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similar a la de animales anestesiados con halotan

o 299

. Teniendo en

cuenta la demostración anterior de que el halotano puede reducir el

daño, estos datos proporcionan una evidencia indirecta de la eficacia

neuroprotectora del propofol. Una investigación más reciente recogía

que el infarto cerebral en animales anestesiados con propofol se

reducía de forma significativamente mayor que en animales despier-

to

s 300

.Una comparacióndirecta entrepropofol ypentobarbital también

ha demostrado que el daño cerebral tras una isquemia focal es similar

en animales anestesiados con los dos agente

s 301

. Al igual que ocurría

con los anestésicos inhalatorios, las investigaciones iniciales revelaron

que la protección con propofol no era mantenid

a 302

. Se puede conse-

guir una protección duradera con propofol si la gravedad de la lesión

isquémica es lev

e 303

. En conjunto, estos datos coinciden con la premisa

de que el propofol puede reducir el daño cerebral isquémico.

E

tomidato

.

El etomidato fue propuesto como un fármaco

potencialmente protector en el contexto de la cirugía aneurismá-

tic

a 304 .

También produce una supresión del IMC en una extensión

equivalente a la de los barbitúricos y, del mismo modo que los

barbitúricos, es un agonista del receptor GABA

A

(inhibitorio). Por

el contrario, en un modelo experimental de isquemia focal, el

volumen de la lesión no se redujo con etomidato en relación a un

grupo control anestesiado con halotano a 1,2 CAM. De hecho, el

volumen lesivo con etomidato fue significativamente mayor que en

el grupo control. En pacientes sometidos a una oclusión temporal

de un vaso intracraneal, la administración de etomidato provoca

una hipoxia tisular y acidosis mayores que si se usan dosis anesté­

sicas equivalentes de desflurano. El agravamiento del daño produ-

cido por el etomidato (un imidazol) puede estar relacionado con

una unión directa al NO como consecuencia de la hemólisis indu-

cida por etomidat

o 305 ,

combinada con la inhibición directa por

parte del etomidato de la enzima NO sintetasa. Por tanto, no existe

soporte científico para el uso actual del etomidato para una «pro-

tección cerebral».

B

loqueantes de

los canales de calcio

.

En la actualidad,

la administración de nimodipino oral constituye una práctica

clínica establecida (la preparación intravenosa no está aprobada

para su uso clínico en Norteamérica) durante 21 días, comenzando

lo antes posible después de una hemorragia subaracnoide

a 306 .

Sin

embargo, todavía no se ha establecido como práctica protocolizada

el suministro de nimodipino u otro bloqueante de los canales de

calcio de forma rutinaria tras un infarto cerebral intraoperatorio o

en cualquier otro contexto. A pesar de los resultados favorables de

los ensayos clínicos reducidos, no todas las investigaciones que se

han llevado a cabo en víctimas de ictus han confirmado los bene-

ficios del nimodipino

307 .

O

tros

anestésicos

.

Muchos fármacos han mostrado efi-

cacia neuroprotectora en estudios en animales. Sin embargo, hasta

la fecha los ensayos aleatorizados a gran escala en pacientes con ictus

llevados a cabo con diversos anestésicos no han demostrado neuro-

protección para ningún fármaco. Con la excepción del activador

tisular del plasminógeno (tPA) para la trombólisis, y del bloqueante

de los canales de calcio nimodipino y nicardipino en el manejo de

la hemorragia subaracnoidea, no existen sustancias farmacológicas

neuroprotectoras disponibles para el tratamiento de pacientes con

isquemia cerebral. Se pueden obtener los detalles sobre fármacos

que han sido sometidos a ensayos clínicos y sobre los que actual-

mente están siendo investigados en seres humanos en el Registro de

Ensayos Clínicos de la Universidad de Washington, St. Louis, MO

( www.strokecenter.org/trials/TrialDetail.aspx?tid=338 )

.

Isquemia cerebral: influencia de las variables fisiológicas

P

resión

de

perfusión

cerebral

.

Las medidas diseñadas

para aumentar el FSC (un determinante fundamental del aporte

energético) también son importantes. En la «penumbra isquémica»

(antes descrita), pequeñas mejoras del FSC tienen el potencial de

prolongar la supervivencia neuronal de forma sustancial. El mante-

nimiento de una PPC en el límite alto puede aumentar la presión de

perfusión colateral y mantener el FS

C 308

, y se ha demostrado que

produce una mejoría de varios parámetros neurofisiológicos, incluida

la función neurológic

a 309,310

. Por el contrario, la hipotensión puede

reducir el FSC y exacerbar el daño. En los ensayos clínicos con nimo-

dipino en pacientes con ictus agudo, una reducción de la presión

sanguínea del 10 al 20% aumentó cuatro veces la probabilidad de una

evolución desfavorable (ya sea muerte o dependencia

) 311

, lo que pone

el énfasis en el impacto desfavorable que supone la reducción de la

presión sanguínea en un cerebro lesionado. Por tanto, en pacientes

con isquemia cerebral, la hipotensión debe tratarse rápidamente y

debe restaurarse la normotensión. Aunque resulta bastante claro que

el objetivo de la PAM debe basarse en el conocimiento de la presión

sanguínea previa del paciente, los datos obtenidos en seres humanos

son insuficientes para proveer de guías específicas. En la mayoría de

los pacientes, el mantenimiento de una PAM entre 70-80 mmHg

debería ser adecuado. Los datos disponibles apoyan una reducción

de la presión sanguínea por debajo de 180/105 en pacientes con ictus

que han sido tratados con tPA con la esperanza de reducir la inciden-

cia de hemorragia en el interior del parénquima cerebral isquémic

o 312

.

Además, es razonable aumentar la presión sanguínea hasta una

presión sistólica de 180 a 220 mmHg en pacientes con vasoespasmo

inducido por una hemorragia subaracnoidea, y una PPC mayor de

60 mmHg en pacientes con daño cerebral traumátic

o 312

. Sin embargo,

hay que señalar que el aumento de la PPC dentro del rango normal-

alto conlleva riesgos no explorados adecuadamente de aumento del

edema y de infarto hemorrágico si se utiliza como soporte más allá

de los períodos breves de isquemia, sobre todo si han transcurrido

varias horas desde el inicio de la misma.

P

resión

de

dióxido

de

carbono

.

La hipercapnia tiene el

potencial de causar un fenómeno de robo intracelular y puede

empeorar el pH intracelular. A pesar de algún apoyo favorable al

llamado fenómeno de Robin Hood o de robo invers

o 313 ,

no se ha

probado que la hipocapnia sea efectiva de manera general ni en el

contexto clínico ni en el de laboratori

o 314-316 .

A la espera de infor-

mación futura y en ausencia de una forma de comprobar la res-

puesta de perfusión a la manipulación de la Paco

2

, la normocapnia

sigue siendo la práctica estándar.

T

emperatura

.

La hipotermia está firme y justificadamente

establecida como la principal técnica protectora cerebral para pro-

cedimientos de parada circulatoria (v. cap. 38). Sin duda favorece

la tolerancia cerebral para episodios de isquemia. Se ha supuesto

que en la hipotermia profunda, este efecto está en gran parte en

función de una reducción del IMC. Aunque los agentes farmaco-

lógicos, como los barbitúricos, sólo reducen el componente del

IMC asociado al «trabajo» electrofisiológico (alrededor del 60% del

CMRO

2

en estado de vigilia), la hipotermia causa una reducción

tanto del consumo electrofisiológico de energía como del uso de

energía relacionada con el mantenimiento de la integridad celular,

y la hipotermia leve puede suprimir de forma preferente la

últim

a 317,318 .

Recientemente ha surgido un gran interés por la hipo-

termia

leve

como técnica protectora cerebral. Un número conside-

rable de estudios de laboratorio han demostrado que, durante un

episodio de isquemia, estados de hipotermia leves (2 a 4 °C) pueden

conferir una protección sustancial según mediciones histoló­

gica

s 276,277 .

Además, también existen evidencias en estudios anima-

les que indican que la hipotermia iniciada en el período

postisquémico inmediato confiere beneficios protectore

s 319,320

.

A la luz de estemarcado efecto protector de la hipotermia suave,

se ha postulado su utilización en el quirófano. Los que proponen su

uso argumentan que la hipotermia se logra fácilmente y no se acom-

pañadeunadepresiónmiocárdica significativani de arritmias.Además,

el paciente puede ser recalentado fácilmente en quirófano después de

que haya remitido el riesgo de isquemia. Los resultados de un estudio

Fisiología cerebral y efectos de los anestésicos

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Sección I

Fisiología y anestesia

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