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Protocolos de cuidados críticos

Benjamin A. Kohl y C. William Hanson

Puntos clave

2635

1.

Los protocolos permiten la estandarización de los

procedimientos de investigación y la reducción a un

mínimo de las variables de confusión.

2.

Se requiere un equipo multidisciplinario y un plan de

formación específico para implementar apropiadamente

todos los aspectos del protocolo.

3.

Es preciso elaborar los protocolos no sólo con la intención

de mejorar la calidad de la asistencia del paciente sino

también para mejorar tanto la eficiencia de aquélla como

el pronóstico de éste, al mismo tiempo que se reducen

las variaciones de la práctica clínica y los costes.

4.

La capacidad para medir el efecto de un protocolo

particular y adaptarlo de manera apropiada es la clave

para su aplicación satisfactoria.

5.

Las variables de calidad cuya validez se ha identificado (en

función del efecto, viabilidad y potencia de las evidencias)

incluyeron: a) porcentaje de pacientes con neumonía

asociada al ventilador, b) porcentaje de pacientes con

infecciones resistentes, c) porcentaje de pacientes con

infecciones del catéter venoso central, d) número de

complicaciones por paciente, e) número medio de días de

ventilación mecánica, f) tasa de hemorragia gastrointestinal,

g) duración media de la estancia en la unidad de cuidados

intensivos (UCI) y h) satisfacción del paciente.

6.

Con los estándares, definiciones, vías definidas e

intervenciones explícitas apropiadas, con independencia

de que sea prospectiva, aleatorizada u observacional, la

interpretación de los hallazgos de la investigación

mejorará la estabilidad clínica.

©

2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos

Se estima que, en los próximos años, en los Estados Unidos la

demanda de servicios de medicina intensiva aumentará drástica-

ment

e 1 .

Puesto que es poco probable que la provisión futura sea

capaz de ajustarse a dicha demanda, sin duda, los especialistas en

medicina intensiva se enfrentarán a una población más numerosa

y más enferma con menos recurso

s 2,3

. Aunque algunos expertos

podrían sostener que una unidad dirigida por un intensivista se

beneficiará de una disminución de la morbilidad y mortalidad, la

falta de personal y el crecimiento poblacional inminente requeri-

rán paradigmas asistenciales que aumenten al máximo la eficiencia,

reduzcan la variación de la práctica clínica y estandaricen la asis-

tencia del pacient

e 4-6 .

De forma creciente, las unidades de cuidados

intensivos (UCI) han adoptado e implementado guías y protocolos

clínicos para alcanzar este objetivo. Sin embargo, la elaboración de

estos protocolos reviste suma importancia. Deben diseñarse con la

intención no sólo de mejorar la calidad de la asistencia del paciente

sino también de mejorar su pronóstico y la eficiencia de aquélla, al

mismo tiempo que se reducen la variación de la práctica clínica y

los costes. Lohr y sus colaboradores definieron la

calidad

como «el

grado hasta el cual los servicios sanitarios para los individuos y las

poblaciones aumentan la probabilidad de los resultados deseados

de salud y coinciden con los conocimientos profesionales actua-

les

» 7

. Es indispensable que los profesionales sanitarios mantengan

esta caracterización con independencia de que creen protocolos

nuevos o implementen los ya conocidos. Además, es decisivo que

los médicos no perciban la asistencia determinada por un proto-

colo como una limitación del juicio clínico. Al contrario, los

protocolos requieren una mayor consideración de las sutilezas

individuales entre pacientes, y el médico cuidadoso es el que

entiende la necesidad de desviarse del protocolo. Por consiguiente,

éste se convierte en un proceso: un proceso de aprendizaje, de

observación y de respuesta basada en la formación. Sin este obje-

tivo, la medicina intensiva llega a ser una «medicina de libro de

cocina», y los protocolos, recetas para la catástrofe.

En este capítulo, abordaremos los fundamentos de los pro-

tocolos asistenciales en el contexto de la obtención de cinco obje-

tivos: 1) mejora de la calidad de la asistencia, 2) mejora de la

eficacia, 3) disminución del coste, 4) reducción de los errores y 5) fa­

cilitación de una investigación clínica rigurosa. Se prestará aten-

ción a los aspectos más técnicos del diseño del protocolo, incluido

el desarrollo de un equipo, la evaluación de la mejor evidencia y/o

consenso, la preservación de la flexibilidad y la mejora continua de

la calidad. También se describen los factores necesarios para imple-

mentar los protocolos. Este proceso empieza con la identificación

de las prioridades y el establecimiento de objetivos y culmina con

la capacidad de una revisión continua a medida que se acumulan

nuevas evidencias. Abordaremos tres protocolos que se han adop-

tado ampliamente entre las UCI, todos los cuales ilustran un

importante concepto en el diseño de protocolos. Por último, en este

capítulo se hablará del futuro de lamedicina protocolizada, incluido

el papel de los modelos de toma de decisiones informatizados y de

los ordenadores «de bolsillo», además de los campos que proba-

blemente pronto conocerán la implementación de protocolos.

Como se ha demostrado repetidamente en los estudios científicos