircuitos, lesiones que cursan con mezcla, lesiones

estenóticas y lesiones con insuficiencia.

3.

Las secuelas crónicas de las malformaciones cardíacas

congénitas (reparadas, sometidas a tratamiento paliativo

o no reparadas) condicionan el tratamiento anestésico:

insuficiencia ventricular, efectos hemodinámicos

residuales (p. ej., estenosis valvular), arritmias y cambios

en el flujo sanguíneo pulmonar (p. ej., hipertensión en la

arteria pulmonar).

4.

La valoración preoperatoria del estado cardíaco (p. ej.,

revisión de la anamnesis y exploración física,

ecocardiografía y datos del cateterismo, junto con una

consulta con el cardiólogo del paciente) y la planificación

son las claves para obtener un buen resultado

anestésico.

5.

La ecocardiografía transesofágica intraoperatoria y la

monitorización del SNC mejoran los resultados

quirúrgicos y reducen la morbilidad.

6.

La elección de la técnica de inducción depende del

grado de disfunción cardíaca, del tipo de malformación,

del grado de sedación que se consigue con la

premedicación y de la existencia o no de un catéter

venoso permanente. El mantenimiento de la anestesia

depende de la edad y situación del paciente, la

naturaleza de la intervención quirúrgica, la duración de

la circulación extracorpórea (CEC) y de la necesidad

de ventilación postoperatoria.

7.

Los efectos fisiológicos de la CEC en los neonatos, los

lactantes y los niños son significativamente distintos a

los de los adultos. Durante la CEC, los pacientes

pediátricos se ven expuestos a extremos biológicos no

observados en los adultos, como hipotermia profunda

(18 °C), hemodilución (una dilución 3-5 veces mayor

de la volemia circulante), presiones de perfusión bajas

(20-30 mmHg) y variaciones amplias en la velocidad del

flujo de la bomba (desde 200ml/kg/min hasta la parada

circulatoria total).

8.

Tras reparar una malformación cardíaca compleja, el

cirujano y el anestesista pueden encontrar dificultades

para sacar al paciente de la CEC. En estas circunstancias

debe determinarse la causa de base, que puede ser: a)

un resultado quirúrgico inadecuado con un defecto

residual que exija su reparación, b) hipertensión arterial

pulmonar o c) disfunción ventricular derecha o izquierda.

9.

El uso de la ultrafiltración modificada (UFM) revierte los

efectos perniciosos de la hemodilución y la respuesta

inflamatoria asociada a la CEC en los niños.

La hemorragia perioperatoria y las necesidades

transfusionales se reducen de forma significativa

cuando se emplea la UFM. Esta técnica mejora también

la función ventricular izquierda y la presión arterial

sistólica y aumenta el aporte de oxígeno. También

mejora la distensibilidad pulmonar y la función cerebral

tras la CEC.

10.

Los neonatos, lactantes y niños que se someten a una

cirugía cardíaca con CEC tienen un índice más alto de

hemorragias postoperatorias que los pacientes

mayores. Esto se debe a diversos factores:

a) exposición desproporcionada a un circuito

extracorpóreo no endotelizado, que induce una

respuesta de tipo seudoinflamatorio. Esta respuesta

inflamatoria de la CEC guarda una relación inversa con

la edad del paciente, de forma que cuanto más joven,

más intensa será; b) el tipo de cirugía realizado en

recién nacidos y lactantes suele conllevar una

reconstrucción más extensa con líneas de sutura,

lo que genera más oportunidades de hemorragia

quirúrgica que en los pacientes cardíacos adultos;

c) las intervenciones se suelen realizar en hipotermia

profunda o en parada circulatoria, lo que puede alterar

aún más la hemostasia; d) el sistema de coagulación

inmaduro de los recién nacidos puede contribuir al

deterioro de la hemostasia; e) los pacientes con una

cardiopatía cianótica muestran una tendencia a la

hemorragia más alta antes y después de la CEC.

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2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos