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forma. Tradicionalmente, la calidad de las evidencias hace referencia

a cuatro componentes: diseño del estudio, calidad del estudio, con-

gruencia e imparcialida

d 45

.

El diseño del estudio hace referencia al formato básico y

objetivo de una investigación. Los ensayos de casos-controles, de

cohorte y aleatorizados son ejemplos de diseños de estudio. El

objetivo de los dos primeros es establecer una asociación entre

algún factor de riesgo potencial (p. ej., hiperglucemia) y la morbi-

lidad (p. ej., infección) o la mortalidad. Mientras que los estudios

de cohorte pueden ser retrospectivos o prospectivos, por defini-

ción, los estudios de casos-controles son retrospectivos. Los EAC

son prospectivos y tratan de identificar la causalidad más que la

asociación. Por diversas razones, se consideran el examen más

decisivo y, con frecuencia, se consideran definitivo

s 46 .

Sin embargo,

con frecuencia no son viables y, en particular con respecto a las

enfermedades o resultados raros, no son tan aplicables como los

estudios observacionales. De hecho, muchos han puesto en duda

el paradigma jerárquico tradicional del diseño del estudio, que

sitúa los EAC en la cumbre y la opinión de los expertos y las

anécdotas en el último luga

r 47,48 .

Con todo, es preciso valorar el

diseño del estudio y clasificarlo según el mérito que ostenta para

una población específica y la consideración de un resultado

concreto.

La calidad del estudio es diferente de la «calidad» a la que

se ha hecho referencia previamente. Hace referencia a la metodo-

logía e implementación del estudio. La adecuación del enmasca-

ramiento, método de aleatorización, selección de placebo, análisis

estadístico y reducción del sesgo serían ejemplos de factores que

deben examinarse con detenimiento cuando se valora la calidad

de un estudio. El informe de consenso CONSORT revisado pro-

porciona una plantilla útil sobre la que pueden valorarse los indi-

cadores de calidad del estudio

( tabla 82-3 ) 49 .

La capacidad para

distinguir si la calidad es adecuada no es precisa ni se ha demos-

trado que sea coherente entre revisore

s 50 .

Este hecho ha culmi-

nado en un esfuerzo de colaboración para abordar estos problemas

y desarrollar un proceso mediante el que se reduzca la variabili-

dad intraobservador e interobservador en la evaluación y clasifi-

cación de la calidad del estudi

o 51

. Además, la calidad del estudio

no necesariamente se equipara con la superioridad de su diseño.

Por ejemplo, los EAC no necesariamente son los estudios de

mayor calidad. De hecho, pueden tener un sesgo inherente

significativo

52,53 .

Aunque el sesgo es difícil de eliminar por com-

pleto de un estudio, debe ser lo suficientemente reducido para que

un estudio sea de alta calidad. Jadad y colaboradores definen la

calidad del estudio como la «probabilidad de que el diseño del

ensayo genere resultados no sesgados

» 54

. No obstante, como

indican Verhagen y colaboradores, aunque la reducción del sesgo

aumenta la validez interna de un estudio, su calidad debe tener

en cuenta su validez extern

a 55

. Es decir, cuando se valora la

calidad, la consideración de la aplicabilidad y consecuencia del

resultado de un estudio para la población en conjunto debe con-

siderarse una variable. Uno de los medios para determinar la

validez externa es examinar la coherencia e imparcialidad de una

investigación.

La

coherencia

hace referencia a la reproducibilidad de los

resultados entre los diferentes investigadores. Es preciso considerar

la coherencia en la magnitud del efecto, la dirección del efecto, y la

significación estadística y clínica de un efecto concreto. Por defini-

ción, las incoherencias importantes entre poblaciones similares

disminuyen la calidad de la evidencia y la generalizabilidad de un

resultado concreto y deben considerarse cuando se clasifican las

evidencias para la implementación de un protocolo. La

heteroge-

neidad

es un término estadístico usado para valorar la coherencia

entre estudios y se utiliza con frecuencia en los metaanálisis. Tra-

dicionalmente, se ha calculado el estadístico

Q de Cochran

sumando

las desviaciones al cuadrado de la estimación de cada estudio a

partir de la estimación metaanalítica globa

l 56

. No obstante, puesto

que se ha demostrado que esta prueba es insatisfactoria para detec-

tar una heterogeneidad significativa cuando el número de estudios

es reducido, Higgins y colaboradores han desarrollado una prueba

estadística de aplicación más difundida, la

I 2

, que describe el

por-

centaje

de variación total a través de estudios debida a la heteroge-

neidad más que al azar exclusiv

o 57,58

. Los valores de

I 2

varían desde

el 0% (ausencia de heterogeneidad) hasta el 100%. Cuando se

diseñan protocolos basados en la evidencia debe tenerse en cuenta

la consideración de este valor.

Por último, la imparcialidad de un estudio aborda más espe-

cíficamente el aspecto de la generalizabilidad y aplicabilidad de la

validez externa. Este es un importante aspecto que se considerará

más adelante en este capítulo cuando se aborden protocolos como

el del control glucémico estricto. ¿Se traduce la reducción de la

mortalidad identificada en un centro individual en una disminu-

ción de la mortalidad para todos los pacientes quirúrgicos ingre-

sados en la UCI o los resultados simplemente representan las

consecuencias de una mejora de la asistencia del paciente en un

centro individual? Lo mismo puede afirmarse de los estudios rea-

lizados sobre hemofiltración de volumen elevado e incidencia de

sepsis. Se ha mencionado que «la mayoría de pacientes a los que

desearíamos generalizar los resultados de los ensayos aleatoriza-

dos, por una razón u otra, no se habrían reclutado en el estudio

más pertinente

» 59 .

A pesar de esta opinión,

los datos son lo que son,

y es indispensable que el especialista en medicina intensiva emplee

métodos como la valoración de la imparcialidad para tomar deci-

sione

s 60 .

Antes de la aplicación de los principios o de la implemen-

tación de protocolos basados en dichas evidencias, es preciso

examinar detenidamente la población de pacientes, los criterios

diagnósticos y las variables indirecta

s 61

.

De algún modo, el diseño de un protocolo debe abordar

cada una de las áreas mencionadas previamente y clasificarlas por

orden de importancia del resultado, gravedad de la enfermedad,

riesgos y beneficios de la implementación y coste. Se dispone de

una plétora de sistemas diseñados para clasificar los estudios

publicados y la mayoría abordan estos aspectos de un modo u

otro. En una revisión de más de 100 de estos sistemas se puso de

relieve que no era mejor ninguno en particular sino que lo más

importante era la aplicación del

proceso

de valoración de las

evidencia

s 62 .

Implementación del protocolo

El diseño de un protocolo de medicina intensiva y la

implementa-

ción

de un cambio en la práctica clínica son muy diferentes. El

diseño se basa en la revisión de los datos, el criterio de aplicabilidad

y la clasificación de la potencia de la evidencia, según lo revisado

previamente. Sin embargo, la implementación representa el

mundo

real

y requiere una comunicación y una colaboración entre todos

los miembros del equipo de la UCI. Algunos de los conceptos más

importantes que han de abordarse antes de la implementación de

un nuevo protocolo son la formación, la definición de los propó-

sitos/objetivos, obtención de datos, análisis de la varianza y deter-

minación de su influencia.

Es preciso destacar la importancia de una selección cuida-

dosa de un grupo de trabajo multidisciplinario para valorar las

estrategias de desarrollo e implementación de un protocolo de

medicina intensiva. Con frecuencia, dichos grupos incluirán el

liderazgo tanto de un médico como de una enfermera, al igual que

profesionales auxiliares seleccionados (en función del protocolo),

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Cuidados críticos

VII