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producirse una isquemia incompleta, como por ejemplo una endar-

terectomía carotídea, un hematocrito por encima del 55% debe

reducirse mediante flebotomía preoperatoria.

Sumario de anestésicos y neuroprotección

Comparando el estado de vigilia con el de sedación ligera, la vulne-

rabilidad del cerebro al daño isquémico está reducida bajo condicio-

nes anestésicas. Los anestésicos inhalatorios, barbitúricos, propofol,

xenón y ketamina, han mostrado todos que reducen el daño en

modelos experimentales y hay base para apoyar la premisa de que la

administración de cualquiera de estos anestésicos reduce el daño en

comparación con óxido nitroso puro-anestésico narcótico. Sin

embargo, la comparación directa no ha demostrado la superioridad

de algún agente (o la combinación) sobre otro. Por tanto, a partir de

los datos disponibles, no se puede apoyar el uso de un anestésico

específico o de un régimen anestésico con fines de protección cerebral

en el contexto clínico. Una posible excepción es la administración de

barbitúricos. En el contexto de una cirugía cardíaca mediante deriva-

ción cardiopulmonar, la administración de barbitúricos ha mostrado

que reduce el daño cerebral en los seres humano

s 273

. La depresión

cardiovascular y la inestabilidad hemodinámica provocada por la

utilización de barbitúricos ha restringido de forma significativa su

uso en la práctica clínica. Es muy importante la observación de que

la eficacia neuroprotectora de los fármacos anestésicos solo se logra

mediante la atención estricta al mantenimiento de la homeostasis

fisiológica; de hecho, el potencial de exacerbar una lesión cerebral

previa, tanto isquémica como traumática, con un mal manejo fisio-

lógico es significativamente mayor que la modesta protección que se

logra mediante agentes farmacológicos. Según esto, con respecto a la

protección cerebral, los esfuerzos deben dirigirse al mantenimiento

de los parámetros fisiológicos (presión de perfusión, oxigenación,

normocapnia, manejo de la temperatura, control de la hiperglucemia

y profilaxis antiepiléptica) dentro de un rango apropiado, y no tanto

sobre agentes farmacológicos que reduzcan el daño cerebral.

Retraso de procedimientos electivos tras un ictus

El riesgo de extensión de un infarto cerebral en el contexto de una

anestesia y cirugía posterior no ha sido estudiado de forma sistemá-

tica. En pacientes que han sufrido un ictus, el FSC presenta trans-

formaciones marcadas. Existen áreas tanto de flujo alto como bajo y

la estabilización del FSC y del IMC regional es aparente después de

unas 2 semana

s 337

. La pérdida de las respuestas vasomotoras norma-

les (respuesta al CO

2

y autorregulación) en el precoz período pos-

lesión es muy habitua

l 338-340 ,

y los cambios persisten más allá de

2 semanas en un pequeño porcentaje de víctimas de ictu

s 339,340

. Las

alteraciones de la BHE, reflejadas como la acumulación de contraste

en la TC o en la gammagrafía cerebral con isótopos, siguen presentes

4 semanas después de la lesió

n 341 ,

y no se produce la resolución

histológica completa de grandes infartos hasta pasados varios meses.

La información disponible no permite hacer una aseveración defi-

nitiva en cuanto al tiempo en que deberían diferirse los procedi-

mientos electivos. Una demora de 6 semanas puede asegurar una

recuperación probable de la autorregulación, respuesta al CO

2

e

integridad de la BHE. Sin embargo, hay que tener en cuenta el

tamaño y la localización del infarto.Un infarto pequeño en la corteza

silente puede ofrecer márgenes más amplias que una lesión extensa

que haya provocado una paresia que se encuentre en vías de resolu-

ción. Un pequeño estudio prospectivo sugería que, en pacientes con

ictus y escasa discapacidad, la endarterectomía carotídea precoz

podía realizarse de forma segura dentro de las 2 semanas siguientes

al ictu

s 342

. Sin embargo, en pacientes con ictus más extensos, y a la

espera de otros datos, parece razonable diferir la cirugía electiva

durante al menos 4 semanas después de un accidente vascular cere-

bral y preferiblemente durante 6 semanas desde el momento en el

que se ha llegado a una estabilización neurológica tras la lesión.

Hipertensión arterial crónica

Una preocupación recurrente es la que tiene que ver con la reducción

aceptable de los niveles de presión sanguínea en pacientes hiperten-

sos crónicos. No se han establecido pautas firmes de actuación. Sin

embargo, desde la perspectiva del bienestar cerebral, la limitación en

la reducción electiva de la PAM entre el 30 y el 35% de los niveles

medios basales parece apropiada tanto para pacientes hipertensos

como normotensos. Es razonable que las mismas pautas puedan

aplicarse en ambas poblaciones porque en la hipertensión crónica

tanto el límite superior de autorregulación como el inferior están

desplazados hacia la derecha con poca distorsión aparent

e 343

.

El análisis razonado para un límite del 30 al 35% es el

siguiente. Se ha demostrado que las reducciones de la PAM en un

50% en pacientes no anestesiados, tanto normotensos como hiper-

tensos, producirá probablemente síntomas reversibles de hipoper-

fusión cerebra

l 343-345 .

Aunque pudieran tolerarse reducciones aún

mayores, asumiendo que la exposición fuera breve, aunque el

hematocrito fuera razonable y el árbol vascular cerebral fuera ade-

cuado, aconsejamos que no se haga. Una reducción de la PAM de

esta magnitud aumentará significativamente la probabilidad de que

la PPC se encuentre cerca o por debajo del LIA, y por consiguiente

se reducirá la reserva vascular cerebral. Se ha demostrado que una

reducción de la PAM del 25% llevará tanto a los pacientes normo

como hipertensos al LI

A 343 .

Cuando la reducción de la PAM exceda

el 25% de los valores basales, los valores del FSC estarán por debajo

de lo normal, incluso en personas libres de enfermedad vascular

cerebral oclusiva, aunque por encima del umbral para la disfunción

o el daño neurológico (v.

fig. 3-4

). Sin embargo, la reserva fisioló-

gica se estará colmando, dejando poco margen libre de error para

otras causas que pudieran producir un impedimento para el sumi-

nistro de oxígeno (hematocrito bajo o enfermedad vascular cere-

bral no reconocida).

Se ha constatado en animales que el tratamiento de la hiper-

tensión crónica puede restaurar el LIA a valores normales

346,347 .

Strandgaard observó un fenómeno similar en seres humanos,

aunque la recuperación fue incompleta y en algunos pacientes no

se produjo, incluso después de 12 meses de tratamiento

343 .

Una

posibilidad que no se ha explorado es que el grado de recuperación

del LIA con un tratamiento hipotensor dependa del agente.Algunos

pueden restaurar el LIA de forma más efectiva que otros. En par-

ticular, los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina

han mostrado que reducen el LIA de forma aguda tanto en pacien-

tes normotensos como hipertenso

s 348,349 .

Hipertensión intracraneal

El control de la hipertensión intracraneal se aborda con detalle en

el capítulo 53.

Tumores cerebrales

Se dispone de pocos datos sobre la fisiología de los tumores intra-

craneales. Arbit y cols

. 350

midieron el FSC en tumores cerebrales con

tecnología láser Doppler. En general, hallaron que los tumores tenían

un FSC más bajo que el cerebro normal. En ocasiones, la autorregu-

lación era aparente. La reactividad vascular a los cambios en la Pao

2

y Paco

2

estaba por lo general preservada en pacientes con gliomas.

Sin embargo, en algunas circunstancias, la hiperventilación, en el

lado ipsilateral al tumor, se asociaba a veces a un incremento para-

dójico de la velocidad del flujo en la AC

M 353

. La medida del FSC

regional en el área del tumor puede también ser útil para predecir el

grado de los gliomas intracraneales; tanto el FSC regional como

el VSC son mayores en gliomas de alto grad

o 354 .

A menudo se

Fisiología cerebral y efectos de los anestésicos

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Sección I

Fisiología y anestesia

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