2
El sistema nervioso autónomo
David B. Glick
Puntos clave
27
1.
El sistema nervioso autónomo actúa de forma concertada
con la renina, la cortisona y otras hormonas para
responder al estrés externo e interno.
2.
La función más significativa del sistema nervioso
simpático es la amplificación; la del sistema nervioso
parasimpático es la respuesta refleja específica.
3.
Los anestésicos inhalados e intravenosos pueden alterar
la hemodinámica influyendo en la función autónoma.
4.
El bloqueo
b
-adrenérgico se ha manifestado como
importante medio de profilaxis contra la isquemia y de
tratamiento de la hipertensión, el infarto de miocardio
y la insuficiencia cardíaca congestiva.
5.
El sistema nervioso simpático muestra adaptación aguda
y crónica al estrés, tanto presinápticamente como
postsinápticamente (p. ej., en la biosíntesis y la regulación
de receptores).
6.
Los
a
-receptores presinápticos desempeñan un
importante papel en la regulación de la actividad
simpática.
7.
Numerosos tratamientos de la hipertensión se basan en
los efectos directos e indirectos de la función simpática.
8.
El nervio vago es la vía principal del sistema
parasimpático, ya que regula el 75% de los impulsos
de este sistema.
9.
El envejecimiento y numerosas enfermedades (p. ej.,
la diabetes o las lesiones de la médula espinal) van
acompañados de importantes cambios de la función
autónoma.
El sistema nervioso autónomo (SNA) controla las actividades
involuntarias del cuerpo (es decir, las no conscientes). Es, de hecho,
el más primitivo y uno de los más esenciales sistemas del orga-
nismo. Es primitivo en tanto que sus características son amplia-
mente preservadas en el conjunto de las especies de mamíferos, y
es esencial en la medida en que supervisa las respuestas del cuerpo
a los estímulos que pueden constituir una potencial amenaza para
la vida y las necesidades de mantenimiento vital del organismo
(incluidas las cardiovasculares, las gastrointestinales y la homeos-
tasis térmica). El SNA se diferencia en dos subsistemas, el sistema
nervioso simpático y el sistema nervioso parasimpático.Un tercero,
el sistema nervioso entérico, se ha venido a añadir a la caracteri-
zación original del SNA. La activación del sistema nervioso sim-
pático desencadena lo que tradicionalmente se conoce como
respuesta de estrés agudo, o reflejo de lucha o huida, que incluye
la redistribución del flujo sanguíneo de las vísceras al músculo
esquelético, el incremento de la función cardíaca, la sudoración o
la dilatación pupilar. El sistema parasimpático rige las actividades
del cuerpo más estrechamente asociadas al mantenimiento de la
funcionalidad, como la función digestiva o la genitourinaria. Uno
de los objetivos básicos de la administración de anestésicos es el
mantenimiento de una homeostasis óptima en los pacientes, con
independencia de los factores de agresión a sistemas que en oca-
siones presentan un equilibrio débil. Una administración inteli-
gente de anestésicos requiere el adecuado conocimiento de la
farmacología del SNA, para lograr las interacciones deseadas de
dichos anestésicos con el sistema de control involuntario y para
evitar respuestas o interacciones que generen efectos perjudiciales.
Los estados patológicos pueden empeorar la función del SNA
de manera significativa y, en consecuencia, modificar las respues-
tas a la cirugía y a la anestesia. Por otra parte, se han detectado
con profusión potenciales efectos nocivos inducidos por la res-
puesta humana al estrés, y se han realizado considerables esfuerzos
para estudiar la posibilidad de que la alteración o la anulación de
dicha respuesta pueda mejorar los resultados perioperatorios.
Historia y definiciones
Inicialmente se pensaba que los nervios estaban conectados for-
mando una gran estructura sincitial. Claude Bernard, alumno de
Magendie, postuló la teoría de la transmisión a través de sinapsis
mediante la liberación de mediadores químicos. Más tarde, She-
rrington inició un estudio sistemático de los reflejos y describió
algunas de las características de las funciones reflejas. Un químico,
J. J. Abel, fue el primero en sintetizar la adrenalina, en 1899, y uno
de sus alumnos, Langley, demostró que la sustancia producía
efectos similares a los causados por la estimulación de las neuro-
nas simpáticas posganglionares. Langley también observó que,
cuando se cortaba un nervio y se le inyectaba adrenalina, se
obtenía un efecto más pronunciado, con lo que se demostraba la
hipersensibilidad por denervación.A partir de tales observaciones,
© 2010. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos