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piloto demostraron claramente una tendencia hacia la mejoría del

pronóstico neurológico en pacientes hipotérmicos sometidos a clipaje

de aneurismas intracraneale

s 321 .

Desgraciadamente, el ensayo clínico

definitivo posterior no demostró mejoría alguna en el pronóstico

atribuible a lahipotermi

a 322

.Sinembargo,debe señalarse que lamayoría

de los pacientes de ese estudio tenían hemorragias subaracnoideas de

grados I, II y III. Además, el número de pacientes a los que se les

aplicaron clips temporales por un tiempo superior a 20 minutos fue

bastante reducido (de cinco a seis pacientes). En consecuencia, se ha

argumentado que la hipotermia leve puede ser beneficiosa en pacientes

con aneurismas de grados altos o en aquellos que requieren un clipaje

temporal prolongado. Dado que la reducción de la temperatura lleva

algún tiempo, la decisión de inducir hipotermia debe tomarse con

antelación. Por tanto, puede considerarse el uso terapéutico de la hipo-

termia en este tipo de pacientes de «alto riesgo».

La aplicación de una hipotermia suave después de un trauma-

tismo craneal redujo la PI

C 323

y mejoró el pronóstico neurológic

o 324

en

ensayos pilotos.Hay que destacar que no se observaron complicaciones

atribuibles a la hipotermia en pacientes con traumatismos craneales.

Un ensayo clínico multicéntrico posterior no pudo confirmar los

hallazgos de los estudios pilot

o 325 .

La inducción de una hipotermia leve

no mejoró el pronóstico neurológico a largo plazo. No obstante, hay

que resaltar el hallazgo post hoc de que la evolución de pacientes

menores de 45 años, que al principio estaban hipotérmicos, era peor si

estos pacientes eran recalentados; estos datos sugieren que estos

pacientes deben ser recalentados durante un período prolongado.

Se han desarrollado varios ensayos clínicos sobre hipotermia

inducida en un conjunto limitado de pacientes con ictus. Hasta la

fecha, estos ensayos han demostrado la viabilidad de inducir hipo-

termia en el rango de 33 a 35 °C, incluso en pacientes no sometidos

a intubación endotraqueal ni a ventilación mecánic

a 326 .

La hipoter-

mia se asoció a mejorías de la PIC y PPC. Sin embargo, son fre-

cuenteslascomplicaciones,sobretodotrombocitopenia,bradicardia,

ectopia ventricular, hipotensión e infección. Además, pueden pre-

sentarse aumentos intratables de la PIC durante el recalentamiento,

incluso aunque la elevación de la temperatura sea gradual y se

realice a lo largo de varias horas. Debido a estos efectos adversos

es necesario realizar ensayos aleatorizados para poder evaluar de

manera apropiada la eficacia de la hipotermia leve en pacientes con

ictus. Dichos ensayos están actualmente en marcha.

Los datos acerca de la aplicación de una hipotermia leve en

personas que han sobrevivido a una parada cardíaca son más posi-

tivos. Dos ensayos recientes han demostrado que la inducción de

hipotermia (32 a 34 °C) tras la reanimación de una parada cardíaca

con éxito supuso un pronóstico neurológico significativamente

mejor a los 6 meses después de la parad

a 267,327 .

Estos estudios

demuestran la eficacia clínica de la hipotermia con el fin de reducir

la lesión isquémica cerebral y respaldan el uso de la hipotermia

intraoperatoria en pacientes considerados de alto riesgo.

Por el contrario, los incrementos de la temperatura cerebral

durante y después de la isquemia agravan la lesió

n 328

. Un incremento

de tan solo 1°C puede aumentar de forma espectacular el daño. Una

isquemia que normalmente provoca una necrosis neuronal dispersa

causa un infarto cerebral cuando la temperatura corporal es elevada.

Por consiguiente, parece razonable evitar la hipertermia en pacientes

que han sufrido una lesión isquémica o en aquellos con riesgo de

sufrir una isquemia cerebral. En el quirófano, la hipertermia rara vez

es un problema (es testigo de nuestros esfuerzos para prevenir la

hipotermia). Una situación en la que se suele permitir subir la tem-

peratura corporal es durante el recalentamiento después de una

derivación cardiopulmonar hipotérmica. En esa situación, la hiper-

termia (temperatura central por encima de 38°C) no es infrecuente.

La sugerencia de que los incrementos de temperatura por encima de

37 a 38°C son perjudiciales tiene algún fundamento dada la infor-

mación reciente acerca de los efectos deletéreos de la hipertermia.

G

lucosa

.

No administrar soluciones glucosadas en situa-

ciones en las que puede ocurrir una isquemia cerebral es actual-

mente una práctica establecida. Esta práctica está basada en

numerosas demostraciones en modelos animales de isquemia cere-

bral y medular en las cuales la elevación de la glucosa plasmática

antes de los episodios, tanto de isquemia completa como incom-

pleta, produce un agravamiento del daño neurológico. Sin embargo,

hay que señalar que en la mayoría de las investigaciones se han

utilizado animales adultos y que hay menos certeza sobre el efecto

adverso de la hiperglucemia en individuos inmaduros, como los

neonato

s 329 .

Es más, debe señalarse que sólo alguna

s 330,331

y no

toda

s 332

las investigaciones en seres humanos han confirmado un

efecto independiente de los niveles de glucosa sérica en el pronós-

tico neurológico. No obstante, en los estudios pronósticos a largo

plazo, se ha observado que la hiperglucemia (diabética y no diabé-

tica) es un factor predictivo independiente de mala evolució

n 331 .

En

el ensayo clínico sobre ictus con tPA recombinante llevado a cabo

por los Institutos Nacionales de Salud, la hiperglucemia se asoció

a probabilidades significativamente menores para una evolución

clínica deseable, y a una incidencia mayor de hemorragia intra-

cranea

l 333 .

Estos datos precipitaron que se llevara a cabo un ensayo

clínico aleatorizado sobre la eficacia de la administración de insu-

lina para controlar los niveles de glucosa sanguínea de pacientes

con ictus agudos. Aunque el ensayo no tenía suficiente potencia, los

resultados mostraron que la administración de insulina para el

control de los niveles de glucosa sanguínea en pacientes con ictus

no mejoró el pronóstico a los 3 meses tras el ictu

s 334 .

Una cuestión

recurrente cuando se abordan estos estudios es si la elevación de

los niveles de glucosa puede ser un

resultado

del estrés asociado a

una lesión grave, ya sea isquémica o traumática, más que su

causa

.

En suma, las preguntas inevitables sobre cómo y con qué rapidez

el tratamiento precoz con insulina de los niveles plasmáticos ele-

vados de glucosa reduce el riesgo al mismo de niveles normales de

glucemia no han sido abordadas de forma exhaustiva. Nuestra

opinión es que, en esta tesitura, la administración aguda de insulina

(con el riesgo consiguiente de hipoglucemia) en pacientes que

presentan elevaciones modestas de la glucemia (

150mg/dl)

no está justificada todavía.

Por el contrario, la hipoglucemia también se asocia a daño

cerebral. Con la reducción gradual de los valores de glucosa san-

guínea hasta 40mg/dl aproximadamente, se produce una sustitu-

ción de las frecuencias

a

y

b

del EEG por frecuencias

d

y

u 335 .

Por

debajo de un nivel de glucemia de 20mg/dl, se observa una supre-

sión del EEG (plano). La persistencia de este nivel de hipoglucemia

provoca actividad epiléptica y daño neuronal, particularmente en

el hipocampo.

C

risis

,

ph

.

La normalización del pH sistémico, la preven-

ción y el tratamiento de las crisis epilépticas, que aumentan de

forma espectacular el IMC, y el control de la PIC y la PPC son en

general, aunque banales y carentes de prestigio farmacológico, ele-

mentos importantes para la protección y la reanimación cerebral.

V

olumen

intravascular

/

manipulación del hematocrito

.

Aunque no se ha probado la eficacia de la hemodilución en estudios

de ictus en seres humanos, tanto los datos clínicos como los datos de

laboratorio apoyan esta práctica y constituye una parte establecida

del manejo de la isquemia asociada al vasoespasmo. Sin embargo,

actualmente los datos no justifican el uso rutinario de la hemodilu-

ción (nivel óptimo teórico de hematocrito de entre el 30 y el 35%) en

pacientes en los que la isquemia focal

pudiera

haberse presentado

en el quirófan

o 336

. Por otra parte, los efectos potencialmente perjudi-

ciales de la hemoconcentración deben ayudar a suprimir la noción

obsoleta de que los pacientes neuroquirúrgicos deben estar «leve-

mente deshidratados». Debido a los efectos sobre la viscosidad, un

hematocrito aumentado reduce el FS

C 7

. Es nuestra opinión no sus-

tentada que, como anticipación a un procedimiento en el que pudiera

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Fisiología y anestesia

I